El incumplimiento de los programas de vacunación en tiempo y forma abren brecha a potenciales brotes epidémicos, como los que se vivieron durante el primer y segundo trimestre en la Ciudad de Nueva York, sito en el que la comunidad de judíos ortodoxos y ultraortodoxos se negaron rotundamente a vacunar a sus infantes con funestas consecuencias, hasta que en Andrew Cuomo, gobernador del estado, se vio obligado a intervenir legislativamente, firmando una ley que invalidaba el uso de creencias y argumentos religiosos para evitar la vacunación, medida que fue aprobada y puesta en inmediatamente vigor.
Sin embargo, y más allá del riesgo patente que implica para todos los seres humanos, que un segmento poblacional no vacune a sus hijos, un equipo de investigadores holandeses, británicos y estadounidenses publicó, el pasado 30 de octubre, en la revista Science el artículo: “Measles virus infection diminishes preexisting antibodies that offer protection from other pathogens”, en el que concluyen que más allá de que el sarampión sea responsable de poco más de 100 000 fallecimientos anuales a nivel global, los sobrevivientes a esta enfermedad presentan mayores tasas de morbilidad (proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado) y mortalidad, años después de haber padecido la infección.
Los investigadores concluyeron que el sarampión provoca como efecto colateral, la eliminación del 11% al 73% de la memoria existente de anticuerpos, lo que denominaremos reducción de la “memoria inmune humoral” (principal mecanismo de defensa contra los microorganismos extracelulares y sus toxinas). La merma en esta memoria, hace que las personas sobrevivientes al sarampión tengan una mayor vulnerabilidad potencial a futuras y diversas infecciones, a diferencia de aquellas que previamente habían sido inoculadas con la llamada vacuna triple: sarampión, paperas y rubéola, lo que evidencia aún más la ingente necesidad de cumplir con una vacunación oportuna, puntual y amplia.
Para demostrar los efectos a largo plazo que ocasiona el virus del sarampión en el sistema inmune, los científicos utilizaron una metodología denominada VirScan, con la que contrastaron los anticuerpos contra miles de epítopos patógenos (porción de una macromolécula que es reconocida por el sistema inmunitario) en la sangre, encontrando una sustantiva pérdida del repertorio de anticuerpos que las personas estudiadas tenían antes de la infección, dejándolas expuestas a otras posibles infecciones que antes del padecimiento hubieran sido detectadas y combatidas oportunamente.
“La infección por sarampión tiene la capacidad para disminuir sustancialmente la memoria inmunitaria previamente adquirida, dejando a las personas afectadas en riesgo de ser infectadas por otros patógenos. Por otra parte, estos efectos adversos sobre el sistema inmunitario no se observaron en niños vacunados”.
Para alcanzar estas conclusiones, los investigadores analizaron a 77 niños no vacunados antes y 2 meses después de la infección natural por el virus del sarampión, y un amplio compendio histórico médico de niños que habían padecido sarampión en Inglaterra y Gales, lo que les permitió observar que los niños sobrevivientes a la enfermedad presentaron mayores tasas de morbilidad y mortalidad que los vacunados.
Esto podría resolver la llamada “paradoja del sarampión”, la que acota que quienes sufren (y sobreviven al sarampión) no vuelven a padecerlo, pero son altamente susceptibles a sufrir otras enfermedades infecciosas.
Vale la pena comentar que a lo largo del tiempo, el sistema inmunológico parece recuperar progresivamente la memoria inmune humoral, lapso en el que los niños están desprotegidos contra otros agentes infecciosos.
Este nuevo estudio, refuerza aún más la necesidad esencial de cumplir irrestrictamente con los programas de vacunación, sin esgrimir argumento alguno para no hacerlo.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
Science.
Measles virus infection diminishes preexisting antibodies that offer protection from other pathogens.
Science Immunology.
Incomplete genetic reconstitution of B cell pools contributes to prolonged immunosuppression after measles.