A grandes rasgos podríamos decir que la biodisponibilidad de un fármaco es la cualidad para que la sal o el principio activo del mismo alcance (sin que su estructura farmacológica sea alterada o inhabilitada, y en un tiempo determinado “farmacocinética”) desde el momento de la administración hasta su objetivo o diana terapéutica en el organismo, con la concentración adecuada y después de haber transitado por el organismo de quien lo recibió, hasta llegar al flujo sanguíneo.
La biodisponibilidad está íntimamente relacionada con la forma farmacéutica, la cual es la combinación de uno o más principios activos con determinadas características físicas para su correcta dosificación, conservación y administración.
El tema de la biodisponibilidad de un fármaco es esencial, y va más allá de que su principio activo sea el correcto, ya que si éste no llega a los receptores específicos, en la dosis necesaria y en el tiempo requerido, su acción será débil, excesiva, irregular o inexistente.
Es por ello que la acción de un fármaco se ve determinada tanto por la calidad y especificidad de su principio activo como por la correcta forma farmacéutica, la cual determina en gran medida la biodisponibilidad y los efectos secundarios indeseados del mismo.
Para poner estos conceptos en términos coloquiales podríamos decir que el medicamento es una epístola de gran importancia, la forma farmacéutica es el tipo de sustrato, tinta, recipiente, etc. en el que está plasmada y se traslada la carta, la biodisponibilidad es el mensajero que la transporta y el destinatario es el receptor al cual debe ser entregado (inalterado) el contenido del comunicado.
Dada la importancia que para el éxito terapéutico tiene la correcta biodisponibilidad de un principio activo adecuado, el Dr. Fabián Flores-Jasso, investigador del Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN), trabaja actualmente en el aprovechamiento y uso de las vesículas extracelulares, una especie de nano estructuras, parecidas a sacos generadas por el propio organismo, para usarlas como el transporte de medicamentos a través del sistema circulatorio, entregándolos con rapidez y precisión en el lugar requerido.
Las vesículas extracelulares son uno de los mecanismos que las células tienen para comunicarse con órganos distantes. Estas vesículas se producen de manera natural cuando las células recubren diferentes sustancias con una capa de lípidos, saliendo de las células en las que se crearon, viajando por el torrente sanguíneo hasta otros tejidos para fusionarse con ellos, entregando las proteínas, ácidos nucleicos y los diferentes componentes que transportaban.
El objetivo del Dr. Flores-Jasso, es encontrar la forma de modificar el contenido de las vesículas extracelulares para que funcionen como “vehículos de entrega segura” de fármacos hasta su destino final, sin demoras, pérdidas, ni efectos secundarios indeseados.
Además de su capacidad de transporte, otra característica destacada (y para estos efectos sumamente útil) es que las vesículas extracelulares poseen en su membrana diferentes moléculas que funcionan como marcadores o etiquetas, las que les indican específicamente con qué tejido fusionarse.
Esta revolucionaria idea adquiere un mayor interés cuando se trata de hacer llegar algún fármaco a órganos de difícil acceso, como lo es el cerebro, el que está protegido por la barrera hematoencefálica, una estructura que impide que las sustancias circulantes por la sangre puedan acceder a él, lo que además de protegerlo contra posibles invasores dañinos, complica enormemente la administración de fármacos al sistema nervioso central.
Sin embargo, este genial concepto que serviría para transportar diferentes medicamentos a tejidos específicos no es una tarea fácil, ya que para convertirse en un procedimiento estándar los científicos requieren resolver antes varios y complejos problemas entre los que destacan la obtención, cultivo, manipulación, inoculación (del principio activo a entregar), “programación” y reinserción de las vesículas extracelulares en el torrente sanguíneo del paciente.
Otro de los retos a resolver es identificar los marcadores específicos que hacen llegar a las vesículas extracelulares a cada órgano y tejido, lo que les permitiría crear vesículas totalmente sintéticas en el laboratorio, utilizando los fosfolípidos conocidos que forman su membrana.
Como en otras investigaciones en curso, los resultados concretos y sus aplicaciones terapéuticas prácticas requieren tiempo, recursos financieros suficientes y oportunos y la pasión incombustible de los investigadores y los científicos empeñados en la búsqueda de soluciones que ayuden a la construcción de una humanidad más justa y sana.
Fuentes:
Conacyt.
Nanotecnología para “repartir” fármacos en el organismo.
NCBI.
Delivery of siRNA to the mouse brain by systemic injection of targeted exosomes.
Manual MSD.
Versión para profesionales. Biodisponibilidad de los fármacos.
EUPATI.
Academia Europea de pacientes. Biodisponibilidad y bioequivalencia.