No es un misterio que la contaminación atmosférica, sobre todo en las grandes ciudades como la capital de México, afecta seriamente los sistemas respiratorio, visual y la piel, provocando cada vez un mayor y más agresivo número de padecimientos crónicos.

Es triste, pero frecuente, encontrar una mayor prevalencia de enfermedades aéreas y oculares en personas de cualquier edad, género y condición social, las que respiran diariamente un aire que está muy lejos de lo sanamente recomendable.

Sin embargo y aunque es altamente preocupante, este tipo de afecciones se han vuelto un “mal inevitable” para aquellos que por su lugar de residencia se ven expuestos a una cantidad ingente de partículas contaminantes de alta toxicidad.

Lo que es novedoso, es el impactante hallazgo realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Lancaster, entre los que se encuentran varios científicos mexicanos, los que concluyeron que algunas partículas existentes en la contaminación atmosférica también afectan al cerebro de las personas expuestas a la misma, deteriorando seriamente sus funciones.

El estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista: The Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) con el título en inglés “Magnetite pollution nanoparticles in the human brain”, determinaron la presencia de una abundante cantidad de nanopartículas de magnetita en los cerebros humanos estudiados, las que coinciden, una a una, con las nanoesferas de magnetita de alta temperatura, creadas por la combustión y el calentamiento derivado de la fricción, presentes en el aire contaminado de las urbes.

Este hallazgo es sumamente relevante porque la magnetita, a nanoescala, puede responder a campos magnéticos externos e intoxicar al cerebro, vinculándose con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, y aunque no está demostrado plenamente que el desarrollo de esta enfermedad sea causa exclusiva de la presencia de estas partículas, es una pista esencial que deberá seguirse estudiando.

Lo sorprendente es que a pesar del recubrimiento y protección que dan al sistema nervioso las meninges, las partículas de magnetita presentes en el aire contaminado, con un diámetro menor a los 200 nm, entran directamente al cerebro a través del nervio olfativo, sin que nada las pueda detener.

Las partículas se clasifican por su diámetro. Una nanopartícula (nano-polvo, nano-racimo, o nano-cristal) es una partícula microscópica con por lo menos una dimensión menor que 100 nm.

Para la realización del estudio, los científicos utilizaron muestras de tejidos cerebrales frescos y congelados de 38 individuos: 9 procedentes del Manchester Brain Bank y 29 de víctimas de accidentes cuyos cadáveres se encontraban sin posibilidad identificación en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) de la Ciudad de México.

  • Lo interesante de este estudio, es que antes de su realización y conclusiones, la exposición sostenida a la contaminación ambiental se relacionaba exclusivamente con otro tipo de padecimientos y causas de fallecimientos como la cardiopatía isquémica (40%); los accidentes cerebrovasculares (40%); la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (11%); el cáncer de pulmón (6%); y las infecciones agudas de vías respiratorias inferiores en los niños (3%).
  • Los investigadores consideran que los hallazgos obtenidos, aunque no concluyentes, abren toda una nueva gama de posibilidades de estudio, las que ayudará a develar si efectivamente las nano partículas de magnetita producidas por la contaminación atmosférica y presentes en los cerebros, son causa, además de los padecimientos relacionados ya conocidos, con el desarrollo o incremento de enfermedades neurodegenerativas.

Fuentes:

The Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Magnetite pollution nanoparticles in the human brain.

Organización Mundial de la Salud.
7 millones de muertes cada año debidas a la contaminación atmosférica.

Wikipedia.
Nanopartícula.