Es difícil predecir el curso de una pandemia, ya que depende de diversos factores que deben ser tomados en cuenta, como: contextos en los que se desarrollará la propagación, reacciones a los medicamentos, evolución de los pacientes, acciones sociales emprendidas y comportamiento de la economía.

Hay que considerar también que algunos datos que tomamos como ciertos, se transforman en sospechosos, por lo que deben ser nuevamente verificados y calificados.

La necesidad de encontrar certezas, nos lleva incluso a considerar “técnicas” para frenar los contagios que no eran inicialmente susceptibles para ser consideradas, como la llamada “Inmunidad colectiva natural”.

Esta teoría de la Inmunidad colectiva se ha vuelto popular entre investigadores y ahora entre la población en general, pero se ha mal interpretado, llevando a la realización de eventos, como las fiestas de rebaño, que ciertas o no, tampoco son una solución para detener las infecciones y la enfermedad, lo que explicaremos a continuación.

La inmunidad de rebaño es un concepto epidemiológico que describe el estado en el que una población, generalmente de personas, es lo suficientemente inmune a una enfermedad como para que la infección no se propage dentro de ese grupo. En otras palabras, suficientes personas no pueden contraer la enfermedad, ya sea a través de la vacunación o la inmunidad natural, para proteger a las personas vulnerables.

Esto puede suceder de dos maneras:

  • Muchas personas contraen la enfermedad y con el tiempo desarrollan una respuesta inmune (inmunidad natural).
  • Muchas personas se vacunan contra la enfermedad para lograr la inmunidad, lo que para la COVID-19 no aplica, al menos por el momento.

La inmunidad colectiva puede actuar contra la propagación de algunas enfermedades.

  • La inmunidad del rebaño es la base teórica para los programas de vacunación masiva.
  • En el siglo XX, los programas de vacunación masiva tuvieron un gran éxito en la erradicación de enfermedades infantiles como la difteria, la tosferina y el tétanos.
  • Las vacunas administradas por vía subcutánea o intramuscular evitan la diseminación de bacterias o virus a múltiples órganos, pero pueden no prevenir la infección.
  • Las vacunas que se administran por vía intranasal evitan tanto la infección como la diseminación de bacterias o virus.
  • Los antígenos bacterianos utilizados en las vacunas suelen ser estables.
  • Los antígenos virales a menudo cambian como consecuencia de la deriva antigénica, el cambio antigénico o el reordenamiento genético.

Debemos tener en cuenta que hay una diferencia entre la eliminación donde un agente infeccioso ya no está presente en una población particular y la erradicación en la que el agente se elimina en todo el mundo o una región.

El término inmunidad colectiva se usa ocasionalmente para describir el nivel de inmunidad de la población que dará como resultado la eliminación de una infección específica de un conglomerado humano, pero aquí el término «inmunidad colectiva para la eliminación» es más apropiado, ya que es aquel en el que una infección no puede propagarse eficazmente en la población; en este nivel de inmunidad puede haber algunos casos secundarios o incluso cadenas cortas de infección, es aquí donde la participación de la gente es importante, ya que si rompen las reglas y no se quedan en cuarentena, los esfuerzos podrían resultar insuficientes para evitar que la infección desaparezca.

La inmunidad del rebaño es obviamente dinámica, ya que la inmunidad natural o basada en la vacuna se pierde con el tiempo debido a la disminución de la memoria inmunológica o la muerte de las personas inmunes, y las nuevas personas susceptibles llegan a través de nacimientos o migración. Por lo tanto, para mantener la efectividad de los programas de vacunación, la cobertura de la vacuna y la inmunidad del rebaño deben ser monitoreadas a intervalos regulares y, si es necesario, generar una estrategia planificada, alimentada por modelos dinámicos de los programas de vacunación complementarios, introducidos para aumentar la inmunidad del rebaño al nivel necesario.

Esta inmunidad se puede medir de dos formas:

  1. Indirectamente a partir de la distribución por edad y el patrón de incidencia de la enfermedad si es clínicamente distinta y razonablemente común. Este es un método insensible e inadecuado para las infecciones que se manifiestan sub clínicamente.
  2. Directamente a partir de evaluaciones de inmunidad en grupos de población definidos mediante encuestas de anticuerpos (seroepidemiología) o pruebas cutáneas; estos pueden mostrar «brechas de inmunidad», y proporcionar una alerta temprana de susceptibilidad en la población.

Aunque pueden ser difíciles de interpretar los datos en términos absolutos de inmunidad y susceptibilidad, las observaciones pueden estandarizarse para revelar tendencias y diferencias entre varios grupos de población definidos en el lugar y el tiempo. La decisión de introducir artificialmente inmunidad de rebaño mediante inmunización contra una enfermedad en particular, dependerá de varios principios epidemiológicos.

