¿Es o no correcto asistirla para bien morir?

Sin lugar a dudas,  la “muerte asistida”, en sus diferentes concepciones de: eutanasia, sedación paliativa, suicidio médicamente asistido o suspensión del esfuerzo, es uno de los temas más controvertidos en diversos ámbitos, como el político, el legal, el médico, el religioso y el social, los que la juzgan desde sus particulares puntos de vista y bajo circunstancias, reglamentos, concepciones filosóficas, leyes o creencias, elementos que los delimitan y que en suma condicionan la percepción de lo que es correcto o incorrecto.

Sin embargo y más allá de las diferentes posiciones sobre la “muerte asistida”, este complejo tema, que sin duda es parte central de múltiples mesas de discusión a nivel mundial, en las que los diferentes participantes son mayormente incapaces de establecer acuerdos finales, es algo que no debe ser soslayado.

Entre las razones por las que una persona decide finalizar su vida, se encuentra frecuentemente el poner punto final a un sufrimiento (psicológico o físico) intolerable y en la mayoría de las ocasiones irreductible; o las esgrimidas por los familiares de un paciente incapacitado permanentemente para tomar decisiones por sí mismo.

Lo que es innegable, es que, sin importar los argumentos, su decisión será sometida a la crítica feroz de los detractores de esta “elección de vida”, los que generalmente desconocen en carne propia el sufrimiento y la desesperanza que impulsa a un ser humano a tomar esta decisión radical, o al firme apoyo de quienes consideran que el derecho a morir, es un principio legítimo.

Si bien es cierto que la vida es maravillosa, hay circunstancias que impulsan a algunas personas a decidir, consciente y contundentemente a terminar con ella, como el único camino posible para liberarse de un sufrimiento que las rebasa y que les roba cruelmente sin ambages, el placer de vivir, la dignidad, la esperanza y que a final de cuentas terminará matándolos, pero poco a poco y bajo tortura.

En este punto, es probable que pueda argumentar que de la misma manera en la que es incorrecto que una persona sea asesinada arbitrariamente, también lo es que un sujeto sea obligado a permanecer vivo de forma natural o de manera asistida, a pesar de que, a causa de un padecimiento, una adicción o la razón que ella esgrima como válida, no lo desee.

“Eutanasia y dignidad constituyen un binomio inseparable. Solicitarla, y llevarla a cabo, es la decisión más compleja para cualquier ser humano. Quien pide morir enaltece dos valores fundamentales: autonomía y libertad. La autonomía es uno de los principios de la ética médica laica. La dignidad humana, como lo expresa Kant, es una cuestión ética cuyas fuentes, se concatenan con la autonomía”. Arnoldo Kraus.

En este contexto, el tema de la dignidad podría erigirse como eje central de la discusión acerca de la “muerte asistida”, entendiendo que no existe una medida estándar que cuantifique cuánta es poca o mucha dignidad, o por el contrario indignidad, por lo que, lo ideal es no tratar de calificar la percepción que cada uno tiene sobre este concepto, ya que seguramente nunca será igual.

De la misma manera, la tolerancia al dolor y al sufrimiento no tienen una medida estándar y no es correcto tratar de calibrar con ésta a todas las personas.

Lo que es indigno para una persona, es tolerable o deseado incluso para otra y lo que representa un dolor soportable para uno, es insostenible para otro sujeto, lo que nos demuestra que no somos iguales.

Sin embargo, hay que considerar que tratar de impedir, ya sea por vía legal o moral, que una persona reciba auxilio profesional para bien morir, sin sufrimiento ni angustia y en compañía de sus seres queridos, impulsa a muchas personas desesperadas a elegir una salida probablemente dolorosa, inadecuada y solitaria. Aceptar que la prohibición, rara vez (por no usar términos absolutos) consigue inhibir lo vedado es nuestra responsabilidad.

Eutanasia. Consiste en suministrar una combinación de fármacos a una persona con el fin de acabar con su vida. Es requisito que el afectado haya expresado su voluntad de que se le aplique (o que todavía esté en condiciones mentales para hacerlo), y que esté en situación terminal, irreversible y con gran sufrimiento. Debe ser aplicada por un médico.

Sedación paliativa. Consiste en suministrar fármacos a un paciente terminal con el fin de acabar con su sufrimiento. Puede suceder que el efecto secundario sea que se acorte su vida, pero éste no debe ser el objetivo. Se considera una buena práctica médica y es legal.

Suicidio médicamente asistido. Se parece a la eutanasia en que el médico facilita al enfermo una combinación de medicamentos con el fin de acabar con su vida. Tiene prácticamente los mismos requisitos (que sea un enfermo terminal, que esté sufriendo…), pero tiene que ser el afectado el que ingiera los medicamentos.

Suspensión del esfuerzo. Consiste en retirar el soporte vital a un enfermo terminal (respirador, por ejemplo), por voluntad propia o familiar.

En Holanda, país en el que la asistencia médica para ayudar a una persona a morir es legal desde el 2002, el año pasado el 4% (6,091) del total de los fallecimientos en el país, ocurrieron de manera asistida, procedimiento que en la mayoría de los casos fue practicado por los médicos de cabecera de los pacientes.

