Día Mundial del Alzheimer 2019.

Cuando nuestro cerebro olvida.

“Veo a mi madre parada frente a un espejo tratando, al menos eso pienso, de descubrir quién es y qué hace ahí. Hace un par de horas, cuando llegué a visitarla, la encontré sentada en un sillón de la sala con el control de la televisión en la mano y la mirada perdida, sin saber qué hacer con él, y probablemente sin saber siquiera para qué sirve. Al intentar saludarla, me miró entre asustada y sorprendida, tratando de recordar quién soy y por qué trataba de abrazarla y darle un beso, hasta que bruscamente me apartó de su lado, mientras me preguntaba ¿quién eres? Mi madre tiene 72 años de edad y desde hace dos le fue diagnosticada la enfermedad de Alzheimer”.

El pasado 21 de septiembre se celebró el Día Mundial del Alzheimer, la enfermedad neurodegenerativa más común entre las personas de la tercera edad, aunque es necesario aclarar que los especialistas recalcan que aunque se presenta preponderantemente en ese periodo de la vida, no debe considerarse como una enfermedad senil.

Aloysius Alois Alzheimer.(Marktbreit, 14 de junio de 1864 – Breslavia, 19 de diciembre de 1915). Psiquiatra y neurólogo alemán.

La enfermedad de Alzheimer fue bautizada así en honor de Alois Alzheimer, quien describió la neuropatología del padecimiento en 1906. Sin embargo, es necesario anotar que los síntomas de la enfermedad, claramente identificados como una entidad nosológica definida (nosología: rama de la medicina cuyo objetivo es describir, explicar, diferenciar y clasificar la variedad de enfermedades y procesos patológicos existentes), fueron identificados posteriormente por el psiquiatra alemán Emil Kraepelin, considerado como el fundador de la psiquiatría científica moderna, la psicofarmacología y la genética psiquiátrica.

La enfermedad de Alzheimer, o simplemente Alzhéimer (AZ), es incurable y terminal, y se le considera responsable de entre el 60 y el 80% de los casos de demencia. Se manifiesta con el deterioro cognitivo y el desarrollo de trastornos conductuales caracterizados en su forma típica, por la pérdida de la memoria a corto plazo y otras capacidades mentales, como las cognitivas superiores, las que se pierden con la muerte de neuronas altamente especializadas, y la atrofia irreversible de diversas zonas cerebrales.

Lo más común es que una vez establecido plenamente el diagnóstico, el paciente tenga una esperanza de vida aproximada de 10 años, aunque como ocurre generalmente con todas las enfermedades, el curso y expectativas de la misma se relaciona directamente con la severidad observada.

El Alzheimer se presenta con mayor incidencia a partir de la séptima década de vida, siendo infrecuente por debajo de los 65 años y aún más en la juventud, aunque existen casos documentados de ello. Cuando el Alzheimer se manifiesta por debajo de los 65 años de edad se le denomina de inicio precoz o de inicio temprano. Sin embargo, y como lo mencionamos previamente, el hecho de afectar preponderantemente a personas de la tercera edad conduce a pensar erróneamente que el AZ es parte cuasi obligada del proceso de envejecimiento, por lo que los especialistas aclaran que ni todos los ancianos sufren Alzheimer, ni la enfermedad de Alzheimer está presente exclusivamente en ancianos.

Algunos datos y cifras sobre el Alzheimer.

La demencia es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria.
La demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento.
El número de personas con demencia está aumentando rápidamente.
La enfermedad de Alzheimer, que es la forma más común de demencia, engloba entre el 60% y el 80% de los casos.
La demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores en el mundo.
La mayoría de los cuidadores de personas con demencia son familiares.

Síntomas.

La pérdida de capacidad para recordar información recién aprendida es el síntoma inicial típico de la enfermedad de Alzheimer, ya que los daños neuronales ocasionados por este padecimiento dañan la zona del cerebro encargada del aprendizaje. A medida que el Alzheimer avanza, se desarrollan y se agravan otros síntomas, como la desorientación espacial; la aparición de cambios súbitos e inexplicables en el humor y el comportamiento; confusión cada vez más aguda en relación con eventos, horas y lugares; sospechas infundadas sobre familiares, amigos y cuidadores; pérdida incremental de la memoria y cambios conductuales más severos, y en su etapa avanzada, dificultad para hablar, tragar y caminar.

Estos son los síntomas de alerta a considerar para acudir al médico:

Cambios en la memoria.
Dificultad para resolver problemas.
Dificultad para realizar tareas habituales.
Desorientación espacial y temporal.
Dificultad para relacionar objetos.
Problemas en el lenguaje oral y escrito.
Colocar objetos fuera de su lugar habitual.
Falta de juicio para tomar decisiones.
Pérdida de iniciativa.
Cambios en el humor o en la personalidad.

Es importante considerar que el Alzheimer no solamente afecta a quienes lo padecen, sino también a las personas que se encuentran en su entorno más cercano, particularmente a quienes se responsabilizan de su cuidado diario, las que sufren los cambios emocionales y conductuales que provoca la enfermedad.

Es por ello que lo recomendable es contar con profesionales capacitados para atender a los pacientes con Alzheimer, entendiendo que su entrenamiento les da los conocimientos y herramientas necesarias para enfrentar y manejar correctamente el avance de la enfermedad. Si eso no es posible, es importante que la persona o personas que cuidan al enfermo reciban, cuando menos, un entrenamiento básico sobre las características de la enfermedad, buscando minimizar su desgaste físico y emocional.