  • La enfermedad debe conllevar un riesgo sustancial.
  • El riesgo de contraer la enfermedad debe ser considerable.
  • La vacuna debe ser efectiva.
  • La vacuna debe ser segura.

La efectividad y la seguridad de los programas de inmunización se controlan observando los efectos esperados y reales de dichos programas en los patrones de transmisión de enfermedades en la comunidad mediante técnicas epidemiológicas apropiadas.

El número, o distribución, de transmisiones posteriores reales por caso describe la propagación de una infección en una población, y es una función de cuatro cosas:

  • La duración de la infecciosidad;
  • La probabilidad de transmisión por «contacto» entre individuos infecciosos y susceptibles;
  • La tasa y el patrón de contacto entre los miembros de la población anfitriona; y
  • La proporción susceptible en la población huésped.

Por otro lado, los cálculos de propagación, bajo cualquier conjunto de circunstancias se conoce como el número de reproducción de la infección, por analogía con las medidas demográficas estándar (el número promedio de progenie por individuo y generación). Este número promedio de transmisiones reales debe ser máximo si todos los miembros de la población anfitriona son susceptibles, en cuyo caso se conoce como un número de reproducción básico (R0), que se define como el número promedio de transmisiones esperado de un solo caso primario introducido en una población totalmente susceptible.

Esta definición puede traducirse directamente en la formulación de acción de masas estableciendo Ct = 1 y St = T, para representar el caso único introducido en una población totalmente susceptible. El número de casos secundarios, Ct + 1, es equivalente, por definición, al número de reproducción básico (R0):  Ct+1=T x r =R0.

Entonces, cuando existe una gran incertidumbre acerca de una de las estrategias alternativas, la teoría de la opción nos dice que es valioso esperar a que se resuelva la incertidumbre antes de comprometerse con una de las alternativas, en particular si esa elección tiene consecuencias irreversibles y si el nivel de incertidumbre es alto como en este caso.

Debemos considerar seis incertidumbres clave asociadas con la epidemia de covid-19, las cuales son: número básico de reproducción; tasa de mortalidad por infección; tasa de lesiones por infección; respuesta inmune del cuerpo; mutaciones COVID-19; búsqueda de tratamientos y una vacuna.

Para la mayoría de las personas sanas, la inmunidad de rebaño no es una muy buena alternativa a la vacuna. No todas las enfermedades que tienen una vacuna se pueden detener mediante la inmunidad colectiva. Por ejemplo, puede contraer el tétanos de las bacterias en su entorno. No lo contraes de otra persona, por lo que la inmunidad colectiva no funciona para esta infección. Vacunarse es la única protección.

Si uno puede ayudar a desarrollar inmunidad colectiva frente a ciertas enfermedades en su comunidad, es asegurándose de que uno y su familia tengan las vacunas actualizadas. La inmunidad colectiva no siempre protege a todos los individuos de la comunidad, pero podría ayudar a prevenir enfermedades generalizadas.

El distanciamiento social y el lavado frecuente de manos siguen siendo, hasta el momento las únicas formas de ayudar a evitar que usted y quienes le rodean contraigan y posiblemente propaguen la COVID-19.

Los científicos están trabajando actualmente en una vacuna para el SARS-CoV-2. Si tenemos una vacuna, es posible que podamos desarrollar inmunidad colectiva contra este virus en el futuro. Para ello se necesita el abasto suficiente de vacunas y asegurarse de que la mayoría de la población mundial esté vacunada.

Esto significa que todos los adultos, adolescentes y niños mayores sanos tendrán que vacunarse para proporcionar inmunidad de rebaño a las personas que no pueden recibir la vacuna o que están demasiado enfermas para volverse inmunes de forma natural.

Si está vacunado y desarrolla inmunidad contra el SARS-CoV-2, lo más probable es que no contraiga el virus ni lo transmita.

Por: Antonio Salgado Leiner, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

New York Times (02 de Junio 2020).
Opinion | What the Proponents of ‘Natural’ Herd Immunity Don’t Say.

Healthline (02 de Junio 2020).
«Herd Immunity: What It Means For COVID-19».

ScienceDirect (02 de Junio 2020).
«Models For The Study Of Infection In Populations». Handbook Of Models For Human Aging.

ScienceDirect (02 de Junio 2020).
«Epidemiology And Control Of Community Infections». Medical Microbiology.

ScienceDirect (02 de Junio 2020).
«Vaccine-Preventable Diseases». Immunology For Pharmacy.

ScienceDirect (02 de Junio 2020)
«Community Protection».

wp.Unil.Ch. Viral (02 de Junio 2020)
«The Problems With The “Natural” Herd Immunity Solution To The Covid-19 Epidemic – Viral».

Discover Magazine (02 de junio 2020)
«Is Herd Immunity Our Best Weapon Against COVID-19?».

Science alert (02 de junio 2020)
«Here’s Why Herd Immunity Won’t Save Us From The COVID-19 Pandemic».