Para promover una mejor salud mental y emocional, tenemos que desconectarnos periódicamente de la realidad virtual, y disfrutar de la vida real.
Los últimos días del año pasado, publicamos un artículo sobre el impacto emocional que sufren las personas que reciben comunicaciones electrónicas del ámbito laboral fuera del horario de trabajo, y el daño colateral que éstas ocasionan al resto de los miembros de la familia, los que no pueden abstraerse de la tensión generada por la invasión a su espacio íntimo y tiempo personales.
Aprovechando la introducción al tema de las comunicaciones electrónicas, las que en ocasiones más que simplificar nuestra vida parecen haberla complicado, hoy les compartimos las conclusiones de un interesante estudio titulado “Taking a One-Week Break from Social Media Improves Well-Being, Depression, and Anxiety: A Randomized Controlled Trial”, publicado el año pasado en la revista Ciberpsicología, comportamiento y redes sociales, y que podrías sernos de utilidad para promover en nosotros mismos, y quienes nos rodean, una mejor salud emocional.
Por supuesto el tema se entrecruza significativamente con la “adicción digital”, un concepto ampliamente comentado, pero no siempre bien entendido, que se ha transformado para algunas personas en una barrera prácticamente infranqueable para el descanso, la socialización y el enriquecimiento de las relaciones personales cara a cara, no a través de una pantalla.
¿Cuántas veces al día consultamos nuestros mensajes de texto o accedemos a las diferentes redes sociales en las que participamos? Para muchas personas, hacerlo es impulso incontrolable que los aleja del mundo real, de otras personas, y de alcanzar mejores niveles de salud mental y satisfacción personal.
Los realizadores del estudio buscaban determinar y comprender los cambios sobre el bienestar, la depresión y la ansiedad que acarrea el abandonar durante una semana el acceso a mensajes de texto, Facebook, Instagram, Twitter y TikTok, en comparación con su uso cotidiano.
Para ello, reclutaron a 154 participantes con una edad media de 29.6 años, a los que aleatoriamente pidieron dejar de usar SM (Facebook, Twitter, Instagram y TikTok) durante 1 semana, o continuar usándolos como habitualmente lo hacían.
La evaluación comparativa realizada a tan solo una semana entre los miembros del grupo que dejaron de acceder a las comunicaciones electrónicas, y el que continuó haciéndolo, arrojó diferencias significativas favorecedoras para el primer grupo, en términos de incremento en el bienestar general, y disminución en la ansiedad y la depresión.
Es probable que muchos de nosotros consideremos que alejarnos por una semana del acceso a nuestras comunicaciones electrónicas sea algo impensable e imposible, pero los investigadores sugieren que durante nuestra jornada reservemos espacios libres de equipos electrónicos, y nos “conectemos” con la vida real.
“De los 269 pacientes que atendemos actualmente por su adicción a Internet, 241 tienen el trastorno del juego como adicción primaria, y 215 son varones”. Susumu Higuchi, director del Centro Médico y de Adicciones de Kurihama, en la Prefectura de Kanagawa, Japón.
Consideramos que el estudio, aunque limitado en tiempo y número de participantes, nos ofrece resultados lo suficientemente reveladores sobre el impacto positivo que nos da alejarnos temporalmente de las comunicaciones electrónicas, permitiendo que nuestro horizonte personal se amplíe exponencialmente para dedicarlo a otras actividades que nos generen una satisfacción más profunda y duradera.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking. (10 de mayo del 2022).
Taking a One-Week Break from Social Media Improves Well-Being, Depression, and Anxiety: A Randomized Controlled Trial.
códigoF. (28 de diciembre del 2022).
Los correos electrónicos de nuestro trabajo, recibidos fuera del horario y días laborales, provocan tensión personal y deterioro de las relaciones familiares.
códigoF. (2 de julio de 2019).
El trastorno por adicción al internet, constituye una amenaza creciente para la salud mental y física.