Hasta hace apenas algunos días, los residentes del estado de Nueva York, EE. UU. podían eximir a sus hijos de la obligatoriedad de ser vacunados, argumentando que los preceptos de su religión, cualquiera que fuera, se los prohibía.
Sin embargo, y como consecuencia del brote epidémico de sarampión más grave en décadas, desatado en la ciudad de Nueva York, particularmente entre la comunidad judía ortodoxa y ultra ortodoxa de esa ciudad, frontalmente opositora a las medidas preventivas vacunales, utilizando para ello argumentos religiosos, y después de múltiples solicitudes e incluso sanciones por parte de las autoridades sanitarias y administrativas de la ciudad, Andrew Cuomo, gobernador del estado, firmó una ley que invalida el uso de creencias de este tipo para evitar la vacunación, medida que fue aprobada por las dos cámaras del legislativo, entrando inmediatamente en vigor.
La aplicación de la vacuna para prevenir el sarampión, paperas y rubeola, o triple viral, se recomienda en niños de entre 12 y 15 meses de edad, siendo obligatoria entre los cuatro y seis años, como requisito para asistir al colegio, aunque los padres de familia podían, hasta antes de esta nueva ley, ampararse en su religión para escindirse de ella.
Vale la pena comentar que antes de Nueva York, California, Mississippi, Virginia Occidental y Maine eliminaron de su legislación el argumento de exclusión religiosa, pero otros 45 estados aún la tienen vigente.
Vale la pena recordar que las personas no vacunadas son un foco potencial para el desarrollo de brotes pandémicos de alcances incalculables.