Trastorno obsesivo que nace de la percepción desproporcionada de algún defecto físico, ya sea real o imaginado
Hace relativamente poco tiempo, como producto de la necesidad repentina, y podríamos decir imperiosa e inevitable de la participación cotidiana, y muchas veces excesiva, en conferencias a distancia para tratar de mantener el ritmo de nuestra vida social y laboral, muchas personas han desarrollado algo parecido al trastorno dismórfico corporal (TDC) (anteriormente conocido como dismorfofobia); sin embargo, al ser provocado por ver nuestro rostro durante largas horas en la pantalla de alguno de nuestros artilugios electrónicos, ha sido bautizado como dismorfia por Zoom, aunque esta pueda ser causada por cualquier otra plataforma.
El trastorno dismórfico corporal, y ahora la dismorfia por Zoom, son trastornos obsesivos que nacen de la percepción desproporcionada de algún defecto físico, real o imaginado, lo que ocasiona en algunas personas una excesiva preocupación y ansiedad por su aspecto físico, llegando incluso a demeritar su desempeño social y laboral, acarreándoles síntomas ansioso-depresivos severos, y el desarrollo de otros trastornos de ansiedad y aislamiento social, que requieren inmediata atención psicológica.
Tal vez la única diferencia entre el TDC y la dismorfia por Zoom resida en que en el primero de ellos la condición se relaciona con la corporalidad general, y el segundo se centra en el aspecto percibido de la cara, que es la parte que observamos constantemente durante una conferencia telemática, aunque el impacto emocional ocasionado por ambas condiciones es similar.
Hay quienes aseguran que las consultas a dermatólogos y cirujanos plásticos durante la pandemia se incrementaron un 50%, y que casi el 90% de ellas eran motivadas por el aspecto percibido de la cara vista en pantalla, y es comprensible, ya que lo que antes de esta modalidad comunicativa zanjábamos con un rápido vistazo en el espejo, ahora se ve sometida a un escrutinio prolongado, cercano, y muchas veces bajo una iluminación precaria, y ángulos poco favorecedores, siendo nosotros mismos los jueces más exigentes.
Vale la pena mencionarles que el uso constante de estas plataformas de comunicación a distancia también provoca lo que se denomina “fatiga por Zoom”, sobre el que un estudio de la Universidad de Stanford, EE. UU. publicado en la revista Technology, Mind, and Behavior (TMB) en febrero de 2021, identificó cuatro consecuencias de los chats de video prolongados:
- excesivo contacto visual de cerca resulta muy intenso
- verse a sí mismo durante los chats de video constantemente en tiempo real genera fatiga
- los chats de video reducen drásticamente nuestra movilidad habitual
- la carga cognitiva es mucho mayor en los chats de video
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
Stanford News. (23 de febrero de 2021).
Stanford researchers identify four causes for ‘Zoom fatigue’ and their simple fixes
El País. (29 de octubre de 2021).
Karelia Vázquez. Verse demasiado la cara por Zoom produce dismorfia