“Corre la voz, frena la resistencia a los antimicrobianos”.

Del 18 al 24 de noviembre, como cada año, se realiza la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antimicrobianos, con la intención de incrementar la concienciación sobre la resistencia a los  antimicrobianos (RAM), ante la cada vez mayor resistencia que presentan múltiples patógenos a los antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios, por su uso incorrecto. 

En todo el mundo, las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos están cambiando y empiezan a no responder a los medicamentos utilizados actualmente para tratar las infecciones que causan. Esta resistencia a los antimicrobianos surge de  forma natural, normalmente a través de cambios genéticos. Sin embargo, el uso excesivo y el mal uso de los antimicrobianos han acelerado el desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos, al igual que la falta de agua potable y saneamiento y la prevención  y el control inadecuados de las infecciones. Esto hace que las infecciones sean más difíciles de tratar, lo que aumenta el riesgo de propagación de enfermedades graves y la muerte: OPS.

Es indispensable fomentar el apego irrestricto a mejores prácticas de uso entre la población en general, los trabajadores de la salud, los profesionales en sanidad animal y salud agrícola, así como a los responsables políticos, entendiendo que las resistencias bacterianas son, por sí mismas, una grave amenaza sanitaria.

Después de la aparición del virus SARS-CoV-2 y de experimentar los estragos que ha ocasionado este virus, debe resultarnos más sencillo asimilar que  las causas y repercusiones de la resistencia a los antimicrobianos (RAM)  afectan a la salud humana, animal y medioambiental, por lo que su abordaje debe ser holístico y multisectorial, bajo el enfoque denominado “One Health”. 

“Existe el peligro de que un hombre ignorante pueda fácilmente aplicarse una dosis insuficiente de antibiótico, y al exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicamento los haga resistentes”. Palabras expresadas por el investigador Alexander Fleming durante el evento de premiación del Nobel de Medicina en 1945 por el descubrimiento de la penicilina.

La campaña es respaldada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), las que desde 2015, promueven un mayor conocimiento sobre el problema, tendiente a frenar la pérdida de la eficacia de estos medicamentos.

La farmacorresistencia es un problema multifactorial que se ha incrementado a pasos agigantados en el mundo, ocasionado principalmente por el uso excesivo y en muchas ocasiones totalmente innecesario de los antibióticos (en seres humanos, ganado y agricultura), y el deficiente, y en algunos casos inexistente, acceso a los servicios de agua potable, saneamiento e higiene.

Los antibióticos sirven exclusivamente para infecciones causadas por bacterias como por ejemplo, infección de garganta por estreptococos, tosferina e infección urinaria. Pero NO son útiles para combatir virus como los que causan resfriados, escurrimientos nasales, influenza o la mayoría de los dolores de garganta (excepto por estreptococos).

“Las causas y las repercusiones de la resistencia antimicrobiana (RAM) afectan a la salud humana, animal y medioambiental. Por lo tanto, abordar la RAM requiere un enfoque holístico y multisectorial, denominado: Una salud. Se trata de un enfoque colaborativo, multisectorial y multidisciplinar que reconoce las interconexiones entre las personas, los animales, las plantas y el entorno que comparten”. Organización Panamericana de la Salud.

Finalmente, vale la pena recordar que la enfermedad de COVID-19 es una infección causada por un virus, no por una bacteria, por lo que resulta inútil y peligroso usar antibióticos para intentar combatirla.