La alegría y esperanza que en medio de esta crisis sanitaria mundial ocasionó el alta médica de una mujer de 82 años que había estado internada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico de Valladolid, España, a la que emocionadamente despidió una valla formada por médicos, enfermeras y demás personal sanitario que le aplaudían, murió 48 horas después de este festivo evento, del que se emitió un video viralizado rápidamente.
Más allá del impacto emocional que esta noticia provoca en el ánimo de todas las personas que siguen puntualmente las últimas noticias sobre la pandemia, muestra nuevamente que la COVID-19 no es un enemigo que pueda ser vencido fácilmente, y ante el que es un error enarbolar anticipadamente las banderas del triunfo, como ocurrió con esta mujer mayor, la que vale la pena anotar que tenía enfermedades concomitantes, identificadas como factores de riesgo agravantes para la enfermedad.
Este suceso, el que se suma a otro caso en China, en la que un paciente dado de alta murió coincidentemente a las 48 horas de su salida del hospital, muestra claramente la necesidad de actuar con mayor serenidad, no flexibilizar las medidas sanitarias indicadas y hacernos responsables de nuestro cuidado y el de nuestras familias.