Más allá de las consideraciones morales y éticas sobre la pobreza y desigualdad social en la que transcurre la vida de cada vez mayores sectores de la humanidad, sobre todo en los países de bajos ingresos, un equipo de investigadores que incluye a más de treinta especialistas de instituciones de alto nivel, como la Universidad de Columbia, el King’s College de Londres, la Escuela de Salud Pública de Harvard, el Hospital Universitario de Lausana, Suiza y el Imperial College de Londres, por mencionar algunos de ellos, han llegado a la conclusión, sólidamente documentada, que estas condiciones inequitativas son la causa más importante para la afectación negativa, en calidad y tiempo, de la vida de quienes viven en situación de alta precariedad socio-económica.
El estudio al que nos referimos fue publicado el 31 de enero del 2017 en la revista científica The Lancet bajo el título: “Socioeconomic status and the 25 × 25 risk factors as determinants of premature mortality: a multicohort study and meta-analysis of 1·7 million men and women” (El estatus socioeconómico y los factores de riesgo 25 × 25 como factores determinantes de la mortalidad prematura: un estudio multicéntrico y metanálisis realizado en 1.7 millones de hombres y mujeres), y en él se concluye, sin lugar a dudas, que a pesar de que los bajos niveles socioeconómicos son uno de los predictores más fuertes de morbilidad y mortalidad prematuras, la condición de pobreza no está considerada, ni incluida, como un factor de riesgo modificable en las estrategias de salud global, lo cual distorsiona el abordaje y las posibilidades de alcanzar las metas de salud planteadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Plan de Acción Mundial 2013-20 para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles (ENT).
¿Cuáles son las consideraciones del Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles?
El Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles (ENT) planteado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye siete factores de riesgo como los causantes principales de la morbilidad y mortalidad prematuras en el mundo: Elevado consumo de bebidas alcohólicas, actividad física insuficiente, consumo de tabaco, hipertensión, ingesta de sal o sodio, diabetes y obesidad, a los cuales denominó como “factores de riesgo 25 × 25”, planteando en este documento la meta de reducir la mortalidad prematura de enfermedades no transmisibles en un 25% para 2025.
Por otra parte el Global Burden of Disease (GBD), una organización que realiza anualmente un estudio sobre las causas de morbilidad y mortalidad en 21 regiones, tomando en cuenta 67 factores de riesgo, no considera a la pobreza como uno de los predictores más relevantes relacionados con los índices de morbilidad y la muerte prematura en el mundo.
Si tomamos en cuenta la visión y posturas de la OMS y la del GBD, podemos inferir que al no considerar a la pobreza como uno de los factores de riesgo modificables para disminuir las cifras de morbilidad y mortalidad prematuras, no será tomado en cuenta como elemento esencial para el diseño de las estrategias de salud ni de las políticas públicas, tanto nacionales como globales, lo cual profundizará las desigualdades entre la calidad y la expectativa de vida de las clases acomodadas y las desfavorecidas.
Las cifras del estudio
La amplitud y solidez del estudio, el cual incluyó el análisis del impacto del nivel socioeconómico en la morbilidad y la mortalidad en comparación con otros factores de riesgo aceptados, como la hipertensión, la obesidad y la diabetes, se realizó en 1.7 millones de pacientes con un promedio de seguimiento de 13 años, hasta su muerte.
La evidencia obtenida en esta investigación, la cual coincide con estudios realizados previamente, llevó a los investigadores a declarar: «Nuestros hallazgos sugieren que las estrategias y acciones globales definidas en el plan de salud de la OMS excluyen (a la pobreza como) un importante determinante de la salud de su agenda», ya que la pobreza es sin duda un importante factor de riesgo que daña la salud tanto como el tabaco, el alcohol, el sedentarismo, la hipertensión, la obesidad y la diabetes, disminuyendo la esperanza de vida en mayor proporción que varios de los factores de riesgo citados anteriormente.
Las conclusiones del estudio se fortalecieron con la obtención de información individual de 48 estudios de cohortes prospectivos independientes de Europa, EE.UU. y Australia, los que les proporcionaron los datos concluyentes para determinar las fracciones atribuibles a la población y los años de vida perdidos directamente relacionados con la pobreza, comparándolos con la mortalidad y los años de vida perdidos atribuibles a los 25 × 25 factores de riesgo.
