Es probable que hayan visto la comedia romántica “Mejor imposible” (As good as it gets, por su título en ingles) en la que Jack Nicholson, representa el papel de Melvin Udall, un reconocido escritor de novelas románticas con Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), teniendo como coprotagonista a Helen Hurt, cinta por la que Nicholson y Hunt recibieron un premio Oscar como mejor actor y actriz, respectivamente.
Aunque arrancamos esta nota con la mención de una película, el texto no está inscrito en el ámbito cinematográfico, si no en el médico, pues abordaremos un desorden psicológico que se presenta con mayor frecuencia de lo que podríamos pensar, el TOC.
Para poner en contexto el impacto negativo de este desorden, les compartimos que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), este padecimiento es uno de las 20 enfermedades más discapacitantes y uno de los 5 padecimientos psiquiátricos que se presentan con mayor frecuencia.
Los pacientes con TOC tienen una calidad de vida muy pobre, ya que la condición es extremadamente agotadora física y emocionalmente, y por si misma, conduce a la incapacidad laboral temporal o baja permanente. Las obsesiones más comunes son el miedo irracional a contaminarse (microbios, bacterias, etc), temor a estar en riesgo o que otras personas estén en peligro, necesidad de mantener el orden y la exactitud y tener dudas excesivas. Las compulsiones habituales que se realizan como respuesta ritualista a estas obsesiones, incluyen lavarse repetidamente las manos, contar una y otra vez lo ya contado, acumular sin sentido y arreglar cosas, en ocasiones no descompuestas.
El TOC es un trastorno ansiogénico en el que las personas tienen pensamientos, sentimientos, ideas, sensaciones (obsesiones) y comportamientos repetitivos e indeseables, que los impulsan a hacer algo una y otra vez (compulsiones), lo que más allá de ser gracioso o simpático, como frecuentemente se les presenta de manera superficial, les genera gran desasosiego.
Los pensamientos e imágenes mentales perturbadores y frecuentes, son llamadas obsesiones y los rituales que los afectados realizan repetitivamente para evitar o disminuir la ansiedad, se denominan compulsiones.
En algunos casos, los signos y síntomas de este desorden pueden ser identificados desde la niñez, aunque es más frecuente que el diagnóstico se realice hacia el final del segundo decenio de vida y en ocasiones pasados los 30 años de edad, sin que haya marcada prevalencia sexual.
Los sujetos que padecen TOC son conscientes de que sus obsesiones y compulsiones son “excesivas e irracionales”, pero a pesar de tener una clara percepción de ello, no pueden evitarlas, aunque afecten gravemente todas las esferas de su vida cotidiana.
Desgraciadamente, aún se desconoce con precisión el origen causal de este desorden, pero se sospecha que detrás del mismo hay una combinación de factores biológicos (antecedentes familiares de TOC) y sociales (como padres sobreprotectores y controladores). Los expertos acotan que un gran porcentaje de los sujetos que presentan este desorden tuvieron unos padres excesivamente rígidos y controladores que nunca reforzaron su autoestima, contribuyendo, desde la infancia, a incrementar sus niveles de ansiedad e inseguridad, potencializando el desarrollo de pensamientos negativos, preocupaciones y posteriormente la aparición de obsesiones seguidas de compulsiones.
Los especialistas consideran que para diagnosticar correctamente el TOC una persona debe presentar los siguientes síntomas:
- Su actividad obsesiva-compulsiva consume cuando menos una hora diaria.
- Siente mucha angustia por sus obsesiones y compulsiones.
- Se ve impedido a tener una vida normal.
¿Cómo se trata el TOC?
Para tratar esta afección, los especialistas utilizan de manera concomitante fármacos y terapia conductual.
- Los medicamentos empleados incluyen antidepresivos, antipsicóticos y estabilizadores del estado de ánimo, aunque es necesario anotar que el TOC es un padecimiento crónico en el que los pacientes viven períodos agudos, seguidos de períodos de mejoramiento, siendo altamente improbable que tengan períodos completamente asintomáticos.
- La psicoterapia (terapia cognitiva conductual o TCC) ha demostrado ser efectiva para ayudar a las personas con este trastorno. Durante el proceso, la persona es expuesta muchas veces a la situación que desencadena sus pensamientos obsesivos para que aprenda gradualmente a tolerar la ansiedad y resistir las ganas de llevar a cabo el acto compulsivo. La TCC también se utiliza para reducir el estrés, la ansiedad y resolver conflictos internos.
- Un elemento positivo adicional son los grupos de apoyo, los que podrían ayudar a la persona con TOC a no sentirse aislado. Es importante, sin embargo, anotar categóricamente que estos grupos no deben considerarse de ninguna manera como sustituto del tratamiento farmacológico y la psicoterapia.