Cuando una personalidad pública se quita la vida, generalmente nos quedamos fuertemente impresionados.

La cobertura mediática sobre ese tipo de muertes suele ser tan abrumadora, y el impacto de la noticia tan invasivo y reverberante, que es prácticamente imposible soslayar el suceso, por lo que el suicidio de un personaje famoso adquiere una dimensión desproporcionada, lo que junto a un manejo poco objetivo, simplista, banal, escandaloso y en ocasiones “glamoroso” por parte de los medios de comunicación, puede llegar a detonar la concatenación posterior de actos suicidas, particularmente en franjas etarias jóvenes, las que son más susceptibles a este tipo de influencia.

Sobre este tema, y mucho más allá del valor comercial que tristemente ofrece a los medios el suicidio de un “famoso”, es esencial compartir que cada 40 segundos, una persona (2,160 al día a nivel global) como cualquiera de nosotros se quita la vida, dejando tras de su muerte una estela de sufrimiento y dudas difíciles de superar y responder por quienes lo conocían.

Aunque en muchos de los casos el suicida no pareciera haber generado entre sus allegados las señales de alerta suficientes y necesarias para hacerlos conscientes sobre sus intenciones, lo cierto es que el miedo a enfrentar cara a cara y sin eufemismos este acuciante problema de salud, los estigmas que lo lastran ocultándolo, distorsionándolo o minimizándolo, y el desconocimiento de la forma en la que idealmente deberíamos afrontar la intención suicida de una persona, facilitan que el problema avance, concluyendo en sucesos irreparables.

Hace cinco años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó el primer informe mundial sobre el suicidio, alertando a la comunidad internacional sobre el constante incremento en las tasas de muertes auto infligidas mundialmente, por lo que instaba a los países a desarrollar iniciativas e impulsar programas y acciones tendientes a prevenir este tipo de decesos. Sin embargo, la Organización destaca que solamente 38 países, de las 196 naciones miembros (menos del 20%), han implementado programas para la prevención del suicidio, lo que aunque loable, evidentemente se queda muy lejos de las metas que deberían alcanzarse.

La tasa de mortalidad por suicidio es un indicador de la meta 3.4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la OMS, la que establece: “De aquí a 2030, reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante su prevención y tratamiento, promover la salud mental y el bienestar”.

Profundizando en los datos duros sobre este tema, la OMS acota que de 45 años a la fecha, el número de suicidios se incrementó globalmente un 60%, haciendo notar que por cada acto suicida cometido se dan 20 intentos no consumados, por lo que las muertes por suicidio consumadas son solamente la punta del iceberg de este problema.

La corresponsabilidad de los medios de comunicación en la ideación suicida y los actos de suicidio consumados.

Es imprescindible hablar en este artículo sobre el enorme impacto que provocan en los jóvenes las noticias, películas, juegos y textos que hablan sobre el suicidio de una manera superficial, poco objetiva y en ocasiones “romántica” o “glamorosa”.

Una de las primeras asociaciones conocidas entre el suicidio y los medios de comunicación data de 1774, año de publicación de la novela “Las Penas del Joven Werther” de Johann Wolfgang von Goethe, obra en la que el protagonista se mata con un arma de fuego a consecuencia de un amor fallido, lo que impulsó a un gran número de varones jóvenes a suicidarse con el mismo método, conduciendo a la prohibición del libro en múltiples países. Vale la pena compartir que en psicología se utiliza el término “efecto Werther”, para identificar los suicidios por imitación.

Ampliando el tema sobre la responsabilidad de los medios de comunicación sobre la incidencia potencial de suicidios “mímicos”, o por imitación, los especialistas destacan que el grado de cobertura mediática sobre una muerte autoinfligida se relaciona directamente con el incremento de suicidios posteriores, particularmente en los casos de suicidio de celebridades, los que generan un impacto particularmente fuerte.

Un ejemplo del poder de convocatoria al suicidio que puede llegar a tener un producto audiovisual lo constituye el cierre de la primera temporada de: “Por trece razones” de la plataforma de streaming Netflix, en la que se mostraba a través de una larguísima, violenta y explícita escena, el suicidio de Hannah Baker, protagonista principal de la serie. La secuencia provocó, según el estudio: “Association Between the Release of Netflix’s: 13 Reasons Why and Suicide Rates in the United States: An Interrupted Time Series Analysis”, publicado en el Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, un incremento del 28.9% de los suicidios en los EE. UU., en la franja de edad comprendida entre los 10 y los 17 años, durante el primer mes y dos más posteriores a su emisión, lo que entre otras duras críticas y recomendaciones llevó a la empresa de contenidos a reeditar la escena, dejándola en menos de tres segundos de duración, versus los casi tres minutos originales, e incluir una introducción audiovisual de advertencia.

Recomendaciones de la OMS a los medios de comunicación al abordar el tema del suicidio o comunicar un suicidio.

  • Trabajar estrechamente con las autoridades sanitarias para ofrecer una correcta presentación de los hechos.
  • Referirse al suicidio como un hecho logrado, no uno exitoso.
  • Presentar sólo los datos relevantes en páginas interiores.
  • Resaltar las alternativas al suicidio.
  • Proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios para evitar el suicidio.
  • Publicitar indicadores de riesgo y señales de advertencia sobre este problema de salud.

