A lo largo de las dos últimas semanas, el número de casos de COVID-19 fuera de China se multiplicó por 13 y la cifra de países afectados por tres. En estos momentos hay más de 118 000 casos en 114 países y 4291 personas han perdido la vida, miles de seres humanos más están luchando por sobrevivir en los hospitales. En los días y semanas que están por venir, esperamos que el número de casos, el número de víctimas mortales y el número de países afectados se incrementen.
Desde la OMS hemos llevado a cabo una evaluación permanente de este brote y estamos profundamente preocupados, tanto por los alarmantes niveles de propagación y gravedad, como por los alarmantes niveles de inacción que observamos, es por ello que llegamos a la conclusión de que el COVID-19 puede considerarse una pandemia.
“Pandemia” no es una palabra que deba utilizarse a la ligera o de forma imprudente, es una palabra que, usada de forma inadecuada, puede provocar un miedo irracional o dar pie a la idea injustificada de que la lucha ha terminado, causar como resultado sufrimientos y muertes innecesarias.
El hecho de describir la situación como una pandemia no cambia la evaluación de la OMS de la amenaza que representa este virus, no cambia lo que la OMS está haciendo, ni tampoco lo que los países deben hacer.
Nunca antes habíamos visto una pandemia generada por un coronavirus, esta es la primera pandemia causada por un patógeno de este tipo, al mismo tiempo, nunca antes habíamos visto una pandemia que pudiera ser controlada.
La OMS ha estado aplicando su máximo nivel de respuesta desde que se notificaron los primeros casos y cada día hemos hecho un llamamiento a los países para que adopten medidas urgentes y agresivas. Hemos hecho sonar la alarma de forma alta y clara.
Como lo dije el pasado lunes 9 de marzo, fijarse únicamente en el número de casos y en el número de países afectados no permite ver el panorama completo. De los 118 000 casos notificados a nivel mundial en 114 países, más del 90% se concentran en tan solo cuatro países, y en dos de ellos – China y la República de Corea – la epidemia se encuentra en claro declive.
Hay 81 países que no han notificado ningún caso y 57 que han notificado 10 casos o menos. No podemos decir esto lo bastante alto, claro, ni tan a menudo: todos los países están a tiempo de cambiar el curso de esta pandemia.
Si los países se dedican a detectar, realizar pruebas, tratar, aislar, rastrear y movilizan a su población en la respuesta, aquellos que tienen unos pocos casos pueden evitar que esos casos se conviertan en grupos de casos y que esos grupos den paso a la transmisión comunitaria. Incluso en los países donde hay transmisión comunitaria o grandes grupos de casos, se puede dar la vuelta a la situación creada por el virus.
Varios países han demostrado que es posible suprimir y controlar al virus.
El reto al que se enfrentan muchas naciones que en estos momentos se encuentran con grandes grupos de casos o con situaciones de transmisión comunitaria, no es si pueden hacer lo mismo, es saber si lo harán. En algunos países hay un problema de falta de capacidad, recursos y determinación.
Agradecemos las medidas que se están tomando en la República Islámica del Irán, Italia y la República de Corea para frenar el virus y controlar sus epidemias, sabemos que estas medidas tienen un fuerte impacto en sus sociedades y sus economías, igual que lo tuvieron en China.
Todos los países deben encontrar un delicado equilibrio entre la protección de la salud, la minimización de los trastornos sociales, económicos y el respeto de los derechos humanos.
El mandato de la OMS es promover la salud pública, no obstante, estamos colaborando con un gran número de asociados de todos los sectores para mitigar las consecuencias sociales y económicas de esta pandemia. Esto no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a todos los sectores, por esa razón todos los sectores y todas las personas deben tomar parte en la lucha.
He dicho desde el primer momento que los países deben adoptar un enfoque basado en la participación integral del gobierno y de toda la sociedad, en torno a una estrategia integral dirigida a prevenir las infecciones, salvar vidas y reducir al mínimo sus efectos.
Permitan que lo resuma en cuatro esferas clave.
- Primero: prepararse y estar listos.
- Segundo: detectar, proteger y tratar.
- Tercero: reducir la transmisión.
- Cuarto: innovar y aprender.
Recuerdo a todos los países que estamos haciendo un llamamiento para que activen y amplíen sus mecanismos de respuesta a emergencias; informen a sus pueblos sobre los riesgos existentes y sobre la forma de protegerse contra ellos: es tarea de todos; encuentren, aíslen, sometan a pruebas, pongan en tratamiento todos los casos y rastreen todos sus contactos; preparen sus hospitales; protejan, formen a sus trabajadores sanitarios y cuidemos los unos de los otros, porque nos necesitamos.
Se ha prestado demasiada atención a una palabra, dejen que les proponga otras palabras que importan mucho más, y que son mucho más útiles para inspirar nuestra acción.
- Prevención.
- Preparación.
- Salud pública.
- Liderazgo político.
- Y por encima de todo, las personas.
Estamos en esto juntos, para hacer con serenidad las cosas que hay que hacer y proteger a los ciudadanos del mundo. Se puede lograr.
Muchas gracias.
Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus | Director General de la OMS.