Hace algunos días, el 28 de julio, se celebró el Día Mundial contra la Hepatitis, que como otras fechas de celebración convocadas y lideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), son siempre son un excelente motivo para traer a la conciencia y acción colectiva un tema sanitario de importancia para la humanidad.
La hepatitis es un padecimiento que inflama al hígado, y aunque puede remitir de manera espontánea, puede progresar hasta transformarse en fibrosis (cicatrización), cirrosis e inclusive cáncer de hígado.
La hepatitis de origen viral es la más frecuente de las hepatitis, aunque no la única, ya que puede desarrollarse por otras infecciones y diversos factores asociados, como el consumo excesivo de alcohol, algunos tipos de drogas, o enfermedades autoinmunes.
Para ampliar más el conocimiento sobre esta enfermedad, les comentamos que se tienen clasificados cinco virus causales de la hepatitis, a los que se les clasifica como hepatitis: A, B, C, D, y E, las que son provocadas por diferentes factores de riesgo.
Las hepatitis A y E están generalmente asociadas con el consumo de agua o alimentos contaminados, y las hepatitis B, C y D por el contacto con fluidos corporales infectados, entre los que podemos destacar la transfusión de sangre o productos sanguíneos contaminados; los procedimientos médicos invasivos en los que por descuido se utiliza instrumental incorrectamente, o no esterilizado, y en el caso específico de la hepatitis B, la transmisión de madre a hijo durante el parto, de un familiar a un menor o la realización de contactos sexuales sin protección.
Es importante comentar, que a pesar de que esta enfermedad puede encontrarse en cualquier parte del mundo, tan solo 11 países concentran alrededor del 50% de la carga de hepatitis crónicas y 17 países más tienen una alta prevalencia de este padecimiento, los que sumados a los 11 anteriores, asumen el 70% de la carga de esta enfermedad, naciones entre las que afortunadamente no se encuentra México.
11 países concentran casi el 50% de la carga mundial de hepatitis crónicas: Brasil, China, Egipto, India, Indonesia, Mongolia, Myanmar, Nigeria, Pakistán, Uganda y Vietnam.
17 países más tienen una alta prevalencia de la enfermedad y, junto con los anteriores, soportan el 70% de la carga mundial: Camboya, Camerún, Colombia, Etiopía, Filipinas, Georgia, Kirguistán, Marruecos, Nepal, Perú, Sierra Leona, Sudáfrica, Tailandia, Tanzania, Ucrania, Uzbekistán y Zimbabue.
Contextualizando el impacto que esta enfermedad tiene para la salud mundial, les comentamos que las hepatitis víricas provocaron 1.34 millones de muertes durante 2015, cifra equiparable al número de muertes provocadas por la tuberculosis y superior a las causadas por el VIH/SIDA.
Es preocupante constatar, además, que el número de fallecimientos por esta causa se sigue incrementando y cada día más personas son diagnosticadas con hepatitis, sobre todo “C”, cuyos motivos principales son los de compartir jeringas contaminadas utilizadas para el consumo de drogas y la administración de inyecciones poco seguras en ambientes sanitarios de baja calidad.
Como en otros padecimientos, es urgente detener o cuando menos frenar el contagio de la enfermedad, acelerar e impulsar el acceso de un cada vez mayor número de personas a pruebas diagnósticas precisas y oportunas y proporcionar tratamiento oportuno, accesible y permanente a quienes ya la padecen. En el caso específico de la Hepatitis B, es esencial incrementar exponencialmente el número de niños vacunados contra esta variante, acción que se estima ha protegido, hasta el momento, a 4.5 millones de infantes.
Las metas propuestas por la OMS con respecto a la hepatitis para el año 2030, son: conseguir que el 90% de las personas con infecciones por las variantes de las Hepatitis B y C se hayan sometido a pruebas de diagnóstico y el 80% de los pacientes estén bajo tratamiento.