La tuberculosis (TB) sigue siendo una de las enfermedades infecciosas de mayor impacto a nivel mundial, afectando anualmente a alrededor de 10 millones de personas, y siendo causa de deceso de 1 millón y medio de personas en ese mismo lapso.
Las formas graves de la enfermedad, diseminada o meníngea, pueden ser prevenidas durante los primeros años de vida mediante la aplicación de la vacuna constituida por la bacteria atenuada (no causa enfermedad en personas inmunocompetentes) Mycobacterium bovis Bacilo de Calmètte-Guèrin, conocida como BCG.
Hoy en día, la vacuna BCG se aplica por medio de una inyección intradérmica. En una colaboración reciente en este mismo espacio (https://codigof.mx/tiene-futuro-la-vacunacion-por-via-intravenosa-con-bcg-para-combatir-la-tuberculosis/), presenté diversas ideas relacionadas con el éxito, a nivel preclínico, de la vacunación con BCG vía intravenosa. En esta ocasión, me permito hacer difusión de dos nuevos trabajos de investigación que tienen como objetivo aprovechar la protección conferida por BCG, en modelos animales, a fin de buscar biomarcadores en sangre, que sirvan para definir con antelación, qué vacuna podría proteger contra la TB, pocos días después de haber sido aplicada.
Uno de estos trabajos (https://doi.org/10.1016/j.xcrm.2023.101096) empleó dos grupos de dosis de BCG, aplicadas vía intravenosa, a macacos Rhesus, que después fueron infectados experimentalmente con Mycobacterium tuberculosis. Las diferencias en dosis condujeron a diferentes grados de protección, en donde al conjunto de animales protegidos se les comparó la respuesta inmune determinada en muestras de sangre, vía secuenciación masiva de RNA (RNASeq) a diferentes tiempos, contra la producida en aquellos animales sin protección. De forma sumamente interesante, tan pronto como 2 días después de la vacunación con una dosis protectora de BCG, se encontraron diversas moléculas mayormente producidas por animales que luego fueron protegidos, comparada con aquellos que no lo fueron. Como cito abajo en relación con las posibles limitantes, estos potenciales biomarcadores no tuvieron una buena correlación con la protección conferida por BCG en un estudio previo donde se exploraron rutas de inmunización diferentes a la intravenosa (https://doi.org/10.1038/s41586-019-1817-8).
Por otro lado, en un estudio realizado en ratones, tanto genéticamente idénticos como diversos, en un intento de simular las diferencias que ocurren en seres humanos, se empleó de principio RNASeq en muestras de sangre obtenidas de ratones genéticamente idénticos, vacunados por ruta subcutánea, en donde se comparó la respuesta inmune de aquellos que recibieron BCG viva, contra la de aquellos que recibieron a BCG inactivada por calor (https://doi.org/10.1371/journal.pone.0289358). La primera estrategia protege en cierta medida contra la infección experimental con Mycobacterium tuberculosis, mientras que la segunda no lo hace. Luego, los autores propusieron un grupo de potenciales biomarcadores, que llevaron a un ensayo de PCR cuantitativa de tiempo real (qPCR) y que evaluaron en grupos de ratones genéticamente diversos. En este caso, la propuesta de biomarcadores sugiere evaluar por qPCR muestras sanguíneas a las 2 y/o 4 semanas post-vacunación.
Entre las limitantes principales de los grupos de potenciales biomarcadores derivados de ambos estudios, puedo vislumbrar los siguientes:
- Estos pueden ser dependientes de la vía de administración, es decir, lo que se determine como una molécula o moléculas capaces de predecir la eficacia de la vacuna, pueden no ser tales si se dicha vacuna aplica por una ruta diferente.
- Desde luego, puede ser el caso que dichos marcadores sean específicos de BCG y no se presenten si usa una vacuna diferente, incluyendo, particularmente, las basadas en vectores virales, proteínas subunitarias, o bien, nanopartículas basadas en lípidos.
- Es preciso llevar estos ensayos del formato complejo y costoso de RNASeq hacia uno de disponibilidad más común y/o menos onerosa, como podría ser una qPCR.
En ambos casos, puedo pensar en fallas derivadas de que los potenciales biomarcadores cambien en la magnitud de su contenido/cantidad, o bien a que se produzcan en un tiempo diferente o, incluso, que las moléculas sean reemplazados por otras distintas según el tipo de vacuna y ruta de administración utilizadas.
Cabe reconocer que valdría la pena realizar estudios donde se evalúen estos potenciales biomarcadores en contextos de aplicación de otras vacunas contra TB, distintas a la BCG actual, así como definir su comportamiento en personas vía estudios clínicos. Esto por supuesto requiere la participación de sectores académicos, médicos, empresariales y gubernamentales, a fin de contar con tan necesarias medidas que optimicen los esquemas de vacunación y prevención de muertes e incapacidades asociadas a esta enfermedad.
Dr. Mario Alberto Flores Valdez | Investigador Titular C en CIATEJ, A.C. en el área de Biotecnología Médica y Farmacéutica, además de Doctor en Ciencias con especialidad en Bioquímica por la UNAM.
- Realizó su estancia postdoctoral sobre Microbiología e Inmunología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.
- Miembro Investigador de las redes internacionales VALIDATE “Vaccine development for complex intracellular neglected pathogens” y Collaboration for Tuberculosis Vaccine Discovery (CTVD).
- Poseedor de patentes como inventor ante el IMPI por la candidata a nueva vacuna contra la tuberculosis BCGDBCG1419c.