Como medida preventiva, sería recomendable monitorear a las personas con alteraciones del sueño.
Se sabe con total certeza que las alteraciones en las pautas del sueño, las que comprenden su duración y calidad, son fuente de diversos trastornos, o en algunos casos como la ansiedad y la depresión, síntomas correlacionados con el desorden primario.
Dormir pocas horas, o hacerlo en exceso, sin que el descanso obtenido sea completo y reparador, tarde o temprano conducirá a la alteración de las actividades cotidianas, y al deterioro de la calidad de vida.
Atendiendo a la importancia del sueño en la calidad y expectativa de vida de los seres humanos, un equipo de investigadores realizó y publicó en JAMA Network Open, las conclusiones de una investigación denominada: “Association Between Sleep Duration and Cognitive Decline” (Asociación entre la duración del sueño y el deterioro cognitivo), las que a pesar de no ser concluyentes, hacen sospechar que las personas con una duración extrema del sueño (≤4 o ≥10 horas por noche), tienen una pérdida estadísticamente significativa de la función cognitiva global, versus las pertenecientes al grupo de referencia, las que duermen aproximadamente 7 horas por noche.
El diseño del estudio se basó en un modelo de “cohorte combinado”, en el que se incluyeron dos grupos de individuos inscritos al azar con un total de 28 756 personas. El primero, incluye a sujetos residentes en Inglaterra de 50 años en adelante y el segundo incorpora a personas que viven en China, de 45 años o más, los que proporcionaron directamente a los investigadores la duración de sus periodos regulares de descanso.
Los resultados obtenidos muestran una asociación en forma de U invertida (también conocido como la Ley de Yerkes y Dodson) entre la duración del sueño y el deterioro cognitivo global.
Los puntajes cognitivos globales se calcularon de acuerdo con una prueba de memoria inmediata y retardada, una prueba de fluidez animal, la prueba de siete en serie, una prueba de copia del pentágono que se cruza y una prueba de orientación de la fecha.
Si consideramos que la proporción de personas mayores ha aumentado rápidamente en las últimas décadas, gracias al crecimiento en la expectativa de vida global (en 2015 el 12% de la población mundial tenía 60 años o más, para 2050, esta proporción será superior a una quinta parte de la población), el número de adultos mayores con deterioro cognitivo y demencia aumentará rápidamente, por lo que todos los esfuerzos para detener, o al menos ralentizar estos padecimientos son importantes.
De ser ampliadas y confirmadas las conclusiones alcanzadas en el estudio, se podría impulsar que en la práctica clínica preventiva se monitoree la función cognitiva global, particularmente en personas que presentan pautas consistentes y repetitivas de sueño insuficiente (4 horas por noche) o por el contrario, excesivas (10 horas por noche), a fin de tomar acciones correctivas oportunas.