Sobre este tema, les informamos que el 14 de octubre pasado, la prestigiosa revista The Lancet publicó un nuevo reporte elaborado por el US Centers for Disease Control and Prevention, en el que se evidencia de manera puntual, como la acumulación de grasa corporal potencializa el desarrollo de diferentes tipos de cáncer, entre los que destacan los de tiroides, hígado, riñones y ovarios, padecimientos que en los EE.UU. representan alrededor del 40% de los diagnósticos anuales de esta enfermedad.
La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial prevenible, la que se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo; es decir, cuando la reserva natural de energía de los humanos y otros mamíferos, almacenada en forma de grasa corporal, se incrementa hasta un punto en que pone en riesgo la salud o la vida. El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción humana en el mundo. Cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad.
Las conclusiones a las que llegan los responsables de esta investigación se basa en el análisis de la información estadística sobre cáncer en los EE.UU. de 2005 al 2014, la que los proveyó de datos fidedignos y consistentes.
Aunque el sobrepeso y la obesidad son factores determinantes para el desarrollo de algunos tipos de cáncer, la prevalencia por género no es la misma.
Mientras que el sobrepeso y la obesidad se relacionan con la presencia de cáncer en el 55% de las mujeres, el porcentaje de hombres con las mismas características cae hasta el 24% (menos de la mitad).
Los especialistas destacan que la diferencia entre los porcentajes se debe a los cánceres de mama, endometrio, ovarios y postmenopáusico, los que en conjunto representan el 42% de los cánceres relacionados con el sobrepeso y la obesidad en los EE.UU.
Si bien es cierto que el estudio adolece del análisis sobre los estilos y hábitos de vida, los que sabemos que también están asociados con el desarrollo potencial de cáncer, las conclusiones siguen siendo relevantes, sobre todo si tomamos en consideración que en nuestro país (y el resto del mundo) el sobrepeso y la obesidad han alcanzado cotas alarmantes y crecientes.
El estudio muestra claramente que el sobrepeso y la obesidad ya no deben considerarse únicamente como factores de riesgo para el desarrollo de diabetes y padecimientos cardiovasculares, sino también para el cáncer.
Si tomamos en cuenta que la tendencia global prevé que para 2025 (a solamente ocho años de distancia) la obesidad en las mujeres alcanzará al 21% de ellas, casi la cuarta parte de la población femenina mundial, las acciones para luchar contra este problema deben ser mucho más enérgicas e inmediatas.
En este aspecto, debemos insistir en la relevante y determinante participación que la industria alimentaria y de bebidas debe asumir como responsabilidad para la elaboración y venta de productos con menor contenido calórico y mayor aporte nutricional, los que constituyen, junto con las limitaciones financieras para el acceso de insumos de mayor calidad y la falta de actividad física regular, uno de los principales disparadores de este alarmante problema de salud.
¿Cómo puede ayudar la industria alimentaria a combatir la epidemia de obesidad?
- Disminuyendo el contenido de grasa, azúcar y sal en los alimentos procesados que comercializa.
- Asegurando que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean accesibles para todos los consumidores.
- Disminuyendo la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, particularmente los alimentos, golosinas y bebidas dirigidas a los segmentos infantil y adolescente.
- Asegurando la disponibilidad de opciones alimentarias saludables y apoyando la práctica de actividades físicas periódicas en el lugar de trabajo.