El pasado 16 de octubre publicamos un artículo sobre el Programa de Donación de Cuerpos con fines didácticos y científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que hablamos con bastante profundidad sobre las características de este sistema, y el creciente número de personas que de manera altruista se han incorporado progresivamente, para poner al alcance de los estudiantes de medicina su cuerpo una vez que hayan fallecido.

Retomando en general el tema de la donación, pero particularmente el del legado altruista de órganos, encontramos un estupendo artículo en el volumen 31 de la revista Clinical Transplantation (The Journal of Clinical and Translational Research) del mes de noviembre, cuyos autores, todos ellos connacionales, abordan el tema de las barreras psicológicas y las creencias que frenan la donación de órganos en nuestro país.

El artículo tiene como título “Psychosocial barriers associated with organ donation in Mexico” y los autores son María Luisa Marván, miembro del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana en Xalapa, México; Asunción Álvarez del Río del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México; Kristian Jasso del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana en Xalapa y Patricio Santillán Doherty del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias en la Ciudad de México (CDMX).

La pregunta básica que impulsó a estos profesionales a llevar a cabo la investigación fue: Siendo el pueblo mexicano tan generoso en múltiples ámbitos, ¿qué razones tiene para no donar sus órganos, sabiendo que con ello beneficiaría, más allá de su vida, a otras personas?

Para poner en contexto el tema del bajo índice de donación en nuestro país les comentamos que mientras que en España tuvieron el año pasado 47 donadores por cada millón de habitantes y en Uruguay (país latinoamericano con el porcentaje de donación más elevado) por cada millón de habitantes alcanzaron la cifra de 18.9 donadores fallecidos, en México solamente tuvimos 3.9 personas por cada millón de habitantes, lo que nos muestra fehacientemente lo lejos que estamos de alcanzar el nivel de otras naciones.

Para obtener las respuestas deseadas, los investigadores partieron de una muestra inicial de 807 personas, de las que obtuvieron un subgrupo de 218 personas que manifestaron no querer ser donantes de órganos, pidiéndoles que completaran la siguiente oración, utilizando cinco opciones para ello: No quiero donar mis órganos una vez fallecido, por que la donación de órganos es…

Par obtener la información, los investigadores utilizaron la Técnica de Redes Semánticas Naturales, procedimiento en el que se le pide a los sujetos de estudio entrevistados que definan una serie de conceptos establecidos, empleando únicamente sustantivos, adjetivos, verbos o adverbios, sin utilizar cualquier tipo de partícula gramatical. Una vez obtenida la información,  se realiza un análisis cuantitativo que permite conocer las características de las Redes Semánticas Naturales obtenidas tanto grupal como individualmente.

Una vez obtenidas las cinco respuestas, pidieron a los entrevistados que las jerarquizaran de mayor a menor importancia.

En términos amplios, los resultados obtenidos reflejan que la desconfianza, entendiendo esta como el temor a la posible corrupción en los procesos de manejo y asignación de los órganos donados, lo que llevaría al uso incorrecto (tráfico y venta de órganos, favoritismo en la asignación, etc) de los mismos, es uno de los frenos más importantes. Es relevante anotar que los encuestados de mayor edad y aquellos con los niveles educativos más bajos, dieron consistentemente respuestas que muestran ideas erróneas o mitos sobre la donación de órganos. Por otra parte los entrevistados más jóvenes y los que cuentan con mejores niveles educativos reconocieron los beneficios de esta acción, pero mantuvieron su desinterés por ejercerla.

“La corrupción fue la razón de más peso, en promedio, para no donar, pero en realidad no fue igual de importante para todos los grupos de edad. Los jóvenes, de 18 a 34 años, fueron los que clasificaron la corrupción como la razón más importante para no donar y en segundo lugar el tráfico de órganos. Los adultos y los adultos mayores mencionaron la corrupción en segundo y en quinto lugar de importancia”.

Por otra parte, el grupo de entrevistados con 65 años de edad en adelante, consideran que sus órganos ya no son útiles para otras personas, lo que es un error, ya que como tal no existe un límite etario para ello, siendo los médicos quienes deben determinar la calidad  y capacidad del órgano para ser utilizado.

Otro dato interesante es que tanto los adultos, como los jóvenes (en menor medida), manifestaron que la donación de órganos iba en contra de su religión (87% de los entrevistados eran católicos o practican alguna religión basada en el cristianismo), lo que también es un error, ya que la iglesia católica, a través de L’Osservatore Romano, apoya desde 1997 la donación de órganos después de la muerte, entendiéndose como un acto de caridad.

María Luisa Marván y sus colegas concluyen que para incrementar los niveles de donación de órganos en México es indispensable mejorar los niveles de educación en general y el conocimiento particular sobre estos procedimientos y abatir la desconfianza en las instituciones oficiales, la que ha contaminado prácticamente todas las acciones, decisiones y comportamientos de los mexicanos.

Fuentes:

Clinical Transplantation.
The Journal of Clinical and Translational Research. Psychosocial barriers associated with organ donation in Mexico.

CONACYT.
Agencia informativa. ¿Qué desalienta la donación de órganos en México?.

Wikipedia.
Redes semánticas naturales.