Es bien sabido que después de haber sufrido y sobrevivido a un infarto al miocardio, se desarrollará una cicatriz en el lugar de la necrosis, la que dependiendo de su ubicación y extensión, afectará en mayor o menor medida el funcionamiento normal del corazón.

Sin embargo, hay seres de otras especies, como el Danio rerio (pez cebra), el Astyanax mexicanus y la salamandra (caudata), que tienen la sorprendente capacidad de autosanarse, y recuperar su músculo cardiaco entre algunos otros órganos y miembros perdidos, eliminando por completo la cicatriz generada postinfarto, lo que ha motivado su estudio a lo largo de los años por múltiples equipos científicos.

En este tema, es imprescindible mencionar que el Astyanax mexicanus (un pequeño pez del Estado de Tabasco) tiene la peculiaridad de contar con dos poblaciones directamente emparentadas, pero opuestas, lo que es una gran fortuna para quienes lo investigan, ya que hace aproximadamente un millón y medio de años atrás, y por circunstancias actualmente desconocidas, algunos miembros de la especie se adaptaron a vivir en corrientes fluviales cavernosas, lo que los condujo progresivamente a perder su capacidad regenerativa cardiaca, la vista y la pigmentación, a diferencia de los que viven en la superficie.

El estudio comparativo de los dos subgrupos del Astyanax mexicanus, ha permitido que un grupo integrado por investigadores de importantes universidades británicas obtenga la información necesaria para determinar las peculiaridades genéticas por las que una de las ramas de la familia -la que habita en corrientes de agua a cielo abierto- es capaz de regenerar los daños ocurridos en su corazón, a diferencia de la que habita en cuevas, y que se le conoce popularmente como “sardina ciega” o “pachón”, y que al igual que los seres humanos no puede hacerlo.

De esta manera, los científicos cuentan con el equivalente a una “muestra espejo”, la que facilita la comparación directa de sus características genéticas y la detección de los genes involucrados en la regeneración cardiaca posterior a un infarto.

“La comparación de la respuesta natural de cicatrización-reparación cicatricial en la misma especie evita la confusión de factores fisiológicos, permitiendo identificar los mecanismos clave que impulsan la regeneración, ayudando a la traducción de los avances en nuestra comprensión de la regeneración del corazón de los peces al ser humano”.

Imagen tomada de: Heart Regeneration in the Mexican Cavefish

Gracias a esta singularidad, los científicos pudieron identificar claramente uno de los genes que le permite al Astyanax mexicanus (de superficie) autosanar su corazón después de haber sufrido un infarto, descubrimiento que abre nuevas vías de estudio sobre las patologías cardíacas en humanos, y aunque, es evidente la enorme distancia entre esta especie y nosotros, el descubrimiento es enorme y potencialmente prometedor.

Por: Manuel García Rodríguez

Fuente:

Cell Reports.
Heart Regeneration in the Mexican Cavefish.