Para nadie es un misterio que progresivamente, un mayor número de mexicanos vivamos constantemente sometidos a unos niveles de estrés equiparables a los que sufren las personas que viven en zonas o países en conflicto, los que se ven afectados por desastres naturales, o aquellos que por diversas circunstancias son obligados a dejar involuntariamente su residencia o país natal.

Si bien es cierto que el estrés agudo, aquel que se presenta ocasionalmente, dura poco y se desvanece rápidamente, puede ser necesario, incluso para enfrentar amenazas inesperadas, se vuelve extremadamente peligroso cuando se prolonga por semanas, meses o años, transformándose en lo que los médicos definen como estrés crónico, el que sin duda alguna, y de no ser atendido con oportunidad y eficacia, demerita la expectativa y calidad de vida de quienes lo padecen.

El estrés se manifiesta con mayor fuerza para los que viven en grandes ciudades con limitadas o inexistentes áreas verdes, alta concentración poblacional, tráfico vehicular constante, niveles de contaminación dañinos, servicios ineficientes, acoso, inseguridad además de violencia creciente y cotidiana, factores que hacen que la capacidad de tolerancia y resiliencia pueda ser rebasada.

Si consideramos que a los factores de estrés previamente anotados, se le añadiera cualquier otro elemento adicional, como tensión laboral, estar bajo riesgo de perder el trabajo o encontrarse sin una forma regular para obtener ingresos, limitaciones financieras, enfermedades, bullying, problemas recurrentes con hijos, familiares o pareja, y pérdidas físicas o emocionales, entre otros, es relativamente fácil desarrollar esta afección.

Los especialistas saben que el estrés crónico es un factor de riesgo capaz de desencadenar o potencializar afecciones o empeorar enfermedades preexistentes, entre las que podemos mencionar: hipertensión arterial (HTA), insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión o ansiedad, infecciones virales recurrentes y de mayor severidad, problemas en la piel, como acné o eczema y desórdenes menstruales.

Es importante destacar que cada persona tiene diferentes niveles de tolerancia al estrés y mayor o menor capacidad para manejarlo y canalizarlo adecuada y sanamente, pero lo que es cierto es que no existe prácticamente nadie capaz de manejarlo con eficacia al ciento por ciento.

Signos típicos del estrés excesivo, aclarando que no necesariamente se presentan en conjunto.

  • Diarrea o estreñimiento.
  • Problemas de memoria.
  • Dolores y achaques frecuentes.
  • Cefaleas.
  • Falta de energía o concentración.
  • Afectación del apetito y desempeño sexual.
  • Cuello o mandíbula rígidos.
  • Dolores persistentes en la espalda.
  • Cansancio.
  • Problemas para dormir o dormir demasiado.
  • Malestares estomacales.
  • Uso de alcohol o drogas para relajarse.
  • Pérdida o aumento de peso corporal.

Cinco cosas que debe saber sobre el estrés.

  1. El estrés nos afecta a todos, pero no de la misma manera.
  2. No todo el estrés es malo.
  3. El estrés a largo plazo, o crónico, perjudica la salud.
  4. Hay diferentes maneras y técnicas para manejar el estrés.
  5. Si se siente rebasado por el estrés, no lo ignore, busque ayuda profesional.

La palabra estrés proviene del latín stringere “apretar” a través de su derivado en inglés stress “tensión”. El término fue acuñado por el médico Hans Selye, en el año 1930, publicando veinte años después sus estudios sobre el estrés.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF

Fuentes:

MedlinePlus.
Estrés.

MedlinePlus.
El estrés y su salud.

National Institute of Mental Health.
5 cosas que usted debe saber sobre el estrés.

Significados.
Significado de estrés.