Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS), emitiera el 30 de enero del 2020 la declaración de Emergencia Sanitaria Internacional por el SARS-CoV-2, fecha que marcó el inicio oficial de la pandemia por COVID-19, las cifras acumuladas hasta el momento contabilizan más de 82 millones de personas infectadas y cerca de 1.9 millones de seres humanos fallecidos, sin que hasta el momento se vea una clara solución a esta crisis sanitaria, la que ha arrastrado consigo a las economías de casi todos los países del orbe.

Por otra parte, es indispensable aclarar que los especialistas en inmunología aseguran que buscar la inmunidad de grupo de forma natural no es realista, y que el virus no se desvanecerá por sí solo, lo que por otra parte sería estupendo.

Afortunadamente, la humanidad tiene a su alcance varias alternativas vacunales contra el SARS-CoV-2 que han recibido la aprobación de uso de emergencia por diferentes agencias regulatoria nacionales e internacionales, después de que sus asesores, llegaran a la conclusión de que los beneficios conocidos, superan a los riesgos conocidos.

Gracias a las vacunas, y utilizando en este contexto una frase emitida durante la Segunda Guerra Mundial por el entonces Primer Ministro británico Winston Churchill, que dice: “Esto no es el fin, ni siquiera es el comienzo del final. Pero, posiblemente, sea el fin del comienzo”. (Now this is not the end, it is not even the beginning of the end. But it is, perhaps, the end of the beginning”), la oportunidad para iniciar la salida de esta crisis está al alcance de nuestras manos, lo que no ha estado exento de críticas, mentiras, exageraciones, y múltiples teorías conspirativas, unas más descabelladas que otras.

Hemos desarrollado el siguiente texto, con el que esperamos derrumbar, o cuando menos debilitar, algunas de las falsedades que circulan alrededor y en contra de las vacunas destinadas a combatir el SARS-CoV-2, utilizando para ello los conceptos vertidos por los siguientes expertos en la materia:

Jose M Jimenez Guardeño.
Investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas, King’s College London.

Alejandro Pascual Iglesias.
Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ).

Ana María Ortega-Prieto.
Postdoctoral research associate, King’s College London.

Francisco Javier Gutiérrez Álvarez.
Postdoctoral research fellow, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC).

Javier Cantón.
Profesor de Biotecnología de Coronavirus, Campus Internacional para la Seguridad y Defensa (CISDE).

José Angel Regla Nava.
Scientific Research. Emerging viruses, La Jolla Institute for Immunology.

Jose Manuel Honrubia Belenguer.
Investigador, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC).

“Las vacunas de ARN mensajero modificarán irreversiblemente nuestro genoma”

Falso. Hasta el momento, y con los conocimientos que tenemos sobre biología molecular y celular, no hay evidencias de que las vacunas que utilizan para su desarrollo la plataforma de ARN mensajero puedan modificar nuestro genoma, ya que entre otros factores, el ARN mensajero, ademá de degradarse fácil y rápidamente, no llega a encontrarse con el ADN, por lo que es imposible que lo altere.

“Las vacunas fueron desarrolladas en muy poco tiempo”

La velocidad a la que se han diseñado, fabricado y administrado las primeras vacunas nos ha sorprendido. Sin embargo, es necesario aclarar que las vacunas aprobadas para uso de emergencia han cumplido con todos los protocolos y fases establecidas para obtener estos permisos. Les comentamos que los resultados de los ensayos clínicos son públicos y pueden consultarse.

Estas son algunas de las razones por las que estos fármacos se han desarrollado en un tiempo extraordinario:

  • Los científicos contaban con gran cantidad de información previa sobre otros virus similares, entre los que podemos mencionar al SARS-CoV-1 y MERS-CoV, y conocían la estructura genética o el papel de las proteínas comunes de los coronavirus, por lo que no partieron de “cero”.
  • Para el desarrollo de las nuevas vacunas se utilizaron prototipos de vacunas preexistentes. Las vacunas de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, así como la del laboratorio Johnson & Johnson, se basaron en adenovirus utilizados previamente en otras vacunas, como la del virus Ébola.
  • Se ha seguido un modelo de desarrollo y validación paralelo, no lineal, para la realización de las fases clínicas, permitiendo acortar los tiempos regularmente utilizados, pero sin omitir ningún paso esencial.
  • Muchos desarrolladores comenzaron la fabricación a gran escala de millones de dosis antes de tener la aprobación de las agencias reguladoras, asumiendo el riesgo que ello implica.
  • Múltiples instituciones y organismos públicas y privados han apoyado financieramente las investigaciones, lo que nunca antes había ocurrido con ninguna otra enfermedad.
  • El interés, la necesidad para obtener vacunas contra el SARS-CoV-2 y el número de personas contagiadas, facilitó en enrolamiento de miles de voluntarios para la realización de los estudios clínicos.
“Las vacunas no son seguras”

Falso. Las vacunas aprobadas para uso de emergencia han cursado todos los pasos establecidos para el desarrollo de una vacuna, incluyendo una fase experimental preclínica en animales, así como las fases clínicas I, II, y III, las que se continuarán de manera permanente a través de la fase IV o de farmacovigilancia.

