La destrucción de los hábitats naturales, la explotación y consumo de animales salvajes nos pasan la factura.

En múltiples foros, y por diferentes voces especializadas, incluyendo la de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sabíamos que la llegada de una epidemia en el corto-mediano plazo era algo prácticamente inevitable. Se consideraba que lo más factible es que fuera ocasionada por algún tipo de coronavirus que no se había “conectado” todavía con los seres humanos a través de un animal, y que presumiblemente atacaría al sistema respiratorio.

Lo que no sabíamos es cuándo ocurriría, cuál sería su origen, qué tasa reproductiva ni letalidad tendría, factores que determinan mayormente la capacidad de un brote epidémico para convertirse en una pandemia como la que estamos viviendo.

“No sabemos dónde ocurrirá la próxima pandemia mundial, ni sabemos cuándo ocurrirá, lo que sí sabemos es que será terriblemente costosa en vidas y dólares. Con los viajes en avión (3 mil millones de viajeros cada año), la diseminación global de cualquier nuevo patógeno ocurriría en cuestión de horas. Además del incalculable sufrimiento humano, las pérdidas económicas se medirían en billones, incluidas las pérdidas de turismo, comercio y confianza de los consumidores, incluyendo también problemas y desafíos políticos. Habrá 2 epidemias: una causada por el virus y la otra causada por el miedo”. Tedros Adhanom Ghebreyesus Director general de la Organización Mundial de la Salud.

Lo cierto es que si esta pandemia tomó por sorpresa a los sistemas sanitarios a nivel global no es porque ignoráramos que eventualmente sucedería, sino porque más allá de la duda, los líderes políticos ignoraron y menospreciaron las advertencias de los científicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras organizaciones multilaterales, académicas y filantrópicas, decidiendo invertir en proyectos políticos más rentables a corto plazo, y con mayor afinidad a su agenda política e intereses particulares, en lugar de invertir en la amenaza que nadie sabía a ciencia cierta cuándo ocurriría, pero qué ocurrió.

“Si algo ha de matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, probablemente será un virus muy infeccioso, más que una guerra. No misiles, sino microbios”. Declaración de Bill Gates hecha en 2015.

Además de no escuchar las recomendaciones, muchos gobiernos, particularmente los que cuentan con líderes de orientación populista, como: Rusia, Turquía, Italia, Estados Unidos, Brasil y México, enfrentaron tardíamente y sin firmeza la pandemia, lo que ha provocado en las naciones que el número de contagios y muertes sean sustancialmente más elevados que en los países que la asumieron con total seriedad y entereza, como Corea del Sur, Grecia, Noruega, Taiwán y particularmente Nueva Zelanda.

La llegada a los seres humanos de un coronavirus que originalmente estaba únicamente presente en un organismo animal no es nada nuevo, ese es el mecanismo de transferencia viral denominado zoonosis, por el que han llegado a nosotros múltiples virus que, utilizando un organismo animal intermedio, consiguen desarrollar la capacidad para acceder y replicarse en nosotros. Entre las enfermedades que nos han afectado y que llegaron por medio de la zoonosis están la rabia, paludismo, tuberculosis y VIH, por mencionar solamente algunas de ellas.

“Era predecible que esto iba a ocurrir, y va a reproducirse hasta que aprendamos las lecciones (…) Nuestro desprecio hacia la naturaleza y nuestra falta de respeto por los animales con los que deberíamos compartir el planeta”. Jane Goodall, primatóloga británica.

Sin embargo, y esto es esencial para comprender el problema, el acceso de estos virus a organismos animales intermedios y luego a nosotros, no es totalmente producto de la casualidad, sino consecuencia de la destrucción progresiva, y en muchos casos brutalmente acelerada, de los hábitats naturales, la explotación, el tráfico y consumo de animales salvajes con los que antes no teníamos contacto, a través de la deforestación irracional, la brutal contaminación ambiental y el cambio climático.

