“Al limitar la exposición de la población a la contaminación atmosférica y del agua no sólo se conseguirá reducir nuestro grado de vulnerabilidad frente a futuras pandemias, sino que también mejorarán nuestra salud y bienestar general”. OCDE
Entre los múltiples factores que incrementan las posibilidades para el surgimiento de una epidemia, su desarrollo exponencial hasta alcanzar el nivel de una pandemia y la alta vulnerabilidad de las comunidades para gestionar exitosamente, está la falta de una estrategia global que impulse la calidad del aire y el agua, la existencia de servicios sanitarios completos y funcionales en los hogares de menores recursos, la protección de la biodiversidad, la conservación de la vida silvestre en su hábitat natural, y la correcta gestión de residuos.
Por otra parte, y en forma paralela al riesgo latente de epidemias y pandemias, la contaminación ambiental, en su sentido más amplio, promueve el desarrollo y agravamiento de múltiples enfermedades, entre las que podemos anotar: osteoporosis, accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas, respiratorias, oftálmicas y cutáneas, infecciones gastrointestinales, trastornos del desarrollo y en última instancia muerte prematura.
En el artículo “Medidas políticas clave de la OCDE ante el coronavirus (COVID-19). Salud ambiental y resiliencia ante las pandemias”, publicado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), se aborda este tema coyuntural, ofreciendo una amplia y experta visión sobre las acciones que desde su punto deberían ser emprendidas, no solamente para disminuir a futuro las posibilidades de una pandemia tan grave como la que estamos viviendo, o cualquier otra emergencia de salud pública, sino también para incrementar la capacidad de gestión y la resiliencia social ante tales eventos.
Les compartimos una lista con 9 acciones recomendadas por la OCDE a los gobiernos.
- 1 Seguir velando por el cumplimiento de la normativa vigente en materia de contaminación atmosférica durante y después de la crisis del COVID-19.
- 2 Desarrollar estrategias integrales para alcanzar los objetivos de calidad del aire, entre otras cosas, mejorando la integración de las políticas de planificación de uso del suelo, el transporte y medioambientales, articulando herramientas económicas que permitan dar respuesta a la contaminación causada por las emisiones tanto de instalaciones estacionarias como de fuentes móviles, y optimizando tanto los métodos de recopilación de datos como la calidad de las redes de monitorización.
- 3 Garantizar la prestación de servicios de abastecimiento de agua salubre y segura y saneamiento a las comunidades y dar respuesta, sobre todo, a las necesidades de los grupos vulnerables a través, por ejemplo, de fuentes y grifos públicos de agua, informando abiertamente sobre las medidas adoptadas para mejorar la seguridad de los recursos hídricos.
- 4 Facilitar el acceso a instalaciones para la higiene de manos (ya sea para lavarse las manos con jabón o para desinfectarlas con geles higienizantes de base hidroalcohólica) en todos los edificios públicos e intercambiadores de transporte.
- 5 Adoptar medidas de recuperación que den respuesta a los problemas de asequibilidad del agua de los hogares y familias más desfavorecidos, entre ellas medidas sociales específicas (p.ej. en el marco de las ayudas directas a las familias), y garantizar la viabilidad financiera de los servicios públicos esenciales de suministro, en su caso.
- 6 Gestionar eficazmente los residuos biomédicos y sanitarios procediendo a identificarlos, recogerlos, separarlos, almacenarlos, transportarlos, manipularlos y destruirlos correctamente para reducir al mínimo los posibles efectos que pueden derivarse de estos residuos potencialmente peligrosos para la salud humana y el medio ambiente.
- 7 Brindar la formación y el asesoramiento necesarios a los trabajadores que intervienen en los procesos, tanto formales como informales, de recogida y gestión de residuos.
- 8 Aplicar las iniciativas de reducción y reciclaje de plásticos correspondientes.
- 9 Adoptar paquetes de estímulos económicos que, a largo plazo, mejoren la capacidad de los sistemas de gestión de residuos para dar respuesta al problema de los residuos altamente contaminados.