“Una enfermera se desmayó justo después de vacunarse”

En distintas redes sociales se viralizó un vídeo en el que la enfermera Tiffany Dover se desmayó durante una rueda de prensa después de recibir la vacuna de Pfizer/BioNTech en un hospital de los EE. UU. Incluso, otras fuentes aseguraron que la enfermera había muerto poco después de vacunarse.

Si bien es cierto que la enfermera se desmayó durante la rueda de prensa posterior a la vacunación, se informó que ello le había ocurrido por que la chica padece síncope vasovagal, el que puede provocar un desmayo como respuesta a diferentes factores, entre los que se incluye un elevado estrés emocional.

“La vacuna frente la COVID-19 hace que seas positivo por VIH”

Totalmente falso y completamente imposible. Hace un tiempo el gobierno australiano anunció la suspensión del desarrollo de una de sus vacunas por falsos positivos de VIH durante la fase 1, pero esto nada tiene nada que ver con las vacunas aprobadas y tiene una buena explicación:

La aparición de los falsos positivos de VIH ocasionados en la fase de estudios clínicos de esa vacuna fue consecuencia de la inclusión en la fórmula de un pequeño fragmento de una proteína de VIH utilizada como estabilizador.

Es por ello que el sistema inmune de los vacunados, además de generar anticuerpos frente la COVID-19, también generó anticuerpos frente al VIH, pero es totalmente imposible que las personas se contagiaran con cualquiera de los dos patógenos.

“Las vacunas contienen células de fetos abortados”

Falso. Circulan por las redes sociales diversos videos en los que se afirma que para la elaboración de las vacunas se utilizan células de fetos abortados.

La realidad es que para la generación de medicamentos o vacunas no se utilizan fetos ni embriones. Lo que se utiliza en algún momento durante el desarrollo de algunas de estas posibles futuras vacunas contra el COVID-19, son líneas celulares derivadas de tejidos humanos muy concretos que existen desde hace décadas (algunas derivadas de fetos, otras de diversos cánceres o tumores, por ejemplo). Las líneas celulares son células de un único tipo (especialmente células animales) que se han adaptado para crecer continuamente en el laboratorio, y que se usan habitualmente en investigación.

“La variante de Reino Unido ha aparecido porque fueron los primeros en vacunarse”

Falso. El Reino Unido empezó la campaña de vacunación el 8 de diciembre, convirtiéndose en el primer país occidental en utilizar para ello la vacuna de Pfizer/BioNTech. La variante del Reino Unido circulaba desde septiembre, antes de que empezara la campaña de vacunación.

“Si nos han puesto la vacuna ya podemos ir sin mascarilla y hacer vida normal”

No. El primer punto es que la inmunización se alcanza en la mayoría de los casos después de dos dosis, y es necesario además de completar el esquema vacunal, esperar el tiempo suficiente para que la producción de anticuerpos y respuesta celular ocurra, considerando también que el tiempo de latencia varía entre poblaciones e incluso entre individuos.

Más allá de estar vacunados, es necesario continuar con las medidas de protección.

“¿Para qué vamos a inocularnos, si la vacuna no nos protege de la infección y podemos seguir contagiando?”
Hasta el momento sabemos que las vacunas además de generar una respuesta inmune contra el SARS-CoV-2, previene contra las formas más graves de COVID-19, ayudando a evitar que el sistema sanitario se colapse y más personas mueran.
“Las farmacéuticas llevan los procesos en secreto y no publican los datos”

Falso. El desarrollo de las distintas vacunas aprobadas hasta el momento ha pasado un proceso riguroso, durante el cual se han publicado absolutamente todos los datos de cada una de las etapas llevadas a cabo.

“Vacunarnos puede provocarnos COVID-19”

Falso. Los efectos adversos de la vacunación son los habituales para estos fármacos: fiebre, dolor articular o cansancio. Las vacunas aprobadas para uso de emergencia solamente utilizan ciertos genes o proteínas del virus para generar una respuesta inmunitaria, por lo que no hay posibilidad alguna de infectarnos con ellas.

“Las vacunas no sirven porque hay gente que se vacuna y aun así se infecta”

Para tener una mayor protección con las vacunas aprobadas es necesaria la aplicación de dos dosis (en la mayoría de los casos) con un intervalo de tiempo.

Por otra parte, el organismo necesita siempre unos días desde la vacunación para alcanzar una respuesta inmunitaria satisfactoria, lo que podría ocasionar que algunos individuos puedan infectarse en ese lapso. Siendo completamente francos, se espera que para el 5% de las  personas vacunadas, el fármaco no sea efectivo.

“Si nos vacunamos podemos quedarnos estériles”

Falso. Hasta el momento no hay evidencias científicas que demuestren que el virus o la vacuna interfieran con el metabolismo hormonal a niveles peligrosos, ni presenten riesgos para la reproducción.

