Con la obstrucción total o parcial (estenosis) de alguna de las arterias coronarias, el flujo de sangre se detiene, lo que provoca que la célula miocárdica carente de la oxigenación necesaria muera. Lo que acabamos de describir es un infarto al miocardio y dependiendo de la extensión del suceso y el daño causado al músculo cardiaco, la persona afectada puede fallecer o vivir con secuelas.

Es importante considerar que cuando ocurre un infarto, las células que dejan de recibir sangre se mueren y el sistema inmune las desecha y, si no hay ninguna ayuda adicional, el sistema inmune llena los espacios con una estructura diferente al músculo, impidiendo la función original y necesaria del tejido perdido.

La palabra “miocardio” tiene sus raíces en las palabras: mio: músculo y cardio: corazón, y la palabra define al tejido muscular del corazón, cuya función es la de bombear sangre por el sistema circulatorio, mediante contracciones que no requieren estimulación nerviosa, por lo que se le conoce como un músculo miogénico, es decir autoexcitable. Para cubrir sus requerimientos energéticos, el miocardio tiene a su disposición una red abundante de capilares.

Buscando solucionar este problema, el Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y el Centro Médico Nacional Siglo XXI, han desarrollado conjuntamente un método para la curación y reparación del tejido dañado, el que consiste en el desarrollo e implantación de “andamios” celulares que ayudan a la regeneración del tejido cardíaco dañado, o de otros tipos de tejidos como la piel, músculos e incluso huesos.

En palabras de Alfredo Maciel Cerda, doctor en Ciencias Químicas, miembro de IIM y líder del grupo interdisciplinario de especialistas y estudiantes que trabajan en este importante proyecto: “Mediante la elaboración de tejidos de andamios se puede ayudar a que crezca nuevo tejido en la zona que fue afectada para recuperar la funcionalidad de los órganos”.

La función de estos “andamios” es ayudar a que el tejido adyacente dañado comience a crecer, impulsando a las nuevas células (que tienen el mismo tipo de tejido original pero necrosado) a migrar hacia el espacio afectado, regenerando y fortaleciendo al músculo.

Los “andamios” están diseñados para colocarse sobre la superficie del corazón y están fabricados con polímeros biodegradables y biocompatibles, colágeno (sustancia que facilita que las nuevas células se adhieran al polímero) y epicatequina, la que actúa como estimulante para la regeneración del tejido del músculo cardiaco dañado, como consecuencia de un infarto.

Para fabricar los “andamios” se utiliza una técnica denominada electrohilado o electrospinning, con la que se crean fibras a escala micro y nano para una gran variedad de aplicaciones biomédicas y que tienen la cualidad de degradarse en el interior del cuerpo.

Para no generar expectativas anticipadas, citamos al Dr. Maciel, el que refiere: “Aún no hemos realizado pruebas en personas, todo lo hemos realizado in vitro, pero llegará el momento, probablemente en este mismo año, que los probemos en animales de laboratorio, para después hacerlo en pacientes humanos”.

Lo que es real es que, de alcanzar las expectativas generadas por este proyecto, los “andamios” podrían ser instalados en la zona infartada a través de un procedimiento quirúrgico sencillo y menos invasivo que el de un trasplante, ayudando a reducir o reparar el daño y disminuir el tiempo de recuperación del músculo cardiaco dañado.

Fuentes:

CONACYT Agencia informativa.
Desarrollan nuevo método para restablecer tejido infartado.

Wikipedia.
Miocardio.

Fundación Española del Corazón (FEC).
Infarto.