Si bien es cierto que todos estamos siendo afectados fuertemente por la pandemia y las medidas recomendadas para disminuir el riesgo de contagio y expansión del SARS-CoV-2, los Institutos Nacionales de Salud de los EE. UU. (NIH), los directores de la Red de Centros de Investigación de Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo (IDDRC), entidad auspiciada por el Instituto Nacional de Niños Eunice Kennedy Shriver de Salud Infantil y Desarrollo Humano, y los líderes de la Asociación de Centros Universitarios sobre Discapacidades, aseguraron conjuntamente que la crisis generada por la COVID-19 les está cobrando un precio sustancialmente mayor a las personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo (IDD por sus siglas en inglés), que al resto de los seres humanos.

Evidentemente el documento emitido por estas autoridades se refiere de manera específica al ámbito de los EE. UU., pero nos permite vislumbrar que todos aquellos que viven con algún tipo de discapacidad intelectual o del desarrollo, y que por lo tanto dependen parcial o totalmente de sus cuidadores, ya sea que éste sea un familiar o un profesional, han visto mermado el apoyo que recibían debido a la pandemia, lo que ha hecho su vida más difícil y sus necesidades más acuciantes, no son satisfechas.

Las personas con IDD dependen de sus cuidadores y seres queridos para ayudarles a salvar las brechas en las habilidades intelectuales y de comunicación. En ausencia de contacto humano, es necesario cuando menos la oferta de apoyo virtual, lo que en nuestro país está todavía muy lejos de alcanzar a la mayoría de los habitantes y las familias. Aquellos que no pueden beneficiarse de los apoyos basados ​​en la comunicación a distancia deben tener prioridad para recibir servicios en persona.

Otro de los segmentos fuertemente afectados son los niños con IDD con necesidades educativas especiales, las que requieren realizarse de manera individual y directa por personal capacitado. Más allá del amor y el interés de los padres de estos niños, el auxilio de especialistas para tratar y estimular a estos infantes es esencial.

Es una pena que como en otros temas, en nuestro país no se haya generado hasta el momento ningún estudio al respecto, confiando en que la mayoría de las personas con algún tipo de discapacidad estarán bajo el cuidado de sus familias, condición que no siempre se cumple.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuente:

American Journal of Psychiatry. (28 de agosto del 2020).
The Impact of COVID-19 on Individuals With Intellectual and Developmental Disabilities: Clinical and Scientific Priorities.