El 20 de septiembre pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicó el informe: “Antibacterial agents in clinical development – an analysis of the antibacterial clinical development pipeline, including tuberculosis”, en el que se revela la carencia de nuevos antibióticos en fase de desarrollo, indispensables para combatir la creciente amenaza de la resistencia a los antimicrobianos, y que tiene en riesgo la vida de millones de personas.
Esta es la más reciente y alarmante llamada de atención de la OMS sobre un problema que día con día se torna más grave, acuciante y para el que (al menos por el momento) no parece haber respuestas en el futuro mediato.
Es tan peligroso el problema de las resistencias bacterianas a los antibióticos, tema abordado el pasado 14 de agosto, con el título: “El plan de acción de la OCDE para fortalecer e impulsar las actividades de I+D en contra de las “súper bacterias”, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) planteó la necesidad de implementar urgentemente acciones decididas y proporcionar incentivos económicos que apoyen el desarrollo de nuevos antimicrobianos, vacunas y sistemas de diagnóstico oportuno.
Esta organización pone el dedo en la llaga, al considerar que las líneas de investigación y desarrollo actuales para las nuevas terapias antimicrobianas se han debilitado por tres razones principales: los nuevos desafíos científicos, la alta incertidumbre y los bajos ingresos, lo que ha provocado que la investigación de nuevos antibióticos resulte poco atractiva a nivel financiero, y aunque en los últimos años se han puesto en marcha varias iniciativas e incentivos económicos adicionales, no han tenido el empuje necesario, por lo que propone que sea el Grupo de los 20 (G20), el que a través de tres ejes de acción impulse y fortalezca la investigación de nuevos antibióticos.
La OMS puntualiza que la Investigación y Desarrollo (I+D) de nuevos antibióticos no puede depender exclusivamente, ni quedar a merced de las fuerzas y los intereses del mercado, por lo que es necesario que los centros de investigación se aboquen al desarrollo de nuevos fármacos antibióticos, que permitan un combate eficaz contra los patógenos que ponen en peligro la vida humana, y que aceleradamente se vuelven más resistentes a los tratamientos actualmente disponibles.
A este respecto, la OMS considera que la mayoría de los antibióticos en proceso de desarrollo, son realmente modificaciones a diversas clases ya existentes, y que ante los problemas actuales solamente ofrecerán soluciones de corto plazo.
En el informe se indica que hay muy pocas opciones terapéuticas posibles para las infecciones resistentes a los antibióticos señaladas por la OMS como las mayores amenazas para la salud, y que incluyen la tuberculosis farmacorresistente, padecimiento que el año pasado provocó la muerte de aproximadamente 250,000 seres humanos.
“La resistencia a los antimicrobianos es una emergencia para la salud mundial que comprometerá gravemente el avance de la medicina moderna. Hay una necesidad urgente de aumentar la inversión en investigación y desarrollo para luchar contra las infecciones resistentes a los antibióticos, entre ellas la tuberculosis. De otro modo, volveremos a los tiempos en los que la gente temía contraer infecciones habituales y ponía en riesgo su vida si se sometía a intervenciones quirúrgicas sencillas”. Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS.
Además de las bacterias causantes de la tuberculosis multirresistente, la OMS identifica 12 clases de patógenos de alta peligrosidad, entre los que destacan algunos de los que provocan las infecciones más frecuentes, como la neumonía o las infecciones en las vías urinarias (IVU), y que cada vez presentan mayor resistencia a los antibióticos y por lo tanto requieren urgentemente nuevos tratamientos.
“Los investigadores y las empresas farmacéuticas deben desarrollar urgentemente nuevos antibióticos contra determinados tipos de infecciones muy graves que pueden matar a los pacientes en cuestión de días, porque no tenemos modo de defendernos contra ellas”. Dra. Suzanne Hill, directora del Departamento de Medicamentos Esenciales de la OMS.
En el informe se mencionan 51 nuevos antibióticos y biofármacos en desarrollo clínico; sin embargo, la OMS considera que solamente ocho de esas moléculas son tratamientos innovadores. Si a lo anterior añadimos que en las líneas de investigación hay muy pocos antibióticos de administración oral, la situación se torna más compleja.
“Hay una grave falta de opciones terapéuticas para Mycobacterium tuberculosis multirresistente y ultrarresistente y contra bacterias gramnegativas, entre ellas enterobacterias (como Klebsiella y Escherichia coli) y Acinetobacter, las que pueden causar infecciones de gravedad –con frecuencia mortales– y son especialmente peligrosas en los hospitales y las residencias de ancianos”.
En la búsqueda de soluciones para la carencia de nuevos antibióticos capaces de combatir con éxito a las bacterias multirresistentes, la OMS y la Iniciativa Medicamentos para las Enfermedades Desatendidas (DNDi), establecieron la Alianza mundial de investigación y desarrollo de antibióticos (Global Antibiotic Research and Development Partnership -GARDP), en la que: Alemania, Luxemburgo, los Países Bajos, el Reino Unido, Sudáfrica, Suiza y el Wellcome Trust se comprometieron, el pasado 4 de septiembre, a destinar más de 56 millones de Euros para tratar de cumplir este objetivo.
La Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi, por sus siglas en Inglés) es una organización sin ánimo de lucro que, orientada por las necesidades de los pacientes, se dedica a la investigación y desarrollo (I+D) de medicamentos para enfermedades olvidadas (enfermedades de los pobres) como la leishmaniasis, la enfermedad de Chagas, la enfermedad del sueño, (tripanosomiasis africana humana o TAH), la malaria, el SIDA infantil y ciertas infecciones causadas por helmintos.
Si bien es innegable la urgente necesidad de nuevos antibióticos, queda en nosotros la responsabilidad de tratar de prevenir el desarrollo de infecciones, así como el uso correcto y responsable de los antibióticos.
Fuentes:
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