Un amplio estudio comparó las secuelas entre pacientes que cursaron COVID-19, y los que padecieron alguna otra infección respiratoria.
No exageramos al decir que en el imaginario popular, y como respuesta ante la enorme presión y el prolongado desgaste físico y emocional para cumplir de la mejor manera posible con todas las medidas preventivas para disminuir las posibilidades de contagio con alguna de las variantes del SARS-CoV-2, sobre todo ahora que muchos de nosotros estamos vacunados, se tienen mayores conocimientos sobre la enfermedad, se cuentan con mejores recursos de tratamiento, y se han conseguido mejores expectativas de resultado, hay quienes piensan que sería mejor enfermarse con la confianza de poder superar la enfermedad, como si ello nos confiriera un seguro de inmunidad absoluta.
Sabemos, sin embargo, que adquirir y sobrevivir a la infección de COVID-19 no nos otorga una patente de corzo, y que más de una persona se ha vuelto a contagiar con el virus, y aunque es probable que sus síntomas hayan sido menores, y aparentemente intrascendentes, las condiciones poscovid, sobre las que cada vez hay más y mejor evidencia, se erigen como un importante lastre sanitario, al que se le debe prestar mayor atención.
En este contexto, y sumándose a estudios previos, los que a través de diferentes metodologías han analizado la prevalencia, importancia y duración de la cada vez más larga lista de las secuelas postcovid, un equipo de investigadores realizó y publicó el pasado 17 de agosto en la prestigiosa publicación The Lancet Psychiatry, los resultados de un concienzudo estudio que a través del análisis de cohortes retrospectivos a 2 años, de una muestra de 1 millón 284 mil 437 pacientes diagnosticados con COVID-19, entre el 20 de enero de 2020 y el 13 de abril de 2022, comparada con la de una cohorte contemporánea de pacientes que tuvieron otras infecciones respiratorias, nos ofrece un interesante panorama sobre el tema.
Los investigadores analizaron los riesgos de 14 diagnósticos neurológicos y psiquiátricos después de la infección por SARS-CoV-2, versus los mismos riesgos sufridos por la cohorte de comparación emparejada, llegando a las siguientes conclusiones:
- La posibilidad para desarrollar algunas dolencias psiquiátricas y neurológicas, como los brotes psicóticos, la demencia, la niebla mental o la epilepsia, permanecen (al menos) hasta 24 meses después del diagnóstico de COVID-19;
- No hay ninguna diferencia significativa entre las personas que cursaron COVID-19 y cualquier otra infección respiratoria, para padecer ansiedad y otros trastornos emocionales comunes;
- Los riesgos de los trastornos psiquiátricos comunes regresaron a la línea base después de 1 a 2 meses: a) trastornos del estado de ánimo a los 43 días, b) trastornos de ansiedad a los 58 días. Posteriormente alcanzaron una incidencia general igual a la del grupo de comparación emparejado: a) (trastornos del estado de ánimo a los 457 días y b) trastornos de ansiedad a los 417 días,
- Las trayectorias de riesgo posteriores a COVID-19 difieren entre niños y adultos: en los 6 meses posteriores a la infección por SARS-CoV-2, a) los niños no tenían un mayor riesgo de cambios en el estado de ánimo o trastornos de ansiedad, pero tenían un mayor riesgo de déficit cognitivo, insomnio, hemorragia intracraneal, accidente cerebrovascular isquémico, trastornos de los nervios, raíces y plexos nerviosos, trastornos psicóticos, y epilepsia o convulsiones,
- A diferencia de lo que ocurre en los adultos, el déficit cognitivo en niños tenía un horizonte de riesgo finito de 75 días, y un tiempo finito para igualar la incidencia de 491 días,
- Una proporción considerable de adultos mayores que recibieron un diagnóstico neurológico o psiquiátrico, en cualquiera de las cohortes, murió posteriormente, especialmente aquellos diagnosticados con demencia, epilepsia o convulsiones,
- Se desconoce la persistencia en el tiempo de los síntomas poscovid.
Los investigadores también concluyen que el hecho de que los resultados neurológicos y psiquiátricos fueran similares durante las ondas delta y omicron, indica que la carga sobre el sistema de salud podría incluso mantenerse constante con variantes menos peligrosas.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.
Fuentes:
The Lancet Psychiatry. (17 de agosto del 2022).
Neurological and psychiatric risk trajectories after SARS-CoV-2 infection: an analysis of 2-year retrospective cohort studies including 1 284 437 patients.
códigoF. (8 de agosto del 2022).
Una de cada 8 personas que superaron el COVID-19, presenta síntomas de larga duración.
códigoF. (7 de julio del 2022).
Respuesta inmunitaria por COVID-19, podría ser responsable de daño cerebral.