Un sorprendente estudio publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), demostró que el sufrimiento y las privaciones en la infancia temprana generan alteraciones en la estructura cerebral adulta, las que no se ven compensadas ni reparadas a pesar de tener mejores condiciones ambientales a posteriori.
Partiendo del conocimiento previo, obtenido a través de la observación de ratones de laboratorio sometidos a privaciones durante los primeros meses de vida, en los que se había observado un desarrollo cerebral deficiente en comparación con el de roedores en condiciones de vida adecuadas, y ante la obvia limitante ética de replicar estas dolorosas circunstancias en seres humanos para comprobar su teoría, los investigadores vieron la oportunidad de realizar el experimento teniendo como sujetos de estudio a una muestra representativa de los huérfanos rumanos que quedaron abandonados al cuidado del estado en condiciones enormemente precarias, durante la dictadura Rumana de Nicolae Ceausescu (muerto por fusilamiento en 1989) en los ochentas, y que posteriormente fueron adoptados, recibiendo cuidados y atención de calidad.
En el estudio, titulado: “Early childhood deprivation is associated with alterations in adult brain structure despite subsequent environmental enrichment”, los investigadores analizaron (en algunos casos dando seguimiento desde los años noventas), el cerebro de 67 huérfanos que habían pasado entre 3 y 31 meses de privaciones en Rumanía y una muestra comparativa de 20 niños ingleses que habían transcurrido alrededor de seis meses de su niñez en instituciones de acogida británicas, antes de tener la fortuna de ser adoptados por familias inglesas, resultados que se incorporaron a los obtenidos previamente en el estudio ERA (English and Romanian Adoptees).
Los resultados obtenidos muestran una reducción media del volumen total del cerebro de aproximadamente el 8.57%, menor coeficiente intelectual, pobres logros académicos, mayores tasas de desempleo, menores capacidades cognitivas y habilidades sociales, y más problemas emocionales, como ansiedad y depresión, aún pasados los 20 años de edad, en comparación con niños que tuvieron una infancia razonablemente feliz.
El estudio concluye también que el tiempo transcurrido en condiciones de extrema privación impacta de manera diferenciada el desarrollo del cerebro. Para poner la anterior afirmación en contexto, les comentamos que los científicos determinaron que por cada mes de sufrimiento en la infancia, los adultos estudiados tienen, además de entre dos y tres centímetros cúbicos de menor masa cerebral, cambios en el volumen y grosor de diversas áreas de ese órgano.
Más allá de las importantes conclusiones obtenidas con la observación del desarrollo cerebral de los “huérfanos de Ceausescu”, podemos asumir el fuerte impacto que las condiciones de extrema privación, falta de cuidados e inseguridad en la niñez, no necesariamente en condiciones de orfandad, provoca en quienes las padecen, o las han padecido.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.
Fuentes:
Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS). Early childhood deprivation is associated with alterations in adult brain structure despite subsequent environmental enrichment. | PNAS January 7, 2020 117 (1) 641-649; first published January 6, 2020 | Edited by Nim Tottenham, Columbia University, New York, NY, and accepted by Editorial Board Member René Baillargeon November 11, 2019 (received for review July 1, 2019).