Actualmente, la obesidad se entiende como una condición de salud compleja que puede requerir atención médica individualizada según las necesidades y objetivos de cada persona, considerando su bienestar físico y emocional.
Sin embargo, es interesante destacar que se está buscando una forma de clasificar el exceso de grasa corporal que trascienda los parámetros tradicionales del Índice de Masa Corporal (IMC). Esto permitiría a los médicos determinar el estadio específico de obesidad en el que se encuentra una persona, así como comprender mejor las implicaciones y el impacto que este nivel de obesidad podría tener en su salud.
Buscando alcanzar definiciones consensuadas, un grupo de 58 especialistas multinacionales de diferentes especialidades médicas, incorporados en la Comisión Lancet de Diabetes y Endocrinología, se dieron a la tarea de establecer una categorización que distinga la obesidad clínica, de lo que bautizaron como pre obesidad, de manera similar a lo que se hace con la prediabetes y la diabetes, conclusiones que fueron publicadas el pasado 14 de enero en la revista científica The Lancet Diabetes & Endocrinology, bajo el título: “Definition and diagnostic criteria of clinical obesity”, artículo por demás interesante.
“Las actuales mediciones de la obesidad basadas en el IMC pueden tanto subestimar como sobrestimar la adiposidad, y proporcionar información inadecuada sobre la salud a nivel individual, lo que socava los enfoques médicamente sólidos de la atención y la política sanitarias”. The Lancet Diabetes & Endocrinology
Los expertos reunidos en el cónclave definieron a la obesidad clínica “como una enfermedad crónica y sistémica caracterizada por alteraciones de la función de los tejidos, los órganos, el individuo en su conjunto, o una combinación de ambos, debidas a un exceso de adiposidad. La obesidad clínica puede provocar daños graves en los órganos finales, causando complicaciones que alteran y pueden poner en peligro la vida, como son el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular, y la insuficiencia renal, entre otros más”.
Por otra parte, los miembros de la Comisión definieron a la obesidad preclínica “como un estado de exceso de adiposidad con función preservada de otros tejidos y órganos y un riesgo variable, pero generalmente mayor, de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades no transmisibles, como pueden ser la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer, y trastornos mentales”.
Para hacer un diagnóstico confiable de la obesidad clínica, los autores del estudio consideran indispensable cumplir con uno o ambos de los siguientes criterios principales:
- tener evidencia de la afectación de la función de órganos o tejidos debido a la obesidad, es decir, signos, síntomas, o pruebas diagnósticas que muestren anomalías en la función de uno o más tejidos o sistemas orgánicos
- la presencia de limitaciones sustanciales, acordes con la edad, de las actividades cotidianas que muestren el impacto específico de la obesidad sobre la movilidad, y otras actividades básicas de la vida diaria, como podrían ser el asearse, vestirse, e ir al baño, continencia, y comer
Con respecto a las personas con obesidad clínica, estas deben recibir un tratamiento oportuno, basado en la evidencia, con el objetivo de inducir la mejoría (o la remisión, cuando sea posible) de las manifestaciones clínicas de la obesidad, y prevenir la progresión a daños irreversibles en los órganos. Por otra parte, las personas con obesidad preclínica deben recibir asesoramiento sanitario basado en la evidencia, un seguimiento de su estado de salud permanente y, de ser necesario, una intervención adecuada para reducir el riesgo de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades relacionadas con la obesidad, al nivel de riesgo individual para la salud.
“La enfermedad es la cara nocturna de la vida, una ciudadanía más onerosa. Todo el que nace tiene doble ciudadanía, en el reino de los sanos y en el reino de los enfermos. Aunque todos preferimos utilizar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado, al menos durante un tiempo, a identificarse como ciudadano de ese otro lugar”. Iona Heath
Adicionalmente, y esto nos parece indispensable en cualquier sistema de salud que se precie de su calidad, los investigadores sugieren a los responsables políticos y las autoridades sanitarias garantizar el acceso libre, oportuno y equitativo a los tratamientos disponibles basados en la evidencia para las personas con obesidad clínica, como idealmente debe hacerse con las personas que viven con una enfermedad crónica, y potencialmente mortal.
“El sobrediagnóstico de los sanos, y el infratratamiento de los enfermos, son las dos caras de la moneda de la medicina moderna”. Iona Heath
Po otra parte, anotan que las estrategias de salud pública que buscan reducir la incidencia y la prevalencia de la obesidad en la población tienen que basarse en pruebas y acciones científicas modernas, y no en meras suposiciones ni ocurrencias que atribuyan, sin tener evidencias de ello, al individuo la responsabilidad del desarrollo de la obesidad.
“Los prejuicios y la estigmatización basados en el peso son obstáculos importantes en los esfuerzos por prevenir y tratar eficazmente la obesidad; los profesionales sanitarios y los responsables políticos deberían recibir una formación adecuada para abordar este importante problema de la obesidad”. The Lancet Diabetes & Endocrinology