Más allá de las consecuencias mortales que provoca la enfermedad de Alzheimer, hay un daño colateral que impacta a los cuidadores de estos enfermos, usualmente sus familiares, los que no tienen preparación alguna para asumir y enfrentar tan compleja y desgastante responsabilidad, buscando el menor perjuicio posible.

Al daño que sufren quienes cuidan a un enfermo con Alzheimer se le denomina el “síndrome del cuidador”, “síndrome de sobrecarga del cuidador” o “síndrome del cuidador quemado”, y su afectación emocional y física puede ser apabullante y peligrosa.

“Cuidar de un familiar con Alzheimer es un hecho inesperado, para el que nadie está preparado. La mayoría de veces, sucede en una etapa de la vida en la que se espera disfrutar de la jubilación, de la familia y de todas aquellas cosas que se han ido dejando pendientes. La enfermedad llega y rompe los planes previstos, tanto de la persona afectada como de sus seres queridos más próximos”. Fundación Pasqual Maragall.

Quienes cuidan a una persona que padece una enfermedad crónico degenerativa, cuya resolución futura previsible es la muerte, enfrentan niveles de estrés físico y emocional tremendamente desgastantes, los que son todavía más profundos y agobiantes, cuando se tienen nexos afectuosos indisolubles. En ese aspecto, la enfermedad de Alzheimer es todavía más arrolladora, por que aquellos que cuidan a estos enfermos, constatan de primera mano la forma en la que la personalidad, recuerdos y capacidades de esa persona querida se van deteriorando progresivamente a causa del padecimiento.

La necesidad y exigencia aparentemente irresoluble para dar prioridad a la atención de la persona enferma, la excesiva y agotadora demanda física, el enojo, y finalmente el aislamiento social, hacen que los cuidadores no profesionales desarrollen esta patología.

El síndrome del cuidador, se puede agravar por la falta de atención a las necesidades personales. Los cuidadores deben comprender que su nuevo rol ha de integrarse en el marco de su contexto de vida, atendiendo sus necesidades físicas, sociales y emocionales para evitar que su salud y bienestar sucumba al hecho de cuidar a un familiar dependiente”.

Cerca del 90% de los cuidadores de pacientes diagnosticados con Alzheimer presentan alguna afectación del estado de ánimo y física, entre las que destacan: apatía, irritabilidad, ansiedad, depresión, dolores musculares o de cabeza sin motivo aparente, alteraciones del sueño, libido y desajustes gastrointestinales, entre otros.

Si bien es cierto que lo ideal es que los enfermos sean cuidados por un profesional entrenado para ello, la mayoría de las veces no es posible, por lo que es recomendable que la persona que ejerza esa actividad se prepare para ello, buscando asesorarse con instituciones, organizaciones,  asociaciones y profesionales médicos especializados en el padecimiento.

Para finalizar, debemos recordar algo esencial: para poder cuidar bien a alguien, primero debe cuidarse el propio cuidador. No podemos ofrecer ayuda de calidad a nadie, si nuestra salud, física y mental, están seriamente comprometidas.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF

Fuentes:

Fundación Pasqual Maragall.
El síndrome del cuidador: qué es y cómo prevenirlo.

Fundación Pasqual Maragall.
10 hábitos que pueden perjudicar el bienestar y la salud del cuidador.