La temporada invernal incrementó sustancialmente la incidencia de enfermedades respiratorias agudas

En artículos previos hemos comentado la necesidad de no bajar la guardia contra la amenaza latente del SARS-CoV-2, agente causal del COVID-19, ya que como ocurre con cualquier otro virus, salvo el de la viruela (declarada erradicada el 9 de diciembre de 1979), estos agentes infecciosos llegan a nuestras vidas para quedarse, y aunque las vacunas desarrolladas en un tiempo inédito nos ayudaron a contener la expansión y peligrosidad de la pandemia, el número de contagios se ha incrementado durante las últimas semanas como producto del clima y de las reuniones decembrinas, como ocurrió a lo largo del meteoro sanitario.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), han informado el incremento de los casos de COVID-19, influenza, y virus sincitial respiratorio, lo que ha conducido al aumento de las cifras de ingresos hospitalarios a las áreas de cuidados intensivos, y, aunque en cifras menores, al número de fallecimientos por alguna enfermedad respiratoria aguda.

A nivel global, y de acuerdo con datos de la OMS, los últimos dos meses del año 2023 registraron una escalada en los ingresos hospitalarios que ronda el 42%, y un incremento del 68% en la admisión a las unidades de cuidados intensivos.

Por su parte, la OPS considera que, ante el incremento estacional del número de casos de enfermedades respiratorias agudas, incluidas en ellas el COVID-19, es importante mantener al menos algunas de las medidas precautorias para disminuir las posibilidades de contagio, como son el uso de cubrebocas fuera de casa, particularmente en lugares concurridos y mal ventilados, el lavado regular de manos con agua y jabón o en su defecto la aplicación de gel con alcohol (con un 70% mínimo), sobre todo después de haber estado en algún tipo de establecimiento o de transporte público, y algo que en esta temporada se vuelve algo casi impracticable: evitar los apretones de manos, los besos y abrazos.

Por otra parte, y como se lo informamos en octubre del año pasado, las autoridades sanitarias iniciaron la campaña de vacunación estacional contra la influenza H1N1 y el SARS-CoV-2, que abarcará del 16 de octubre del 2023 hasta el 31 de marzo del presente año, y cuya meta es la aplicación de 35.2 millones de dosis contra influenza, y 19.4 millones contra el COVID-19, de la que no tenemos constancia fehaciente de los avances conseguidos hasta el momento.

Es importante recordar que actualmente la variante del SARS-CoV-2, denominada JN.1, conocida como Pirola, proveniente de ómicron, es la de más fuerte propagación en la región de las Américas.

Por otra parte, la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) otorgó el 7 de diciembre del año pasado los registros sanitarios a las vacunas contra el SARS-CoV-2 a la vacuna Comirnaty de Pfizer, y a la vacuna Spikevax de Moderna (por conducto de su representante legal en México, Asofarma S.A. de C.V.) para su comercialización a través de canales no estatales, siendo la de Pfizer la que pocos días después de obtener su registro empezó a venderse y aplicarse a través de las cadenas farmacéuticas privadas más importantes del país.

Atendiendo al incremento de las enfermedades respiratorias observado en las últimas semanas, la OPS pide a sus Estados Miembros mantener y reforzar la vigilancia del comportamiento de los virus respiratorios, y mantener en estado de alerta a sus sistemas sanitarios, a fin de responder oportunamente al posible incremento de casos ambulatorios y hospitalizaciones.

Por nuestra parte, y como lo mencionamos previamente, tenemos la responsabilidad de mantener las acciones preventivas que disminuyan posibles contagios, incluyendo la vacunación.