Es necesario recordar que los especialistas consideran que el epicentro de la pandemia por el SARS-CoV-2 fue un mercado en la ciudad de Wuhan, China, en el que se comercia (legal e ilegalmente) con especies animales salvajes, muertas y vivas, entre las que el coronavirus encontró fortuitamente una, para establecer el vínculo necesario que le permitió acceder exitosamente nuestro organismo. Se habla que los responsables de ello fueron un murciélago o un pangolín, lo que aún no se ha podido determinar con certeza, y probablemente nunca se haga.

Hace solamente unas semanas atrás (11-12 de junio), China fue sacudida por un nuevo brote de COVID-19 entre los empleados que laboran en Xinfadi, el mayor mercado mayorista de Pekín, con una superficie mayor a 112 hectáreas y aproximadamente 1500 trabajadores.

“El coronavirus es el fracaso de la salud global más grande de nuestra generación. Se ignoraron las advertencias de médicos y científicos con las consecuencias fatales que ahora conocemos”. Richard Horton, director de la revista The Lancet.

El tema de la zoonosis no es nuevo, pero su incidencia y gravedad se ha incrementado enormemente durante los últimos 40 años, como consecuencia de la actividad depredadora humana, la que ha propiciado un acercamiento antinatural y muchas veces insano con múltiples especies animales.

Al respecto, Luis Suárez, coordinador de la World Wildlife Fund (mejor conocida por las siglas WWF) en España, comentó: “La explotación de las especies, la reducción de sus ecosistemas, los hábitos de alimentación poco higiénicos, la pérdida de la biodiversidad y la sustracción de animales de su hábitat natural para comerciar con ellos, muchas veces de forma ilegal y en mercados insalubres, la han propiciado.»

Lo que es necesario considerar, y valdría la pena tomarlo como una enseñanza de frente al futuro, es que con una fracción de las pérdidas acumuladas por las economías más poderosas en esta crisis, se podría implementar holgadamente un sistema global de alarma y respuesta acelerada ante emergencias sanitarias extraordinariamente ágil y robusto, para impedir una pandemia como la que estamos sufriendo.

Un suceso inaudito en esta crisis global, aunque no sorprendente en su estilo, es que Donald Trump haya decidido retirar el financiamiento que los EE. UU. otorgaban históricamente a la Organización Mundial de la Salud, poniendo en duda su alto valor estratégico, con argumentos banales y no demostrados: “Instruyo a mi gobierno a detener la financiación mientras se realiza una investigación sobre el papel de la OMS en la mala gestión y el encubrimiento de la expansión del coronavirus. Muchos países dijeron que iban a escuchar a la OMS y ahora tienen problemas que no pueden creer”, dijo el mandatario de los Estados Unidos de Norteamérica.

No cabe duda que la operación de la OMS es, como la de cualquier otro organismo, perfectible, pero es la única organización sanitaria global con la que contamos para acceder a la información proporcionada por sus 195 Estados miembros, obtener orientación, apoyo logístico y humano en situaciones de crisis sanitarias. Al respecto, Ian Bremmer, profesor de la Universidad de Columbia en los EE. UU., comentó: “Si nos deshacemos de la OMS, antes de la siguiente crisis estaremos corriendo a construir otra organización muy parecida”.

La importancia de los animales en la salud humana.

Otro aspecto que se ha evidenciado con mayor fuerza durante esta crisis sanitaria, son las tremendas desigualdades no solamente entre las economías de las naciones, sino también al interior de cada país, sin importar su nivel de ingresos y desarrollo. Los grupos sociales menos educados y favorecidos, son los que acumulan el mayor número de muertes por COVID-19, y para ello les damos algunos ejemplos:

  1. En el estado de Michigan, EE. UU., los afroamericanos representan solamente el 15 % de la población total, pero concentran el 35 % de los casos de COVID-19.
  2. En el Reino Unido, la mortalidad por coronavirus es 200% mayor en las áreas pobres que en las zonas donde viven personas de mayores ingresos.
  3. Los barrios obreros de Madrid, España, son los más afectados por la pandemia, y
  4. Un estudio realizado en México indica que uno de los principales factores de riesgo para el contagio por COVID-19 es el hacinamiento, lo que ocurre en poblaciones de menores recursos, en las que una familia nuclear completa, y a veces también extendida, conviven en espacios extremadamente reducidos y con pocos o inexistentes servicios sanitarios.

