El riesgo de padecer demencia temprana se incrementa hasta un 440% en personas en situación de pobreza con malos hábitos de vida, en comparación con individuos de clases acomodadas

Cada día tenemos mayor y más sólida evidencia de que las personas que tienen niveles socio económicos bajos acumulan factores de riesgo adicionales que permiten predecir, sin riesgo a equivocarse, una peor salud y una calidad y expectativa de vida más reducidas que las que disfrutan los segmentos poblacionales acomodados.

Para ello, y haciendo un rápido recuento de los artículos publicados en este medio sobre el tema de la pobreza como factor de riesgo para la salud, les comentamos que en 2017, hace ya siete años, publicamos un artículo titulado “La pobreza disminuye la calidad y expectativa de vida de quienes viven en esas precarias condiciones”, en el que, teniendo como fuente un estudio que incorporó la participación de más de treinta especialistas de instituciones de alto nivel, como la Universidad de Columbia, el King’s College de Londres, la Escuela de Salud Pública de Harvard, el Hospital Universitario de Lausana, Suiza y el Imperial College de Londres, por mencionar algunos de ellos, concluyó, que “el bajo nivel socioeconómico es uno de los indicadores más fuertes de la morbilidad y mortalidad prematura en todo el mundo. Sin embargo, las estrategias de salud global no consideran las circunstancias socioeconómicas pobres como factores de riesgo modificables”.

En datos duros, el nivel socio económico restó 2.1 años a la esperanza de vida en adultos entre 40 y 85 años, en contraparte con otros factores de riesgo claramente aceptados como el tabaquismo, que disminuye la esperanza de vida en casi 5 años; la diabetes, que le resta 3.9 años; el sedentarismo, 2.4 años; la hipertensión, 1.6 años; la obesidad, 0.7 años; y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, 6 meses.

Después de siete años de publicado el estudio al que nos referimos, las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong (China), publicados recientemente en la revista The Lancet / Healthy Longevity, aseguran que las personas que viven en ámbitos socioeconómicos más bajos tienen hasta tres veces más probabilidades de desarrollar demencia de aparición temprana, pero si además tienen hábitos de vida poco saludables, el riesgo se escala hasta un aterrador 440% más, en comparación con las probabilidades que tienen los niveles socioeconómicos más altos con estilos de vida saludables.

“Se utilizaron dos modelos para probar las asociaciones entre la incidencia de demencia de inicio temprano y el estado socioeconómico. El primer modelo probó las asociaciones entre el estado socioeconómico y la incidencia de demencia de inicio temprano y tardío, ajustado a las covariables. El estatus socioeconómico de los participantes se definió utilizando el nivel de educación, los ingresos y el estado de empleo a través de un análisis de clase latente. El segundo modelo incluía además una puntuación de estilo de vida saludable, que se construyó utilizando datos sobre el tabaquismo, el consumo de alcohol, la actividad física y el índice de Dieta Saludable. La demencia de inicio temprano se definió como un caso de demencia diagnosticado antes de los 65 años de edad. Se utilizaron modelos de regresión de riesgo proporcional de Cox ajustados a multivariables para estimar la relación de riesgo (HR) para el riesgo de demencia. Utilizamos modelos de regresión de riesgo proporcional de Cox ajustados a multivariables para estimar la FC para el riesgo tanto de demencia de inicio temprano como de demencia de inicio tardío”.

Profundizando en las conclusiones del estudio, es posible constatar que la demencia de inicio temprano y la demencia de inicio tardío podrían tener diferentes perfiles de factores de riesgo, y, aunque éstos son parecidos, la magnitud de las asociaciones entre los factores de riesgo y la incidencia de demencia fue mayor para la demencia de inicio temprano. Solo una pequeña proporción de la desigualdad socioeconómica en el riesgo de demencia fue mediada por estilos de vida saludables, lo que nos muestra la necesidad inaplazable de impulsar, además de una mayor equidad social, acciones que consigan llevar a la población a adoptar un estilo de vida saludable que permita, al menos, mejorar parcialmente los determinantes sociales de la salud.

El estudio muestra una vez más como la pobreza es, además de una lacerante situación, un elemento que demerita la calidad y expectativa de vida.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF

Fuentes:

The Lancet / Healthy Longevity. (Diciembre de 2023).
Associations of socioeconomic status and healthy lifestyle with incident early-onset and late-onset dementia: a prospective cohort study

códigoF. (6 de mayo de 2017).
La pobreza disminuye la calidad y expectativa de vida de quienes viven en esas precarias condiciones