Confirmando lo dicho hace algunos meses por la Organización Mundial de la Salud (OMS), un equipo de investigadores publicaron el pasado 17 de julio en la revista Scientific Reports los resultados de un estudio con el título: «SARS-CoV-2 failure to infect or replicate in mosquitoes: an extreme challenge”, con el que demuestran que el contagio del SARS-CoV-2 a través de la picadura de los fastidiosos mosquitos, portadores de otras enfermedades virales, es básicamente imposible, lo que al menos resta una vía de contagio potencial para este patógeno.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron como medios de contagio las tres especies de mosquitos con mayor presencia geográfica y los dos géneros más significativos de vectores de arbovirus que infectan a las personas: el Aedes aegypti, el Ae. albopictus y el Culex quinquefasciatus.
“Los hallazgos sugieren que los mosquitos de los géneros Aedes y Culex son refractarios al SARS-CoV-2, por lo que es altamente improbable que contribuyan al mantenimiento y la transmisión viral en la naturaleza”.
Los científicos demostraron fehacientemente que aún en condiciones extremas, y considerando incluso que un mosquito se alimentara de un huésped virémico, el virus SARS-CoV-2 no puede replicarse en ellos, por lo que no pueden transmitirlo a las personas.
La hipótesis planteada era que si el virus no se replicaba en los mosquitos después de la inoculación intratorácica, incluso si los mosquitos se alimentaban de personas virémicas y el virus se diseminaba desde el intestino medio, la falta de replicación impediría la posibilidad de transmisión biológica, lo que fue confirmado. Para ello, los investigadores inocularon intratorácicamente con el SARS-CoV-2 a un total de 277 mosquitos, en los que 24 horas después no se detectó la presencia vírica, lo que “sugiere una rápida pérdida de infectividad y la falta de replicación después de la inyección”.