Qué pide la OMS a los medios de comunicación NO hacer:

  • NO publicar fotografías o notas suicidas.
  • No informar detalles específicos del método utilizado.
  • NO ofrecer razones ni justificaciones simplistas.
  • NO glorificar ni sensacionalizar el suicidio.
  • NO usar estereotipos religiosos o culturales.
  • NO aportar ni asignar culpas.

“Los medios de comunicación juegan un papel significativo en la sociedad actual, al suministrar una amplia gama de información en variedad de formas. Ejercen una fuerte influencia sobre las actitudes, creencias y comportamientos de la comunidad además de juegar un importante papel en la política, la economía y la práctica social. Debido a esa influencia, los medios de comunicación también pueden jugar un rol activo en la prevención del suicidio”.

Algunos datos duros sobre el suicidio.

  • Entre los 15 y los 19 años, el suicidio es la segunda causa de muerte entre las jóvenes (después de las afecciones maternas) y la tercera entre los varones (después de los accidentes de tránsito y la violencia interpersonal).
  • El 79% de los suicidios a nivel global se registraron en los países de ingresos bajos y medianos. Sin embargo, la tasa más elevada: 11.5 suicidios por 100 000 habitantes, se da en los países de ingresos altos.
  • En los países de ingresos elevados, los hombres se quitan la vida casi tres veces más que las mujeres, contrariamente a lo que ocurre en los países de ingresos bajos y medianos, en los que las cifras son más parejas.

“Pese a los progresos alcanzados, cada 40 segundos alguien se suicida. Cada muerte es una tragedia para familia, amigos y colegas. Ahora bien, los suicidios pueden prevenirse. Hacemos un llamamiento a todos los países para que incorporen de forma sostenida en sus programas nacionales de salud y formación estrategias de eficacia probada para la prevención del suicidio”. Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. Director General de la OMS.

  • Los métodos de suicidio más utilizados son el ahorcamiento, la intoxicación voluntaria con plaguicidas y las armas de fuego, por lo que restringir el acceso a esos medios ayuda notablemente a reducir el número de suicidios.
  • Otras acciones que ayudan a disminuir las tasas de suicidio son: la sensibilización de los medios de comunicación para informar sobre estos hechos con responsabilidad y objetividad; la implementación de programas que ayuden a desarrollar la capacidad de tolerancia y resiliencia ante las dificultades cotidianas, la detección temprana, gestión y seguimiento de las personas que muestran ideación suicida.

La OMS destaca en su publicación “Prevención del suicidio: Manual para las autoridades de registro y reglamentación de los plaguicidas”, que amplios datos estadísticos globales muestran que las leyes que prohíben o limitan severamente la venta y el acceso a los plaguicidas de alta toxicidad ayudan a reducir las tasas de suicidio.

Aunque esta información pudiera parecer baladí, la OMS anota, a modo de ejemplo, que en Sri Lanka, país en el que las autoridades aplicaron fuertes medidas restrictivas para limitar severamente el acceso y venta de plaguicidas de alta toxicidad, se logró reducir la tasa de suicidios en un 70%, lo que le salvó la vida (dato estimativo) a 93 000 personas entre 1995 y 2015. Otro buen ejemplo lo constituye la República de Corea, nación en la que la prohibición total para la venta de un popular herbicida, utilizado en durante la primera década del 2000 por un gran número de personas para quitarse la vida, consiguió reducir a la mitad el número de muertes por intoxicación con plaguicidas, entre 2011 y 2013.

El 10 de septiembre, la OMS presentó, en colaboración con sus asociados mundiales, la Federación Mundial de Salud Mental, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y United for Global Mental Health, la campaña 40 segundos para actuar. La campaña culminará el 10 de octubre, el Día Mundial de la Salud Mental, que este año también trata sobre la prevención del suicidio.

Por otra parte, la OMS destaca la urgente necesidad de que cada país implemente y fortalezca un registro nacional oportuno y fidedigno sobre las tasas de suicidio en su territorio, entendiendo que la calidad y profundidad de la información estadística sobre este sensible tema son elementos esenciales para el desarrollo de planes y programas que conduzcan a la reducción de muertes auto infligidas entre su población más vulnerable.

A nivel familiar y amistoso, los expertos aseguran que hablar abierta, seria y francamente sobre el suicidio, y las posibles intenciones de cometerlo por una persona cercana, no solamente no lo alientan, sino que pueden ayudar a evitarlo. Callarse y no enfrentar los problemas no los soluciona, los agrava.

Sin embargo, y dada la complejidad de este multifactorial problema de salud, lo recomendable es consultar con especialistas en el tema, los que brindarán información y orientación precisa para afrontarlo.

Por: Manuel Garrod, integrante del Comité editorial de códigoF.

Fuentes:

Organización Mundial de la Salud.
Cada 40 segundos se suicida una persona.

Organización Mundial de la Salud.
Prevención del suicidio (SUPRE).

Organización Mundial de la Salud.
Prevención del suicidio. Un instrumento para profesionales de los medios de comunicación.

Organización Mundial de la Salud.
Suicidio.

Organización Mundial de la Salud.
Objetivos de Desarrollo Sostenible: Metas.

Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.
Association Between the Release of Netflix’s: 13 Reasons Why and Suicide Rates in the United States: An Interrupted Time Series Analysis.

Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio.
Página Oficial.

Fundación Española para la prevención del suicidio.
Documentación oms sobre conducta suicida.

Diario ABC.
Comunidad Valenciana. Los expertos aconsejan: hablar del suicidio no lo fomenta, lo previene.