Hay que considerar que, de los 56 millones de personas fallecidas durante el 2015, el 71%, casi las tres terceras partes, lo hicieron prematuramente a consecuencia de enfermedades no transmisibles. Sin embargo, llama la atención, que las enfermedades no transmisibles no estaban incluidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que expiraron en 2015.
Silvia Stringhini, miembro del equipo de investigadores que publicaron el estudio, comentó que los siete factores de riesgo incluidos en el plan de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no son todos ni suficientes, y que a ellos, y para ser más precisos, se les debe sumar el bajo nivel socioeconómico como el octavo (y muy importante) factor de riesgo.
Los números de la pobreza en México
De acuerdo con información del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), bajo el título “Medición de la pobreza en México”, basada en la información obtenida por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), como resultado de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) y del Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) realizada a nivel nacional y en 32 entidades federativas, entre agosto y noviembre de 2014, encontramos los siguientes datos, los cuales para efectos de este artículo agruparemos, sin desglosar datos parciales.
Es fundamental antes de continuar con los datos duros, mencionar que para la determinación de la pobreza se toman en consideración los siguientes reactivos: Ingreso, rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, acceso a alimentación, calidad y espacios de vivienda y acceso a servicios básicos de vivienda.
Los datos muestran que el número de personas población, expresado en millones, en “POBREZA” pasó de 53.3 millones de individuos en 2014 a 55.4 millones de personas en 2014.
Con respecto al dato de “POBREZA EXTREMA”, el número de personas, expresado en millones decreció de 11.5 millones de individuos en 2012 a 11.4 millones de personas en 2014.
Si agrupamos las cifras de “POBREZA” y “POBREZA EXTREMA”, encontraremos que en 2014 el número de personas por debajo del umbral de satisfactores elementales era de 66 millones 800 mil personas.
Tomando en cuenta que en el mismo (2014), el número total de mexicanos era de 125 millones 386 mil habitantes, podemos concluir que la mayor parte de la población mexicana (53.28%) tenía, además de uno o varios de los siete factores de riesgo enlistados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el octavo factor de riesgo de “pobreza”, del que la investigación realizada da cuenta en los resultados de su estudio.
El futuro de la salud en México ante los niveles de pobreza
Si tomamos en consideración los resultados del estudio publicado en The Lancet y los cruzamos con las cifras obtenidas en la encuesta realizada por el INEGI, que muestran que más del 50% de la población en México en 2014 se encontraba en situación de “pobreza” o de “pobreza extrema”, nos daremos cuenta que los sistemas de salud, tanto públicos como privados se enfrentan a un enorme reto operativo y financiero.
Por una parte, tendrán que atender a las crecientes necesidades de servicios de salud de una población generacionalmente envejecida que desarrolla enfermedades crónico- degenerativas, y por la otra la atención a una enorme cifra de mexicanos en circunstancias de “pobreza” y “pobreza extrema”, los que desarrollarán enfermedades y fallecerán por condiciones asociados a lo que Silvia Stringhini, miembro del equipo de investigadores del estudio llama el “octavo factor de riesgo”.
Los retos para los sistemas de salud en nuestro país y a nivel global ya eran formidables sin tomar en consideración los resultados de este estudio, los que los hacen aún más acuciantes.
La equidad social no es un tema exclusivo de la política, sino también del ámbito de la salud, las que se entrecruzan en un galimatías que debe ser tomado en cuenta para el diseño e implementación de nuevas políticas sociales.
Fuentes:
The Lancet. Socioeconomic status and the 25 × 25 risk factors as determinants of premature mortality: a multicohort study and meta-analysis of 1·7 million men and women
The Lancet. Socioeconomic status and the 25 ×25 risk factors as determinants of premature mortality: a multicohort study and meta-analysis of 1·7 million men and women (PDF format)
The Lancet.
Social rank: a risk factor whose time has come?
Institute for Health Metrics and Evaluation.
About GBD.
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. CONEVAL. Medición de la pobreza en México y en las entidades federativas 2014.
Expansión.
Datos Macro. México-Población.
Diario El País.
La pobreza acorta la vida más que la obesidad, el alcohol y la hipertensión.