Imagine que se encuentra en un evento de alta solemnidad, como podría ser una boda o un sepelio, y de manera intempestiva y violenta uno de los asistentes empieza a carcajearse estruendosamente sin control alguno, transformando tan célebre instante en un momento de tremenda incomodidad para todos los asistentes.

Todos voltean a ver reprobatoriamente a esta persona, la que a pesar de ser blanco de tan airadas miradas no puede contener la risa, teniendo que abandonar (si le es posible) el ámbito en el que se explayó de esta inusitada manera.

Si nadie en el evento sabe a ciencia cierta lo que le ocurrió al individuo, y no tuvo la delicadeza de aclararlo, es muy probable que se vaya a casa dándole vueltas a tan inquietante suceso.

Lo que le acaeció a esta persona fue un episodio de epilepsia gelástica, una crisis epiléptica poco frecuente, la que se manifiesta principalmente con una risa inapropiada, desagradable e incontrolable y, en el caso referido, absolutamente inoportuna.

Si vieron la cinta el “Joker”, cuyo papel recayó en los hombros de Joaquin Phoenix, quien como dato curioso perdió alrededor de 23 kilogramos de peso en ocho meses para interpretar al personaje, habrán visto cuán dolorosa emocionalmente e inoportuna puede ser la epilepsia gelástica, desorden que padece el “Guasón”, como le conocemos en México.

La epilepsia gelástica es un tipo de epilepsia en la que se producen convulsiones “gelásticas”, término que proviene del griego “gelastikos”, cuyo significado es risa en nuestro idioma. Las áreas cerebrales en las que se desarrollan con mayor frecuencia las convulsiones gelásticas son el hipotálamo y los lóbulos temporales y frontales, teniendo una prevalencia ligeramente mayor en varones que en mujeres, y muy baja incidencia, entre 1 a 2 personas por cada 1 000 niños con este trastorno neurológico.

La etiología de este padecimiento es multifactorial, pero una de las causas más frecuentes es el desarrollo de un tumor benigno no metastásico en el hipotálamo, crecimiento anormal que dispara la risa, frecuentemente descrita como “hueca” o “vacía”, la que tiene una duración aproximada de entre 30 y 45 segundos, viéndose interrumpida de manera tan intempestiva como apareció, dando paso a crisis focales (movimientos hacia un lado y otro de los ojos y la cabeza), automatismos (chasquear los labios, murmurar o mover las manos), alteraciones de la conciencia o falta de interacción y respuesta con las personas circundantes, signos pueden durar de segundos a larguísimos minutos y luego detenerse.

Las crisis gelásticas suelen presentarse generalmente con otro tipo de convulsiones, inmediatas o posteriores, las que incluyen convulsiones tónico-clónicas, en las que se rigidiza todo el cuerpo y sacudidas de brazos y piernas con pérdida de la conciencia; y convulsiones atónicas, en las que se manifiesta una impresionante debilidad en todos los músculos del cuerpo.

Si bien es cierto que las convulsiones gelásticas son de difícil control, los tratamientos más frecuentes incluyen la administración de diversos fármacos anticonvulsivos y, si la causa subyacente es un tumor; cirugía y radioterapia, además de apoyo psicológico para manejar las crisis y su impacto social y en el aprendizaje.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

Neurocirugía contemporánea.
Epilepsia gelástica.

Psicología y Mente.
Epilepsia gelástica: síntomas, causas y tratamiento.

BBC.
Joker: cuál es la enfermedad detrás de la risa descontrolada del villano interpretado por Joaquin Phoenix.

Wikipedia.
Joker (película).