“Los científicos usan mucho la frase ‘no hay evidencias’ porque no tienen ni idea”

Falso. En ciencia se utiliza la frase “no hay evidencias”, “los resultados sugieren”, “es posible que”, “parece ser que”, porque los científicos hablan sobre lo que saben y no basados en opiniones o creencias.

“Nos quieren usar como animales de laboratorio”

Falso. Las vacunas han pasado todas las fases necesarias para la evaluación de su seguridad de forma satisfactoria. Considere además que ya han sido vacunadas millones de personas, sin que se hayan presentado un gran número de casos con efectos adversos graves, por lo que existen razones que nos hagan dudar de su margen de seguridad.

“Con la vacuna te implantan un chip”

Falso. En algunas redes se comenta que Bill Gates va a poner un chip en la vacuna que permitirá el rastreo de personas.

Esa mentira parece tener su origen en un video en el que Bill Gates habló de la posibilidad futura de usar certificados digitales con algunas vacunas usando micropartículas, algo que no tiene nada que ver con ningún microchip. Además, en la actualidad no es posible la implantación de ningún chip con la vacuna. Aparte del componente principal (ARN mensajero), la vacuna incluye únicamente sales, lípidos y azúcares.

“No tengo que vacunarme porque ya superé la enfermedad”

Falso. Los diversos grupos de investigación todavía no tienen datos suficientes para asegurar fehacientemente cuánto tiempo dura la protección de quienes desarrollaron anticuerpos después de pasar la enfermedad.

“La vacuna tiene luciferasa”

Falso. Las luciferasas son proteínas muy usadas en los laboratorios porque son inocuas y tienen la capacidad de brillar bajo ciertas condiciones.

En términos generales, sirven para visualizar las reacciones cuando se realizan experimentos en el laboratorio, ya que son muy fáciles de detectar. Sin embargo, ninguna de las vacunas aprobadas contiene luciferasas.

“Es mejor esperar a ver qué pasa”

Falso. El beneficio de la vacuna supera con creces el riesgo que podría tener algún efecto adverso.

La probabilidad de que nos infectemos con el virus contagiando a otros, enfermemos y desarrollemos síntomas graves de la COVID-19, llegando incluso a fallecer, es mayor que los posibles efectos secundarios que pudiera tener la vacuna, de ahí que sea tan importante que nos vacunemos para protegernos y proteger a otras personas.

“El 5G es el causante del coronavirus y se va a agravar con la vacuna”

Falso. Durante la pandemia se aseguró que los países con mayor número de antenas 5G era donde había una mayor incidencia de COVID-19, lo que fue desmentido, ya que no existe una correlación con los países que tienen menos o más antenas 5G.

“¿Para qué vacunarnos de un virus que solamente mata al 1% de las personas infectadas?”

Visto así, el 1% puede parecer poco, pero es un número dramáticamente enorme cuando se trata de las vidas de millones y millones de personas infectadas y fallecidas.

¿Usted se metería en una habitación con otras 99 personas, sabiendo que solamente una va a fallecer al instante?. Hablar sobre porcentajes cuando no nos afecta directamente es fácil.

“Nadie sabe a ciencia cierta que sustancias tienen las vacunas”

Falso. Las compañías farmacéuticas desarrolladoras de las vacunas, así como la Administración de Medicamentos y Alimentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) han hecho públicos todos los componentes de las vacunas aprobadas por ellos para uso de emergencia, misma que puede ser consultada.

Considere que además del componente principal (por ejemplo el ARN mensajero), las vacunas están formuladas con sales, lípidos y azúcares.

“Las vacunas no sirven porque el virus está mutando”

Falso. Es cierto que los virus evolucionan y seguirán haciéndolo. Sin embargo, los coronavirus son de los virus de ARN que menos mutan porque tienen una buena actividad correctora de errores que los va corrigiendo cuando el virus se multiplica.

Las vacunas disponibles hasta el momento se basan en la proteína S (Spike) completa del SARS-CoV-2, la que no ha sufrido cambios tan severos como para no ser reconocida por el sistema inmunológico.

“Si las mascarillas y el distanciamiento social son eficaces ¿para qué vacunarnos?”

Las medidas de protección son indispensables para disminuir las probabilidades de contagio, pero no son suficientes para evitar que el virus siga infectando.

El objetivo de las vacunas es generar una inmunidad de grupo que nos permita volver a la normalidad, algo que no se consigue a través de las medidas sanitarias.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuente:

The Converstation.
Guía para desmentir 24 bulos sobre la vacuna de COVID-19.

Jose M Jimenez Guardeño, Investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas, King’s College London; Alejandro Pascual Iglesias, , Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ); Ana María Ortega-Prieto, Postdoctoral research associate, King’s College London; Francisco Javier Gutiérrez Álvarez, Postdoctoral research fellow, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC); Javier Cantón, Profesor de Biotecnología de Coronavirus, Campus Internacional para la Seguridad y Defensa (CISDE) ; José Angel Regla Nava, Scientific Research. Emerging viruses, La Jolla Institute for Immunology y Jose Manuel Honrubia Belenguer, Investigador, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.