La tuberculosis (TB) continúa como la enfermedad bacteriana que afecta a más personas a nivel mundial, con alrededor de 10 millones de nuevos casos cada año, así como el lamentable deceso de 1 millón y medio de personas anualmente. Debido a los estragos que la TB sigue causando a nivel mundial, existen diversos esfuerzos para reemplazar o reforzar la única vacuna disponible hoy en día contra esta enfermedad: la bacteria atenuada (no causa enfermedad en personas inmunocompetentes) Mycobacterium bovis Bacilo de Calmette-Guerin, conocida como BCG.

BCG protege contra las formas más mortales de la TB durante la infancia temprana y niñez, las manifestaciones diseminadas y cerebrales. Sin embargo, BCG no parece capaz de mantener una buena protección contra la forma pulmonar, la cual suele presentarse en 8 de cada 10 enfermos y que resulta en la transmisión a otras personas en el entorno de quienes son afectados por la TB.

Entre los diversos factores que podrían contribuir a explicar la reducida capacidad de la BCG actual para proteger efectivamente contra la tuberculosis pulmonar, podemos mencionar las siguientes:

  1. Existen diferencias en la capacidad de cada persona de responder a cada vacuna, debido a la presencia de ciertas variantes, a nivel genómico, que conducen a una respuesta distinta en cada caso. A esto hay que sumarle los efectos que podrían tener diversas comorbilidades (sobrepeso, obesidad, diabetes, desnutrición, entre otros).
  2. También existen diferencias a nivel genómico, entre las diferentes bacterias que producen la TB. Si bien se considera en términos prácticos a Mycobacterium tuberculosis, el agente causal de la enfermedad, como un solo patógeno, la realidad es que existen diversas variantes a nivel mundial, algunas más capaces de producir enfermedad que otras.
  3. También existen diferencias a nivel genómico, entre las diferentes vacunas BCG. Si bien se considera en términos prácticos a BCG como una sola vacuna, la realidad es que existen al menos 15 variantes de ella. Además, a nivel mundial, suelen aplicarse alrededor de 5 distintas versiones de BCG, las cuales ya se ha visto que difieren en su capacidad de inducir respuesta inmune en células sanguíneas obtenidas de donadores vacunados (ex vivo), lo cual hace suponer que esto podría repercutir en diferentes capacidades de protección contra la TB.
  4. Además del hecho de que distintas vacunas BCG producidas por diferentes fabricantes, estimulan una respuesta diferente ex vivo, se ha encontrado que tales versiones de BCG difieren en la cantidad de bacterias que se mantienen vivas (viables) después del proceso de manufactura.

Regularmente, las vacunas que se aplican para prevenir o reducir los efectos de las enfermedades que se pueden transmitir entre persona-persona o animal-persona, suelen transportarse y/o almacenarse a temperaturas cercanas o por debajo de la congelación (comúnmente, 4ºC, -20ºC o bien -80ºC). Entre más baja sea la temperatura necesaria para mantener la estabilidad y/o viabilidad de una vacuna, los retos de hacerla llegar a todos los rincones de un país son mayores; cabe recordar el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna contra COVID-19, que requerían justamente preservarse a -80ºC en tanto que la de AstraZeneca era suficiente con poder resguardarla a -20ºC. En todo caso, la necesidad de refrigeración se mantiene y así los retos para que una vacuna se encuentre en condiciones apropiadas hasta el momento de su aplicación, es decir, que no pierda o reduzca significativamente su capacidad de estimular una respuesta protectora.

En el renglón precisamente de mantener la estabilidad de las vacunas a temperaturas distintas a la refrigeración o congelación, es interesante notar que recientemente se publicaron los resultados de un estudio clínico fase 1, realizado en Estados Unidos (es decir, en población que no ha sido vacunada con BCG), con el candidato a vacuna contra TB denominado ID93+GLA-SE (https://doi.org/10.1038/s41467-023-36789-2), tanto en una presentación termoestable (puede mantenerse activa hasta por 3 meses aún si se mantiene a 37ºC), como en una “convencional” que sí requiere refrigeración.

En este trabajo se encontró que ambas formulaciones, termoestable y convencional, fueron igualmente bien toleradas, ocasionado efectos adversos leves y sin ser distintos entre ellas. Además, ambas tuvieron la misma capacidad de inducir respuesta inmune celular (mediada por linfocitos T CD4+) ex vivo, en tanto que la formulación termoestable mejoró la capacidad de inducir respuesta de anticuerpos respecto a la vacuna preparada y mantenida de manera estándar hoy en día. 

Estos resultados representan un buen avance en el terreno de lograr una reducción de complicaciones en el traslado y almacenamiento hasta aplicación de vacunas. Evidentemente, surgen diversas preguntas, entre ellas, conocer si esta capacidad de mantener la seguridad e inmunogenicidad, resultarán o no en una mejor protección contra la TB ya en personas. Por supuesto, cabe preguntarse si el proceso utilizado para preparar la versión termoestable de ID93+GLA-SE pudiera extrapolarse a otras vacunas en uso hoy en día que siguen requiriendo temperaturas de refrigeración o congelación.  Cabe reconocer también que la población de estudio fue relativamente escasa (menos de 50 personas), mayormente de una sola característica racial (blanca) y de un solo sexo (femenino), por lo que sería sumamente necesario e interesante validar estos resultados en poblaciones de características diferentes a las reportadas en el citado estudio.

*El Dr. Flores Valdez, autor de este artículo, es investigador Titular C en CIATEJ, A.C. en el área de Biotecnología Médica y Farmacéutica. Doctor en Ciencias con especialidad en Bioquímica por la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral sobre Microbiología e Inmunología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. Miembro Investigador de la red internacional VALIDATE “Vaccine development for complex intracellular neglected pathogens”. Poseedor de patentes como inventor ante el IMPI por la candidata a nueva vacuna contra la tuberculosis.

Por: Dr. Mario Alberto Flores Valdez*, investigador titular del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco, A.C. (CIATEJ)

Fuente: 

Sagawa, Z.K., Goman, C., Frevol, A. et al. Safety and immunogenicity of a thermostable ID93 + GLA-SE tuberculosis vaccine candidate in healthy adults. Nat Commun 14, 1138 (2023).

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