La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo, anunció la asignación del esperado Premio Nobel de Fisiología o Medicina edición 2019, otorgado por partes iguales a los investigadores William G. Kaelin y Gregg L. Semenza, de los EE. UU. y Sir Peter J. Ratcliffe del Reino Unido, los que se hicieron merecedores a este honor, y a un premio dotado con nueve millones de coronas suecas (aproximadamente veinte millones ciento noventa y siete mil novecientos veinte un pesos mexicanos), por haber descubierto la forma en la que las células perciben y se adaptan a la disponibilidad de oxígeno.
El glomus o cuerpo carotídeo, es un conjunto de células ubicadas en la bifurcación de la arteria carótida en el cuello: carótida interna y carótida externa, irrigadas por pequeños vasos sanguíneos procedentes de la arteria carótida común. El glomus carotídeo actúa como quimiorreceptor de la sangre, detectando el nivel de oxígeno y participando en la regulación de la respiración.
Si bien es cierto que desde hace siglos se sabe que el oxígeno es el elemento esencial para que los organismos transformen los alimentos en energía útil, se desconocía con precisión la “maquinaria” molecular que regula la actividad de los genes en respuesta a los niveles variables de oxígeno, lo que en palabras llanas es la manera en la que los niveles disponibles de oxígeno influyen en el metabolismo de las células y en la función de los tejidos, lo que potencialmente será un conocimiento clave para futura aplicaciones médicas.
Es interesante saber que el oxígeno, cuya fórmula es O2, constituye una quinta parte de la atmósfera de la Tierra y es esencial para la vida animal. El oxígeno es utilizado por las mitocondrias (orgánulos celulares que generan la mayor parte de la energía química necesaria para activar las reacciones bioquímicas de la célula), presentes en prácticamente todas las células animales, para convertir los alimentos en energía útil, proceso enzimático descubierto por Otto Warburg, ganador del Premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1931.
Durante la evolución, se desarrollaron mecanismos tendientes a garantizar un suministro suficiente de oxígeno a los tejidos y a las células. El cuerpo carotídeo, adyacente a los vasos sanguíneos grandes a ambos lados del cuello, contiene células que se especializan en detectar los niveles de oxígeno en la sangre. El Premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1938 a Corneille Heymans realizó descubrimientos que mostraron cómo la detección de oxígeno en la sangre a través del cuerpo carotídeo controla la frecuencia respiratoria al comunicarse directamente con el cerebro.
Los resultados investigativos alcanzados por los científicos galardonados, los que en 2016 recibieron también el premio Lasker de investigación médica básica por estos mismos descubrimientos, develaron el misterio que ocultaba los procesos adaptativos al oxígeno disponible, estableciendo las bases para la comprensión en la que los niveles de oxígeno afectan el metabolismo celular y su función fisiológica, lo que potencialmente ayudará a desarrollar nuevas estrategias de combate para paliar múltiples padecimientos, como la anemia y el cáncer, por mencionar solamente un par de ellos, en los que la presencia de oxígeno es determinante.