Los niños y niñas más pobres, los que viven en zonas rurales, y los hijos de madres con menor nivel de escolaridad, tienen menores posibilidades de sobrevivir a la infancia

Es preocupante saber que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que la cancelación y los fuertes recortes a las donaciones para el financiamiento de los diferentes programas mundiales destinados a combatir las causas de muerte infantil e incrementar la supervivencia de los pequeños, han obligado a la reducción de trabajadores sanitarios, al cierre de clínicas, a la interrupción de programas de vacunación, y a la falta de suministros esenciales –como los necesarios para el tratamiento contra el paludismo, el monitoreo y seguimiento para llegar oportunamente a los niños y niñas en situaciones de alta vulnerabilidad–, y estos son solamente algunos ejemplos.

Tristemente, y como generalmente ocurre, los recortes afectan particularmente a las regiones que viven crisis humanitarias, a los países de renta baja y media, y a las zonas geográficas que tienen tasas de mortalidad infantil de por sí muy elevadas.

Al respecto, Catherine Russell, Directora Ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), declaró:  “Millones de niños y niñas están vivos hoy gracias al compromiso mundial con una serie de intervenciones de eficacia probada como las vacunas, la mejora de la nutrición y el acceso al agua potable y el saneamiento básicos. Reducir la mortalidad infantil evitable a un mínimo histórico es un logro extraordinario, pero sin las decisiones políticas adecuadas y la suficiente inversión, corremos el riesgo de revertir este conjunto de avances que tanto esfuerzo ha costado conseguir. Como consecuencia, millones de niños y niñas más podrían morir por causas evitables, y esto es algo que no podemos permitir”.

La OMS hace notar que antes de la actual crisis de financiamiento, el ritmo de progreso en materia de supervivencia infantil no era el planeado, y para ejemplificarlo menciona que, desde el 2015, la tasa anual de reducción de la mortalidad de menores de cinco años descendió un 42%, y la reducción de la mortinatalidad disminuyó un 53%, versus el periodo 2000-2015; algo lamentable que pone en riesgo la pérdida de decenios de logros alcanzados, y las inversiones humanas y financieras realizadas.

“Casi la mitad de las muertes de menores de cinco años ocurren durante el primer mes de vida, principalmente por los nacimientos prematuros, y las complicaciones durante el parto. Después del período neonatal, las enfermedades infecciosas, como el paludismo, la diarrea y las infecciones respiratorias agudas, como la neumonía, son las principales causas de las muertes infantiles evitables. Mientras tanto, el 45 % de las muertes fetales tardías se producen durante el parto, provocadas a menudo por infecciones maternas, partos prolongados u obstruidos, y a la falta de intervenciones médicas oportunas”. OMS

Un dato tan importante, como dramático y vergonzoso, es saber que el lugar en el que nace un niño determina en gran medida sus posibilidades de supervivencia. El riesgo de morir antes de los cinco años es 80 veces mayor en un país con altas tasas de mortalidad que en un país con menor mortalidad; «un niño nacido en el África Subsahariana tiene 18 veces más probabilidades de fallecer antes de los cinco años de edad, que uno nacido en Australia y Nueva Zelanda”.

Cerramos la nota con una declaración del Subsecretario General del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas: “Las disparidades en la mortalidad infantil entre países, y dentro de ellos, siguen siendo uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Reducir esas diferencias no es solo un imperativo moral, sino también un paso fundamental hacia el desarrollo sostenible y la equidad mundial. Todos los niños y niñas merecen una oportunidad justa en la vida, y nuestra responsabilidad colectiva es garantizar que ninguno se quede atrás”.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF

Fuentes:

Organización Mundial de la Salud. (25 de marzo de 2025).
Peligran décadas de progresos en la reducción de la mortalidad infantil y la mortinatalidad, advierten las Naciones Unidas.