No cabe duda que la creación de espacios “libres de humo” es una iniciativa de gran importancia e impacto mediático, pero al parecer, y de acuerdo con las conclusiones de un estudio recientemente publicadas en la revista Science, totalmente insuficiente para evitar que terceras personas se vean afectadas por los residuos tóxicos generados por el consumo de tabaco, aunque no se fume en esos recintos.

Desde hace bastante tiempo, está completamente demostrado que el “humo de tercera mano”, o el “consumo pasivo” del tabaco, expone a quienes no fuman a la absorción involuntaria de múltiples y peligrosos contaminantes, los que podrían llegar a equivaler hasta 10 cigarrillos.

En el estudio, los investigadores determinaron que los espacios en los que antes se consumía tabaco de manera regular y sin restricciones, como una casa habitación o un casino, presentaban rastros de contaminantes entre dos y seis meses después de que se hubiera suspendido su consumo en ellos, lo que de alguna manera era previsible.

Sin embargo, y para ir más allá en estos hallazgos, los responsables del estudio determinaron la presencia de contaminantes residuales por consumo de tabaco en espacios en los que desde hace décadas se prohíbe fumar.

Para ello, eligieron una sala de cine en Mainz, Alemania, en la que desde hace 15 años está vetado consumir cigarrillos, lo que supondría un lapso más que suficiente para evitar la presencia de contaminantes secundarios por consumo del mismo.

Para determinar la calidad de aire en la sala cinematográfica, los investigadores instalaron junto a uno de los conductos de ventilación un espectrómetro de masas (dispositivo que permite analizar con gran precisión la composición de diferentes elementos químicos e isótopos atómicos), para examinar el aire en el interior del recinto, mientras el público asistía al lugar.

Durante 4 días de monitoreo, los investigadores encontraron picos agudos de 35 productos químicos tóxicos relacionados con el consumo de tabaco, como el benceno y el formaldehído, mientras el público entraba a la sala.

Cuando en la sala cinematográfica se exhibieron películas clasificadas como “R” (mayores de 17 años en adelante), los niveles de compuestos de humo de tercera mano fueron hasta un 200% más altos que durante las presentaciones de una película familiar o infantil. Los investigadores asumen que las películas con clasificación “R” atrajeron espectadores de mayor edad, los que probablemente habían consumido cigarrillos previamente o habían estado en compañía de fumadores.

Los investigadores concluyeron que la única manera en la que estos residuos pudieron entrar a un espacio en el que desde hace tres lustros no se fuma, era siendo “transportados” en la ropa y el pelo de los asistentes que habían consumido tabaco, o que habían estado cerca de alguna persona que lo había hecho, liberándolos paulatinamente, lo que al final de cuentas expuso a todos los asistentes, fumadores o no, a los tóxicos producidos por el hábito de fumar, en cantidades que aún están por ser determinadas.

El hallazgo es sumamente importante, toda vez que muestra que no es indispensable que un fumador consuma cigarrillos en presencia de otras personas, ya que acarrea involuntariamente una “huella” de contaminantes residuales tóxicos en su ropa y pelo.

Con ello se demuestra que las áreas libres de humo no protegen realmente a los no fumadores, y que la única manera de evitar los daños a la salud provocados por este hábito es abatir el consumo de tabaco.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF

Fuente:

Science.
‘Thirdhand’ smoke can expose moviegoers to the emissions of up to 10 cigarettes.

Wikipedia.
Espectrómetro de masas.