El pasado 2 de febrero del 2017, publicamos en Código F un artículo el artículo sobre una bio-impresora con la capacidad de producir “imprimir” piel humana viva y funcional.

La impresora en cuestión parece haber sido sacada de una extraordinaria novela de ciencia ficción, aunque sabemos que este género, también conocido como “ciencia de anticipación” y gracias al talento y visión de algunos de sus más destacados autores, ha vislumbrado, muchos años antes de que fueran realidad, inventos o sucesos, que cambiarían el rumbo de la humanidad.

Un buen ejemplo de la capacidad premonitoria de la “ciencia de anticipación” lo constituye la novela de Julio Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828 – Amiens, 24 de marzo de 1905), “De la Tierra a la Luna”, publicada en 1865 y el primer viaje espacial tripulado, en el que un emocionado Neil Armstrong (Wapakoneta, Ohio 5 de agosto de 1930 – Cincinnati, Ohio, 25 de agosto del 2012) hizo pie en la superficie lunar el 20 de julio de 1969, 104 años después de la edición de la novela, dejando grabada en la historia la frase: “un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

Pues el tema que hoy nos ocupa, digno de la ciencia ficción, ya que recientemente un grupo de científicos, liderados por Yaniv Erlich y Dina Zielinski de la Universidad de Columbia y del New York Genome Center, EE.UU., han utilizado al ADN como soporte de almacenamiento de información, en el que grabaron específicamente: un sistema operativo, el cortometraje de los hermanos Lumière “La llegada del tren a la Ciotat”, un cupón de regalo, un virus de ordenador, una placa de la “Pioneer” y uno de los trabajos de Claude Shannon (30 de abril de 1916 – 24 de febrero de 2001), considerado el padre de la teoría de la información.

El planteamiento para la realización de este experimento es la ingente cantidad de información que los seres humanos estamos produciendo cada segundo y la acuciante necesidad de salvaguardarlo de manera absolutamente confiable.

Los científicos de este experimento, cuyos resultados han sido publicados el 3 de marzo en la revista Science, bajo el título “DNA Fountain enables a robust and efficient storage architecture”, comentan que el ADN es probablemente el mejor dispositivo conocido para el almacenamiento de datos, gracias a su capacidad para guardar una gran cantidad de petabytes de información por gramo, su alta durabilidad y su capacidad más que probada y optimizada evolutivamente, para replicar con posterioridad, de manera repetida y (sobre todo), fielmente, la información salvaguarda en él mismo.

 

Petabyte

Un petabyte es una unidad de almacenamiento de información cuyo símbolo es PB, y equivale a 10 bytes = 1´000,000,000,000,000 de bytes.

El prefijo peta viene del griego πέντε, que significa cinco, pues equivale a 10005 ó1015.

Está basado en el modelo de ter, que viene del griego «monstruo», pero que es similar (excepto una letra) a tetra-, que viene de la palabra griega para «cuatro» y así peta, que viene de penta-, pierde la tercera letra, la «n».

 

Estos investigadores han demostrado la posibilidad de grabar y recuperar información (inalterada) grabada a una densidad de 215 petabytes por gramo de ADN, lo que supera exponencialmente los resultados obtenidos previamente.

El procedimiento de codificación utilizado por este equipo de científicos duplicó la cantidad de información almacenada por otros científicos en estudios previos, diferenciándose también de los anteriores, por la precisión y la fiabilidad en la decodificación de los datos almacenados.

Es importante mencionar que este hallazgo está lejos de erigirse como el estándar común y corriente de los sistemas de almacenamiento de información, sobre todo por sus actuales costos, pero como nos lo ha enseñado el maravilloso género de la “ciencia ficción” o “ciencia de anticipación”, llegará el día en el que se transforme en una realidad de uso cotidiano.

Fuentes:

Science. DNA Fountain enables a robust and efficient storage architecture.

Wikipedia. Petabyte.