Uno de los problemas más graves de salud mundial es la insuficiencia renal crónica, padecimiento que además de deteriorar la calidad de vida de quienes lo padecen, acorta dramáticamente su expectativa de vida, generando un fuerte impacto financiero en las familias y en las instituciones sanitarias que prestan servicios médicos a este tipo de pacientes.
La prevalencia de este padecimiento es alta, ya que se estima que alrededor del 10% de la población mundial la padece. En México, aproximadamente 8 millones de personas viven con esta afección, de los que solamente 100 mil de ellas reciben algún tipo de atención médica.
La insuficiencia renal crónica es la incapacidad de los riñones para ayudar al organismo a eliminar el exceso de líquidos y desechos dañinos que se acumulan en el cuerpo (toxinas urémicas), y producir las hormonas específicas necesarias para mantener la presión sanguínea y la hemoglobina estables.
Para paliar la insuficiencia renal, existen básicamente tres procedimientos a seguir, la diálisis peritoneal, el trasplante renal y la hemodiálisis, siendo esta última la utilizada con mayor frecuencia.
La hemodiálisis se realiza extrayendo sangre del paciente, para hacerla pasar por una máquina dotada de un filtro con membranas en forma de capilares, los que paulatinamente depuran los diferentes desechos nocivos que interfieren con la función biológica de los riñones; este procedimiento requiere entre tres y cuatro horas por sesión, tres veces por semana, lo que a groso modo representa más de una semana de trabajo laboral de 40 horas, cada mes.
Más allá del gasto físico, emocional y financiero de esta enfermedad y su tratamiento estándar, la hemodiálisis tiene el inconveniente de que la máquina solamente es capaz de depurar toxinas urémicas de bajo peso molecular, dejando sin extraer moléculas grandes, de mayor toxicidad.

Dr. Ángel Fonseca Alva | Nefrólogo perteneciente a la Clínica de Investigación en Hemodiálisis.
“Cuando el cuerpo acumula toxinas, gran exceso de agua y fosfato (de pequeño tamaño dentro de las células), los vasos sanguíneos se cierran y por tanto la presión sanguínea se incrementa aún más, lo que genera paulatinamente una carga en las presiones internas del corazón haciéndolo crecer innecesariamente. Así, la función cardiocirculatoria se compromete y en cualquier momento termina por provocar, entre otros efectos negativos, un infarto al miocardio. Otros problemas derivados de la acumulación de toxinas son la tromboembolia pulmonar y la calcificación en los vasos sanguíneos. Entre el 15 y el 25 por ciento de los pacientes puede morir en un periodo de tres años debido a estas alteraciones”.
Para mejorar el tratamiento de los pacientes con insuficiencia renal crónica, se fundó al inicio de este año, la Clínica de Investigación en Hemodiálisis en la Ciudad de México (CDMX), inscrita en el proyecto estratégico del Centro Nacional de Investigación en Imagenología e Instrumentación Médica de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa (CI3M UAM), la que a su vez forma parte del programa de Laboratorios Nacionales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Entre otros beneficios, la Clínica de Investigación en Hemodiálisis prestará servicios de hemodiafiltración, la que a diferencia de la hemodiálisis estándar, es capaz de depurar pequeñas y grandes moléculas de toxinas urémicas. Para ello se infunden alrededor de 20 litros de agua ultra purificada directamente a la sangre, lo que genera un mayor flujo sanguíneo dializante. El alto flujo aumenta la presión hidrostática en las membranas del filtro dializador lo que consigue eliminar más moléculas, incluyendo las de mayor tamaño.
La hemodiafiltración se utiliza actualmente en algunos países europeos, aunque a la implementada en nuestro país se le sumarán técnicas basadas en investigaciones del doctor Miguel Cadena Méndez, profesor investigador adscrito al CI3M, las que incluyen algunas innovaciones gestadas en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez (INCICH), como el ejercicio aeróbico, el control de la temperatura del líquido dializante y apoyo nutricional puntual durante el proceso de hemodiafiltración, por mencionar algunas de ellas.
Es esencial conseguir en el menor tiempo posible el abatimiento de los costos de operación de estos procedimientos y el sustancial incremento el número de pacientes atendidos, ya sea con hemodiálisis estándar, diálisis peritoneal, trasplante renal o hemodiafiltración, ya que de acuerdo con lo manifestado por el Dr. Miguel Cadena Méndez, cada año mueren más de cien mil pacientes en México como consecuencia de la insuficiencia renal crónica terminal, cifra que se teme aumentará entre 120 y 150 mil, considerando que hay más de ocho millones de pacientes con diabetes tipo II que pueden desarrollar este padecimiento.