Una de las preguntas que nos hacen con mayor frecuencia son las razones por las qué el jabón (del latín tardío sapo, -ōnis, y este del germánico saipôn), un elemento tan simple como antiguo es capaz, junto con el agua, de acabar con los virus, las bacterias, y por supuesto la mugre, cuando el SARS-CoV-2, responsable de la infección COVID-19 parece casi indestructible.

En primer lugar, es necesario saber que cada vez que tocamos con nuestras manos alguna superficie aparentemente limpia, transferimos a nuestra epidermis las sustancias, bacterias y los virus que estén en ella, los que de entrar a nuestro organismo podrían causarnos algún tipo de infección.

Ahora bien, y ubicándonos en el tema específico del coronavirus, hay que saber que si manipulamos objetos, artículos o superficies contaminadas previamente por una persona portadora y transmisora del virus (aún estando asintomática), como frutas, verduras, latas, envases, pasamanos, monedas, billetes y tubos de agarre de transportes públicos, por mencionar solamente algunos ejemplos, llevaremos el virus a la piel de nuestras manos, en las que permanecerá inactivo durante horas, aguardando la oportunidad para entrar a nuestro organismo, infectar las células y replicarse exponencialmente, gracias a una acción tan simple como muchas veces repetida inadvertidamente: tocarnos la cara, ojos, nariz o boca con las manos.

Es por ello que es vital romper la cadena de transmisión objetos-manos-cara a través del lavado con agua y jabón, o la aplicación de algún tipo de desinfectante (alcohol de 96o o geles con alcohol al 70%), de la que la primera es el estándar de oro.

Partiendo de estas premisas, les explicaremos porque el agua y el jabón son capaces de destruir al coronavirus.

Lo primero que hay que saber es que los virus no están vivos, son básicamente un conjunto de información genética muy básica, empacada en una envoltura viral formada por lípidos o grasas, los que una vez en el interior de las células huéspedes se replicarán exponencialmente, provocando la reacción del sistema inmunológico, el que no siempre es capaz de contener la invasión y los daños colaterales asociados, algunos de ellos fatales.

Por otra parte, hay que acotar que las moléculas de jabón, parecidas a un alfiler, tienen una cabeza hidrófila (con afinidad por el agua) y una cola hidrófoba (que repele el agua o no puede mezclarse con ella) y lipófila (con afinidad por los lípidos), lo que significa que por una parte las atrae el agua y por la otra el aceite o la grasa.

Cuando las moléculas del jabón están suspendidas en el agua, flotan de manera alterna como unidades solitarias que interactúan con otras moléculas en la solución, ensamblandose en pequeñas burbujas llamadas micelas (conjunto de moléculas que constituye una de las fases de los coloides. Es el mecanismo por el cual el jabón solubiliza las moléculas insolubles en agua, como las grasas), en las que sus cabezas apuntan hacia afuera y colas al interior.

Las fuerzas de atracción entre las moléculas del jabón y el agua son tan intensas que desprenden la grasa de la superficie rodeándola con moléculas de detergente y fragmentándola en pedazos cada vez más pequeños, los que serán arrastrados facilmente por el agua.

Partiendo de estos conceptos básicos, entenderemos que el jabón no solamente ayuda a desprender al virus de la piel, sino que disolverá su envoltura viral lípídica desactivándolo, no matándolo, ya que en lo estricto, los virus no están vivos.

Para poner en contexto el tema de la envoltura viral lipídica, les comentamos que entre los diferentes patógenos que tienen membranas de este tipo están los coronavirus, el VIH, y los virus que causan hepatitis B y C, herpes, Ébola, zika, dengue, así como múltiples bacterias que atacan los intestinos y el tracto respiratorio.

Las moléculas del jabón actúan como palancas, desestabilizando todo el sistema de virus y bacterias. Las proteínas esenciales de los patógenos escapan de las membranas rotas, arrastradas por el agua, matando a las bacterias e inutilizando a los virus.

Si bien es cierto que el agua y el jabón destruyen la envoltura vírica del patógeno, es indispensable que se utilice una buena cantidad de jabón y agua, y el lavado sea enérgico, cuidadoso, detallado y prolongado (mínimo 30 segundos), para conseguir el objetivo deseado. Es necesario considerar que ponernos un poco de jabón, y darnos una tallada rápida y superficial no conseguirá destruir la envoltura vírica.

Es recomendable utilizar guantes quirúrgicos o cuando menos los que se usan para lavar trastes cuando se manipulan objetos o se viaja en transporte público, desechándolos una vez terminado su uso, lo que no nos permite tocarnos la cara hasta habernos lavado correctamente las manos con agua y jabón, o aplicarnos temporalmente una abundante cantidad de alcohol en manos y antebrazos como medida preventiva.

A modo de cierre, les comentamos que el secado de manos es esencial para eliminar la humedad (el ambiente más propicio para la transmisión de microbios), y con la fricción reducir aún más la carga microbiana y su posible transferencia.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

Wikipedia.
Jabón.

The New York Times.
¿Por qué el jabón funciona?

BBC.
Coronavirus: qué le hace el jabón al virus causante de la covid-19

Wikipedia.
Micela.