En los últimos 15 años, distintas organizaciones civiles y de gobierno han monitoreado la actividad de la ciudadanía buscando entender su comportamiento y movimientos, ya sea para el diseño de sistemas de tránsito vehicular o determinar con mayor precisión los flujos de traslado que utilizan los conglomerados humanos en caso de desastres naturales, acciones que en la mayoría de los casos se han realizado con métodos no intrusivos como drones, imágenes satelitales, modelos de redes neurales y otras estrategias tecnológicas.
Una de las leyes de Murphy dice “si algo puede ser utilizado para un fin distinto al fin para el cual fue creado, alguien lo hará”, lo que incide en el tema que nos atañe.
A partir de los brotes de COVID-19 en la ciudad de Wuhan, el gobierno chino aprovechó la tecnología que tenía a su disposición y otras nuevas plataformas para conocer las actividades de la población, mantener los estrictos controles de cuarentena, o limitando el acceso a zonas de alto riesgo sanitario.
En regímenes políticos como los de China y Rusia, es permisible tomar decisiones unilaterales y verticales sobre la privacidad de sus ciudadanos, lo que en un sistema democrático se percibiría como medidas de control dictatorial. En ese sentido, los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, descartaron las iniciativas de seguimiento y control propuestas por Apple y Google, inclinándose por el uso de sus propios sistemas de monitoreo.
Partiendo de estas ideas, el gobierno Chino ha implementado diversas tecnologías para ayudar a controlar la pandemia, utilizando robots para la entrega de alimentos, cámaras de vigilancia para monitorear el tránsito de sus ciudadanos, así como el uso de información GPS, o mensajes de SMS con códigos QR por mencionar solamente algunos ejemplos.
Este tipo de acciones nos conducen a una pregunta: ¿el uso de la tecnología para el control de los ciudadanos es correcto o incorrecto?. Las ventajas que ofrece la tecnología para detectar, medir, predecir y encontrar soluciones para que los sistemas sanitarios monitoreen las epidemias son evidentes, pero representan problemas potenciales en otros ámbitos, que han sido denunciados por los grupos de derechos humanos mundiales y diversas ONG. Al respecto, Silkie Carlo, directora de la ONG Big Brother Watch, comentó: “Si hemos aprendido algo de los años de contraterrorismo, es que las medidas de emergencia puestas en marcha permanecen y se expanden más allá del evento que las originó. Nunca debemos esperar que se detengan automáticamente porque no lo harán”.
En este sentido, el miedo a la violación de la intimidad, el uso ilegal de los datos, e incluso la leve sospecha de la intromisión a la data privada, ha llevado a suspender actividades o descartar métodos no invasivos y que tenían buenas intenciones.
Para poner en contexto la aseveración previa, en la Ciudad de México, la propuesta para monitorear el tránsito de la población mediante el uso del GPS comunicada por Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno, suscitó inmediatamente un problema de percepción y la sospecha de que la información obtenida podría llegar a ser utilizada con otros fines.
El sistema Chino aprovecha todo método que pueda proporcionarle información para analizarla bajo distintas técnicas, permitiéndole predecir comportamientos, tránsito, puntos de riesgo, proximidad con posibles personas infectadas y un largo etcétera, entre los que se incluyen, el diseño de estrategias de control y la comunicación entre servicios de salud y ciudadanos.
Es necesario acotar que todo comienza con el sistema de identificación, que se vuelve indispensable para la realización de cualquier trámite, como el uso de redes sociales, compra de dispositivos electrónicos, etc.
Como lo comentamos, el monitoreo de los dispositivos móviles permite geolocalizar al usuario o grupos de usuarios para conocer sus movimientos. En caso de que el usuario haya sido diagnosticado como portador/enfermo o infectado de COVID-19, se podría saber si se mantiene en cuarentena en su domicilio o si la incumple, pudiendo localizarlo y determinar la posibilidad de riesgos de contagio a otras personas durante su trayecto. Por otra parte, el sistema permite notificar al usuario si ha estado en contacto o cerca de alguien bajo sospecha de infección, mediante el intercambio de “beacons” de Bluetooth por proximidad. Adicionalmente, el gobierno podría notificar al ciudadano por medio de un mensaje de texto o código QR con colores que definen el riesgo que la persona representa y si el usuario del dispositivo está o no infectado.
Los sistemas de cámaras en las vías públicas hacen reconocimiento facial y usan un sistema de calorimetría para medir la temperatura de las personas que detectan, pudiendo determinar la ubicación de personas bajo sospecha de estar infectados y separarlos de la comunidad, evitando brotes potenciales en los lugares de mayor concentración.
Big Data y analíticas: una vez que se han recopilado los datos, es necesario clasificarlos y analizarlos para alimentar modelos matemáticos que anticipen comportamientos y conductas.
Para ello es necesario tener objetivos específicos que den respuestas a preguntas aún más específicas, buscando que la información responda fehacientemente lo que buscamos saber.
El reto principal es encontrar un sano equilibrio entre la privacidad, los datos necesarios para anticiparse y no ser reactivo ante situaciones como la que estamos viviendo.
Por: Antonio Salgado Leiner miembro del consejo editorial de códigoF.
BBC.
Coronavirus en China: cómo funciona el polémico sistema chino de vigilancia.
Logistics Middle East.
Comment: Smart technology and mass transit.
Channel News Asia.
covid-19-moscow-s-enhanced-surveillance-measures-causes-concern.
euro news.
El peligro de perder privacidad por aplicaciones creadas para controlar al coronavirus.
Aljazeera.
We’re watching you: COVID-19 surveillance raises privacy fears.
Harvard Business Review.
How Digital Contact Tracing Slowed Covid-19 in East Asia.
World Economic Forum.
Here’s how Asia is using tech to tackle COVID-19.
CNBC.
Use of surveillance to fight coronavirus raises concerns about government power after pandemic ends.