Los datos teóricos y experimentales, sugieren que los efectos de las vacunas que no son contra el COVID-19, pueden ayudar a reforzar la resiliencia inmunológica frente a otros patógenos.
En un interesante artículo publicado recientemente por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), titulado “Heterologous vaccination interventions to reduce pandemic morbidity and mortality: Modeling the US winter 2020 COVID-19 wave”, sus autores: Nathaniel Hupert, Daniela Marín-Hernández, Bo Gao, Ricardo Águas y Douglas F. Nixon, miembros de diferentes centros de investigación en los EE.UU., demostraron que los esquemas de vacunación oportunos y completos con las vacunas de uso común pueden tener un impacto benéfico contra la infección por SARS-CoV-2, incrementando la resiliencia del sistema inmunológico ante otros patógenos.
“Al igual que otras campañas de administración masiva de medicamentos (por ejemplo, para la malaria), el impacto del HVI (intervenciones de vacunas heterólogas) depende en gran medida, tanto de la orientación por edad, como del momento de la intervención en relación con la incidencia, obteniendo el máximo beneficio de la implementación en la cohorte de edad más amplia, cuando el número de reproducción de la pandemia es >1.0. Por lo tanto, la logística óptima de HVI difiere de los parámetros de implementación óptimos para inmunizaciones específicas de COVID-19. Estos resultados pueden generalizarse más allá de COVID-19 y de los EE. UU. (a otras naciones), para indicar la manera en la que incluso las campañas de inmunización heterólogas mínimamente efectivas, podrían reducir la carga de futuras pandemias virales”. Autores del artículo publicado en PNAS.
Al respecto, los investigadores declararon: “El COVID-19 sigue siendo una grave amenaza para la salud en todo el mundo, en parte debido a los niveles mínimos de vacunación dirigida fuera de los países de altos ingresos, y las variantes altamente transmisibles que causan infección en las personas vacunadas. Décadas de datos teóricos y experimentales sugieren que los efectos inespecíficos de las vacunas que no son contra el COVID-19 pueden ayudar a reforzar la resiliencia inmunológica de la población frente a nuevos patógenos. Estas vacunas de rutina pueden estimular efectos de protección cruzada heterólogos, que modulan infecciones no dirigidas”.
Ante la ausencia de guías que demostraran científicamente la influencia positiva ocasionada por la implementación efectiva de intervenciones vacunales heterólogas (HVI) para contrarrestar pandemias actuales o futuras, los investigadores decidieron analizar el impacto alcanzado a través de diferentes estrategias de HVI en la ola de COVID-19 del invierno de 2020 en los Estados Unidos, develando que la intervención durante las fases de crecimiento pandémico (número de reproducción efectivo >1) condujo a una mayor reducción de la morbilidad y la mortalidad. Para ello, utilizaron el modelo matemático del Consorcio Internacional de Modelado de COVID-19 (CoMo, por sus siglas en inglés), herramienta informática con la que demostraron que los HVI logísticamente acertados con una efectividad baja (5 a 15 por ciento) podrían haber reducido los casos de COVID-19, la hospitalización y la mortalidad en la ola de otoño/invierno de 2020 de los EE. UU.
“El Consorcio Internacional de Modelado COVID-19 (Consorcio CoMo) fue creado por investigadores de la Universidad de Oxford junto con colegas académicos de la Universidad de Cornell y se está asociando con modeladores de enfermedades infecciosas y otros expertos en salud pública de más de 40 países de África, Asia y América del Sur y del Norte”.
Entre otras vacunas de uso común, los investigadores ponen como ejemplo la inmunización contra la tuberculosis (Bacillus Calmette-Guérin), la vacuna contra la influenza, la vacuna oral contra la poliomielitis y las vacunas que contienen sarampión (MCV).
“Sabemos que las vacunas no relacionadas tienen estos efectos heterólogos, y una persona razonable podría decirle que si las usara durante una pandemia, se beneficiaría. Sin embargo, no estaba claro cuánto ayudaría tal intervención, a qué poblaciones sería mejor apuntar o qué parte de la población tendría que recibir las vacunas no relacionadas para tener un efecto significativo”. Doctor Nathaniel Hupert, profesor asociado de Ciencias de la Salud en Weill Cornell Medicine y autor principal del artículo.
Ante el complejo y multifactorial panorama que atestigua la inequitativa distribución y acceso a los fármacos, además de los bajísimos índices de cobertura vacunal contra el COVID-19, particularmente en las naciones de ingresos bajos (algunas informan haber conseguido hasta el momento inocular únicamente al 5% de su población), sumados a la fuerte oposición de los grupos antivacunas (aún en los países con alta acceso a ellas), la posibilidad de incrementar y fortalecer las acciones no farmacéuticas (NPI, por sus siglas en inglés): distanciamiento físico, uso de cubrebocas en lugares públicos, lavado de manos con agua y jabón o gel con alcohol, autoaislamiento, trabajo en el hogar, cierre de escuelas y centros de esparcimiento, el incremento de las intervenciones vacunales no específicas, pero basadas en los efectos heterólogos, podrían ayudar a disminuir los índices de contagio por SARS-CoV-2, además de proteger a las personas vacunadas contra las enfermedades para las que fueron creadas.
“Un ensayo de fase III llamado «ACTIVATE-2» evaluó si la vacuna BCG podría proteger contra COVID-19 a los ancianos; Los hallazgos previos a la publicación sugieren una reducción del riesgo del 68% para los diagnósticos clínicos y microbiológicos totales de COVID-19. Un estudio separado mostró que un historial de vacunación con BCG se asoció con una disminución de la seroprevalencia del SARS-CoV-2 en una cohorte diversa de trabajadores de la salud y una reducción de los síntomas de la COVID-19. La magnitud del efecto protector contra la enfermedad sintomática fue similar en ambos estudios: un rango informado de reducción del 10% al 30% en todas las infecciones respiratorias en el primero y una reducción del 34.5% en el diagnóstico autoinformado de COVID-19 en el segundo”.
Estos hallazgos demuestran la urgente necesidad de retomar, fortalecer e incrementar las acciones vacunales que tradicionalmente se venían aplicando entre la población en general y que en los últimos años se han deteriorado, independientemente de impulsar un avance rápido y decidido en la vacunación masiva contra el SARS-CoV-2.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.
Fuentes:
Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. (18 de enero del 2022).
Heterologous vaccination interventions to reduce pandemic morbidity and mortality: Modeling the US winter 2020 COVID-19 wave.