Desde hace tiempo, la capacidad de las sociedades de consumo para generar desperdicios altamente contaminantes es un problema exponencialmente peligroso, que afecta tierra, agua y aire, poniendo en riesgo potencial la viabilidad de la salud y la vida humana en la tierra, tal y como la conocemos.
Lo que desperdiciamos, lo que ya no usamos, lo que no sirve, y peor aún, lo que tiramos a pesar de tener utilidad es un monstruo que, como la Hidra de Lerna de múltiples cabezas de la mitología griega, nos arroja su aliento corruptor y venenoso, como retorno al abuso que hemos hecho por siglos de los recursos de nuestro planeta.
Entre todas las cosas que descartamos, los medicamentos ocupan una posición destacada, ya que para no convertirse en una fuente potencialmente contaminante, deben ser desechados, manipulados y destruidos correctamente.
Durante años, las personas teníamos la equivocada costumbre de arrojar a la basura y aún peor al W.C. o al lavabo, los medicamentos de los que nos queríamos deshacer, sin considerar cuál sería su destino final y el daño que pudieran ocasionar.
Aunque estas acciones no eran intencionales, coadyuvaron a la contaminación de los recursos naturales, exponiéndonos a factores de riesgo desconocidos.
Es por ello que la industria farmacéutica formalmente establecida en México, integrada por la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, (CANIFARMA), la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF) y la Asociación Nacional de Fabricantes de Medicamentos (ANAFAM), constituyó hace 7 años, el Sistema Nacional de Gestión de Residuos de Envases y Medicamentos, A.C. (SINGREM), cuya misión es la recolección, el manejo seguro y la correcta destrucción de los medicamentos caducos o sobrantes que ya no requieren los pacientes o sus familiares.
Con esta acción, la industria farmacéutica cubre gustosamente una de sus múltiples responsabilidades, cumplimentando además la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LEGPGIR), y la Ley General de Salud, sobre el manejo de medicamentos desechados, establecidas por las autoridades sanitarias y de ecología de nuestro país.
Para cumplir su objetivo, el SINGREM diseñó unos contenedores especiales que se encuentran ubicados generalmente en farmacias, en los que las personas pueden desechar con seguridad los medicamentos que por una u otra razón ya no necesitan en sus hogares.
Hasta el momento, SINGREM tiene ubicados 5,000 contenedores de residuos farmacéuticos en 26 estados de la República Mexicana y continúa trabajando para tener, en el menor tiempo posible, más puntos de recolección y cobertura nacional.
El procedimiento establecido por el SINGREM se inicia con la recolección mensual de los medicamentos desechados en sus contenedores, los que son llevados a dos grandes almacenes ubicados en la Ciudad de México y en Guadalajara, Jalisco. En estos centros de acopio, personal altamente capacitado separa los medicamentos recogidos, clasificándolos por: Razón social del Fabricante, grupo terapéutico al que pertenece el medicamento, principio activo o sal (nombre genérico), forma farmacéutica (cápsulas, comprimidos, inyectable, jarabe, suspensión, etc.), a que mercado (público o privado) estaba destinado el medicamento, si el producto está caducado o no, a que fracción sanitaria pertenece el fármaco y la condición del envase (completo, vacío o parcialmente usado).
La información obtenida permite generar información estadística de utilidad para la realización de estudios de salud pública.
Una vez clasificados, los medicamentos son transportados para su destrucción final por el gestor ambiental a través de un prestador de servicios especializado y ampliamente calificado para este fin, el que a través de diferentes procesos, como: hornos de cemento y tratamiento térmico, destruye los medicamentos con el mínimo impacto ambiental.
Una vez procesados, el prestador de servicios especializado emite un certificado de destrucción final, o manifiesto, el que es enviado a las oficinas de SINGREM, para cerrar el ciclo del manejo correcto de residuos.
Vale la pena mencionar que en mayo del 2017, SINGREM habrá alcanzado desde el inicio de sus operaciones la impresionante cifra de recolección y destrucción de 8 millones de toneladas de fármacos desechados, poniéndose como meta durante 2017 la colocación de 1,000 contenedores más hasta llegar a un total de 6,000 y recolectar, a partir del próximo 2018, un total de 1,000 toneladas anuales.
Destaca la importancia ecológica de las acciones realizadas por el SINGREM, ya que a través de ellas se evita en un alto porcentaje, la disposición incorrecta y peligrosa de fármacos que por una razón u otra, ya no están en los botiquines de los hogares mexicanos.
Al momento SINGREM tiene afiliados a 100 laboratorios, pero aunque esta cifra es sin duda importante, está trabajando intensamente para adherir a 100 laboratorios más, esperando que asuman plenamente la responsabilidad social ecológica que les corresponde.