Todos sabemos que la crisis ocasionada a nivel mundial por la pandemia del coronavirus ha puesto a las economías locales y globales en una situación extrema, la que sumada a la exigencia para tener acceso inmediato a mejores servicios sanitarios, el paro parcial o total de las actividades productivas y la consecuente pérdida de millones de empleos, generarán fuertes presiones sociales y políticas, particularmente en los países de bajos y medianos ingresos.

Lo que todavía desconocemos, son los alcances, profundidad y estragos que dejará a su paso la pandemia en la que estamos inmersos, y que aún se ve lejos de concluir.

Buscando ofrecer posibles respuestas a las múltiples interrogantes al respecto, Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), presentó el pasado 21 de abril el Informe especial COVID-19 N⁰ 2, “Dimensionar los efectos del COVID-19 para pensar en la reactivación”, cuya primera entrega se realizó el 3 de abril.

La publicación elaborada por este organismo tiene como objetivo primario, el de tratar de dimensionar los efectos económicos que generará la crisis sanitaria en el corto y mediano plazo en los países de la región, los que antes de ella ya veían lastrado su desarrollo por los bajos índices de crecimiento económico, violencia, pobreza y desigualdad.

Según el informe, y antes de la llegada de la pandemia, América Latina y el Caribe acumulaban casi siete años de bajo crecimiento, con un promedio de 0.4% entre 2014 y 2019. Sin embargo, los analistas consideran que debido a la crisis actual, la que muestra una caída del PIB del -5.3%, será la peor en toda su historia, únicamente equiparable con la Gran Depresión de 1930 (-5%) o la de 1914 (-4.9%), lo que anticipa un fuerte aumento en las tasas de desempleo (11.5% vs 8.1 en 2019) y en los índices de pobreza, inequidad y desigualdad de género, aumentando la sobrecarga de trabajos no remunerados para las mujeres.

El documento precisa que si bien es cierto que todas las naciones de la región sufrirán los estragos de la pandemia, la interrupción de las cadenas de valor impactará con mayor fuerza a las economías brasileña y mexicana, poseedoras de los sectores manufactureros más grandes de la región.

La CEPAL considera que los siguientes factores son determinantes para ello: reducción del comercio internacional, caída de los precios de los productos primarios, intensificación de la aversión al riesgo, empeoramiento de las condiciones financieras mundiales, menor demanda de servicios turísticos y significativa reducción de las remesas.

“La CEPAL prevé que América del Sur se contraiga -5.2% debido a que varios países de esta zona se verán muy afectados por la caída de la actividad de China, importante mercado para sus exportaciones. En América Central la caída sería de -2.3%, afectada por la pobre demanda de turismo y la reducción de la actividad de Estados Unidos, su principal socio comercial y fuente de remesas; mientras que el Caribe se contraería en -2.5%, debido a la reducción de la demanda de servicios turísticos”.

Con respecto a ello, Bárcena comentó que aunque los países de la región han anunciado la adopción de algunas medidas para disminuir el impacto de la crisis, las mismas deberán ser reforzadas con la ampliación del espacio fiscal, el acceso urgente a recursos financieros con base en un apoyo flexible de los organismos financieros multilaterales, líneas de crédito a bajo costo, postergación de los pagos de deuda y eventuales condonaciones. Por otra parte, considera necesario replantear el modelo de inserción de la región y las alternativas de reactivación en el entorno de los cambios estructurales que ocurrirán en la globalización y el mundo post COVID-19.

“Los mayores impactos se darán en los países de América del Sur, especializados en la exportación de bienes primarios más vulnerables a la disminución de los precios. Por su parte, el valor de las exportaciones de Centroamérica, el Caribe y México sufrirá el impacto de la desaceleración de la economía de los Estados Unidos. México además se verá golpeado por la caída del precio del petróleo”.

Se prevé que la caída del -5.3% en el PIB y el aumento del desempleo tendrán un efecto negativo directo sobre los ingresos de los hogares para satisfacer sus necesidades básicas. En ese contexto, la tasa de pobreza en la región aumentaría en 4.4 puntos porcentuales durante 2020, pasando del 30.3% al 34.7%, lo que significa un incremento de 29 millones de personas en situación de pobreza. Por otra parte, la pobreza extrema crecerá en 2.5%, pasando de 11% al 13.5%, lo que representa un incremento de 16 millones de personas.

De la misma forma que lo han hecho otros líderes globales, la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL comentó que “Los líderes del G-20 deben apoyar que las organizaciones multilaterales presten tasas de interés favorables y alivien de la deuda de los países altamente endeudados, aplazándola o condonándola. De lo contrario, los pagos serán imposibles y se comprometerá el espacio fiscal. Se requieren medidas excepcionales para enfrentar una crisis sin precedentes. No habrá progreso sin cooperación y solidaridad internacionales”.

Según el informe de la CEPAL y el Manifiesto para una acción conjunta contra la pandemia, firmado por más de un centenar de personalidades de los ámbitos políticos, sociales y económicos, superar la crisis provocada por la pandemia, particularmente para los países de ingresos bajos y medianos, no será posible sin la ayuda de las naciones con economías sólidas y sociedades con mayor equidad.

Si le interesa conocer el documento íntegro, puede hacerlo en la siguiente liga:

Comisión económica para América Latina y el Caribe.
Dimensionar los efectos del COVID-19 para pensar en la reactivación.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Pandemia del COVID-19 llevará a la mayor contracción de la actividad económica en la historia de la región: caerá -5,3% en 2020.

Project Syndicate.
A Letter to G20 Governments.