“Creo que hay un miedo natural en todo ser vivo, no tanto por la muerte en sí, como por el dolor. Sin embargo, no debe utilizarse ese temor natural para que las personas se sometan a la voluntad de ninguna autoridad moral. Cuando dejamos de ser niños, todos somos autoridades morales en lo que respecta a la vida, la muerte y el amor. Me gusta hablar con las personas, querida Belén, pero el tema que yo planteo es la eutanasia como un derecho humano. Supongo que sabes que eutanasia significa buena muerte”. Ramón Sampedro.

Ramón fue un tetrapléjico español que luchó legalmente y sin lograr obtener su derecho a morir de manera asistida. Autor del libro “Cartas desde el infierno”. Murió de manera asistida ilegalmente, el 12 de enero de 1988.

De los 6,091 fallecimientos asistidos en Holanda, el 83% de los casos corresponden a personas que padecían cáncer y otras enfermedades como Parkinson, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), afecciones cardiacas y padecimientos del sistema pulmonar; el resto presentaba algún tipo de demencia en fase inicial, problemas psiquiátricos, males propios de la edad y otro tipo de trastornos.

La realización de un procedimiento de eutanasia en Holanda, el que es analizado a posteriori por la Comisión Regional de Revisión de la Eutanasia, requiere que la solicitud provenga de un paciente seguro y consciente, que la solicite en varias ocasiones y que tenga una dolencia irreversible con dolores insufribles. Antes de proceder a practicar una muerte asistida, el doctor al que le fue solicitada deberá consultar obligatoriamente con otro colega.

Si esta comisión encuentra que la asistencia realizada no cumplió con los requisitos para aplicarla legalmente, el facultativo puede ser condenado hasta con 12 años de prisión. Hasta el momento ningún facultativo ha sido condenado.

En nuestro país, la única entidad de la República Mexicana en la que la “muerte asistida” es legal, es la Ciudad de México (CDMX), lo que quedó asentado en el Artículo 11 de la nueva Constitución de la ciudad, aprobado por una contundente mayoría de 56 legisladores a favor, 27 en contra, una abstención y que entrará en vigor el 17 de septiembre del 2018.

“Este derecho humano fundamental, el de la determinación y el libre desarrollo de una personalidad, deberá posibilitar que todas las personas puedan ejercer plenamente sus capacidades para vivir con dignidad. La vida digna contiene implícitamente el derecho a una muerte digna”. Artículo 11 de la Constitución de la Ciudad de México.

La ley aprobada en la Constitución de la CDMX contempla a este respecto dos conceptos: la eutanasia, en la que una persona es ayudada a morir de manera anticipada y la ortotanasia, en la que el paciente tiene derecho a morir dignamente, sin que sean utilizadas medidas extraordinarias para mantenerlo con vida, sutil y efectiva.

El antecedente legal para la “muerte asistida”, parte del Reglamento de la Ley de Voluntad Anticipada (publicado el 4 de abril del 2008, en la Gaceta Oficial del Distrito Federal), el que normaba la decisión libre de cualquier persona, para ser o no sometida a medios, tratamientos o procedimientos terapéuticos, que intentaran prolongar su existencia, cuando por alguna condición de salud, el sujeto se encontrara en la etapa terminal de su enfermedad y fuera técnicamente imposible, mantenerlo con vida de manera natural.

La “voluntad anticipada” se podía manifestar a través de dos vías. Una opción, era acudiendo con un notario público para generar un documento legal, la segunda, a través del formato de voluntad anticipada, proporcionado gratuitamente en todas las instituciones de salud públicas, privadas y sociales de la CDMX, en dos variantes; la suscrita personalmente por el interesado en pleno uso de sus facultades mentales y la que era tramitada por un familiar del enfermo en etapa terminal y que por su condición se encontraba incapacitado para manifestar su voluntad.

Además de la CDMX y Holanda, cuatro países más: Bélgica, Colombia, Luxemburgo, Suiza, y algunos estados de los EE.UU., como Oregón permiten legalmente la eutanasia.

“La vida no es una obligación”. Palabras de Marcel Langedijk, hermano de un hombre de 41 años al que se le practicó la eutanasia en Holanda en 2016.

La muerte está garantizada; pero sufrir en exceso para llegar a ella, probablemente como acto “heroico”, expresión de inacabable tolerancia, apego a una creencia, expiación de culpas o sometimiento irrestricto a determinados estatutos morales, sin poder decidir el momento de la muerte y recibir asistencia para ello es, desde mi punto de vista, un tema que debe ser revisado, discutido y decidido por la sociedad en su conjunto.

Por: Manu Garrod, Consultor códigoF.

El autor de este artículo, no asume la enorme responsabilidad de argumentar a favor o en contra de la “muerte asistida”, si no que pone sobre la mesa algunos argumentos y consideraciones para impulsar un debate sano y fructífero sobre un tema que tiene múltiples y afiladas aristas, pero que no debe ser evitado.

Fuentes:

Diario El País.
Holanda, donde bien morir es cotidiano. Isabel Ferrer.

Milenio.
Aprueban derecho a la eutanasia en la capital.

Hipertextual.
México, el séptimo país en el mundo que podría permitir la eutanasia.

Nexos. Bioéticas.
EL blog de Arnoldo Kraus. Bien morir.

Diario El País.
Bélgica aprueba la eutanasia infantil. Lucía Abellán.

Cartas desde el infierno.
Ramón Sampedro. Página 27.

CDMX.
Reglamento de la Ley de Voluntad Anticipada para el Distrito Federal.

CDMX.
Secretaría de Salud. Voluntad Anticipada.