Un camino para disminuir los riesgos asociados a la estrecha convivencia y consumo entre animales y humanos es, además de la equidad, el concepto “Una sola salud”, introducido al inicio de la década del año 2000, y que resume un concepto conocido desde hace más de un siglo: la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten.

Este principio es enarbolado por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), la que lo apoya y aplica como planteamiento colaborativo global para comprender los riesgos que deben afrontar la salud humana y la sanidad animal, respecto a los animales domésticos o silvestres, y los ecosistemas.

La OIE no sólo hace uso de las normas intergubernamentales que publica y de la información mundial sobre la sanidad animal que recopila, sino también de su red de expertos internacionales y de sus programas de fortalecimiento de los Servicios Veterinarios nacionales. Además, la OIE colabora activa y concertadamente con más de 70 organizaciones internacionales, en particular con aquellas que tienen una función clave en la interfaz animal-hombre-ecosistemas.

En su página web, la OIE asegura que las enfermedades de origen animal a las que los seres humanos somos sensibles, como la influenza aviar, la rabia, la fiebre del Valle del Rift o la brucelosis, por mencionar solamente algunas de ellas, constituyen riesgos mundiales para la salud pública. Profundizando en ello, aclara que otras enfermedades de transmisión esencialmente de persona a persona circulan en animales, o tienen un reservorio animal identificado, pudiendo llegar a causar graves crisis sanitarias como la ocasionada por el virus del Ébola. “Estos riesgos se acentúan con la mundialización, los cambios climáticos y de comportamiento humano, lo que multiplica las oportunidades para que los patógenos colonicen nuevos territorios y evolucionen bajo nuevas formas”.

Idealmente, esta gran crisis sanitaria, social y política, debería conducirnos a una profunda revisión de las prioridades que enarbolamos y defendemos.

El desarrollo de un mundo con menos desigualdades, una convivencia sana e inteligente con nuestro planeta y el resto de sus habitantes, la construcción de un sistema de alerta sanitario global rápido además de eficiente, el fortalecimiento de la OMS, la inversión continua, el apoyo financiero a la investigación científica, la implementación de sistemas sanitarios locales incluyentes y altamente eficientes, serán algunos de los recursos indispensables que nos conduzcan por un mejor camino al futuro.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

Organización Mundial de Sanidad animal. (2 de julio 2020).
“One Health, Una sola salud» para preservar.

Organización Mundial de la Salud. (2 de julio 2020).
Health emergencies represent some of the greatest risks to the global economy and security.

Nexos. (2 de julio 2020).
Covid-19 y salud global: diez reflexiones. Julio Frenk · Octavio Gómez Dantés.

France 24. (2 de julio 2020).
El Covid-19 no será el último virus causado por nuestro daño a la naturaleza.

Organización Mundial de la Salud. (2 de julio 2020).
Zoonosis y medio ambiente.

Organización Mundial de la Salud. (2 de julio 2020).
Prioritizing diseases for research and development in emergency contexts.

Scielo. (2 de julio 2020).
Zoonosis con reservorios silvestres: Amenazas a la salud pública y a la economía. Carlos Cabello · Felipe Cabello.

Crónica global. (2 de julio 2020).
Bill Gates predijo hace cinco años una pandemia similar al coronavirus.

el diario.es | Internacional. (2 de julio 2020).
La gestión del coronavirus es el mayor fracaso en políticas científicas de nuestra generación.

BBC. News | Mundo. (2 de julio 2020).
Trump contra la OMS: el presidente suspende la financiación de EE.UU. a la organización por la gestión de la pandemia.

códigoF. (2 de julio 2020).
Pekín califica como “extremadamente peligroso” el nuevo brote de COVID-19.

El País. (2 de julio 2020).
Científicos chinos alertan de la “pandemia potencial” de un nuevo virus que aún no es contagioso entre humanos.