Con el objetivo de dar a conocer las implicaciones que tienen para la salud las diferentes formas de expresión de la masculinidad, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), publicó el 12 de diciembre del año pasado los resultados de un estudio que idealmente proporcionará un marco de referencia para el diseño de políticas y programas sociales que ofrezcan una respuesta integral al tema sanitario masculino.

“Aunque en el mundo nacen más niños que niñas (105 por cada 100) esta proporción se invierte entre los 30 y los 40 años de edad y se incrementa a partir de los 80 años (190 mujeres por cada 100 hombres). Las mujeres conforman la mayoría de los adultos mayores en todos los países del mundo”

El estudio revela que la esperanza de vida de los hombres que viven en la región de las Américas es 5.8 años menor que la de las mujeres, lo que se hace evidente con las siguientes cifras: 718.8/100 000 hombres fallecen prematuramente en comparación con 615.1/100 000 mujeres, lo que representa alrededor del 18% de años de vida. Por otra parte, los hombres tienen 8% menos de años de vida perdidos por discapacidad que las mujeres.

Los resultados del informe muestran que uno de cada cinco hombres mueren antes de cumplir los 50 años de edad, y que muchas de las principales causas de fallecimiento, incluidas las enfermedades cardíacas, la violencia interpersonal y los siniestros viales, se relacionan directamente con comportamientos “machistas”.

Tres de las principales causas de muerte se vinculan al ejercicio de la masculinidad “machista”:

  1. Violencia interpersonal. Destacan los homicidios, donde la tasa es de 7 hombres por cada mujer.
  2. Traumatismos debido a percances de tránsito. Tasa de 3 por 1.
  3. Cirrosis hepática relacionada directamente con el consumo de alcohol, la que alcanza una tasa de más del doble en hombres que en mujeres.

Esta brecha de género se refleja en problemas específicos relacionados con las prácticas cotidianas de la masculinidad hegemónica, como riesgos en el trabajo o al volante, dominancia sexual, eludir hablar abiertamente sobre sus emociones, no buscar ayuda médica y psicológica, consumir alcohol y estupefacientes, conductas que se traducen en mayores tasas de suicidio, homicidio, adicciones, accidentes de tránsito y el desarrollo de enfermedades no transmisibles.

“No debemos perder de vista el hecho de que las mujeres tienen riesgos diferenciales asociados con su condición de mujeres, pero la socialización de los hombres también conduce a una amplia gama de problemas de salud que solo pueden abordarse a través de políticas, programas y servicios de salud receptivos que se centren en sus necesidades particulares”. Anna Coates, jefa de la oficina de Equidad, Género y Diversidad Cultural de la OPS.

Hay que destacar que este tipo de comportamiento no afecta solamente a los hombres, sino que también impacta negativamente la vida de mujeres y niños, en forma de violencia familiar, infecciones de transmisión sexual, embarazos impuestos, paternidad ausente y falta de responsabilidad compartida en el hogar, entre otras.

La caja de la masculinidad.

Como se comentó previamente, las diferencias entre la mortalidad masculina y la femenina comienzan a surgir alrededor de los 10 años, y aumentan rápidamente a partir de los 15 cuando predominan entre los hombres las causas violentas de muerte, como homicidios, accidentes y suicidios. Como resultado, la tasa de mortalidad de los hombres jóvenes es entre 4 y 7 veces mayor que la de las mujeres jóvenes. A partir de los 50 años, las enfermedades crónicas no transmisibles comienzan a afectar desproporcionadamente a los hombres, quienes tienen menos probabilidades de cuidarse a sí mismos o buscar atención médica temprana.

“A los hombres se les asocia tradicionalmente con el estereotipo de ser más dominantes o competitivos. Sin embargo, pueden considerarse conductas «tóxicas» cuando se conjuntan con actitudes misóginas, homófobas o que promuevan la violencia, incluyendo la agresión sexual y la violencia doméstica. A menudo, estas actitudes están presentes desde el comienzo de la socialización de los varones, normalizando actitudes violentas como forma de relacionarse con las personas”.

La salud y bienestar de los hombres es producto de múltiples factores, principalmente la construcción de la masculinidad, pero también los determinantes sociales como la etnia, edad, orientación sexual, curso de vida, clase social, trabajo y educación, entre otros, los que contribuyen a mantener las inequidades y las barreras en salud.

Finalmente, a manera de conclusión, los autores del estudio ponen de manifiesto la complejidad del tema de las masculinidades, la salud y su falta de abordaje en las políticas y los programas de los países de la región, pues en la mayoría, se dedican grandes esfuerzos a atender las distintas consecuencias para la salud de la socialización masculina hegemónica, pero lo hace de forma compartimentada y, por lo general, sin aplicar la perspectiva de género

“Los programas que trabajan sobre las masculinidades suelen tener un alcance restringido, son de corta duración y no están incorporados a la agenda de políticas públicas.”

Los invitamos a conocer el Estudio en el que la OPS ofrece nueve recomendaciones novedosas dirigidas a fortalecer la integración de la perspectiva de género y generar conciencia a nivel personal y social.

Fuentes:

Organización Panamericana de la Salud.
Masculinidades y salud en la Región de las Américas. Washington, D.C.: OPS; 2019.

Organización Panamericana de la Salud.
1 de cada 5 hombres no llega a cumplir 50 años en las Américas, debido a problemas relacionados con la masculinidad tóxica.

Wikipedia.
Masculinidad tóxica.