En términos generales podemos decir que cuanto más temprana es la detección de cualquier enfermedad y el inicio del tratamiento de la misma los logros terapéuticos que pueden alcanzarse son más y mejores.
En el caso del VIH esta aseveración adquiere un significado aún mayor, ya que la capacidad de contagio del virus es mucho mayor en la etapa denominada “infección aguda”, la que ocurre desde el contagio del VIH hasta la seroconversión, es decir, la aparición de anticuerpos detectables para el VIH en la sangre, y cuyo período es de aproximadamente cuatro semanas.
Es por ello que la detección temprana de la infección por VIH es la mejor manera de mejorar la eficacia de la terapia antirretroviral y detener la propagación de la enfermedad, ya que los sujetos con infección aguda son extremadamente contagiosos.
En la etapa de infección aguda o infección temprana, el VIH es replicado libremente por el sistema inmunológico y la cantidad de virus en la sangre y secreciones genitales aumentan rápidamente. En etapas posteriores, y aunque no deja de ser altamente peligroso, la capacidad contagiosa del virus es menor.
Queda establecida la importancia de la detección y el tratamiento tempranos que son fundamentales para evitar mayores daños a la salud del paciente, ya que ayudan a ralentizar o frenar los cambios progresivos que se producen después de la adquisición del VIH, como lo son el agotamiento irreversible de los linfocitos CD4 en el intestino, la replicación y el establecimiento de reservorios latentes de VIH en el sistema nervioso central.
Hasta la fecha existen diferentes tipos de pruebas para determinar si una persona está infectada con VIH, como las pruebas de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT) (consideradas como el patrón oro para la detección de bajas concentraciones del virus en la sangre), pero su complejidad y elevado costo impiden el uso masivo en los países de bajos ingresos, que por otra parte son en los que se reporta el mayor número de contagios de esta enfermedad, la que hasta la fecha ha ocasionado, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la muerte de 35 millones de personas en el mundo, de las que 1.1 millones de las mismas ocurrieron durante 2015.
Otra de las pruebas de diagnóstico son los inmuno ensayos, los cuales son más accesibles, pero su desventaja reside en que su sensibilidad es baja.
La nueva tecnología es capaz de detectar la presencia del VIH una semana después del contagio
Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España (la mayor institución pública dedicada a la investigación en España y la tercera de Europa), desarrolló y presentó los resultados de un nuevo biosensor capaz de detectar el VIH tipo 1 en suero humano, durante la primera semana después del contagio.
La nueva tecnología de detección combina métodos de transducción nanomecánicos y optoplasmónicos, capaces de detectar (solamente una semana después del contagio) el antígeno p24 (una proteína presente en el VIH-1) en concentraciones 100,000 veces menores de lo que requieren los sistemas de detección actuales, los que por otra parte son capaces de hacerlo pasadas 3 o cuatro semanas después de la infección, con el consiguiente riesgo de propagación de la enfermedad y los daños irreversibles al organismo de la persona contagiada.
Además de su velocidad y precisión en la detección del VIH tipo 1, esta nueva tecnología puede ser producida masivamente a costos muy bajos y ser miniaturizada, lo que posibilitaría y facilitaría su uso los centros de atención y detección de VIH, ofreciendo un diagnóstico preciso en tan sólo 4 horas y 45 minutos.
La infección aguda por el virus de la inmunodeficiencia humana se define como el tiempo que transcurre desde la adquisición del VIH hasta la seroconversión; es decir, la aparición de anticuerpos detectables para el VIH en la sangre, etapa que dura aproximadamente cuatro semanas.
La rápida detección de la enfermedad y el inicio de la terapia retroviral durante la etapa de infección aguda (AHI), potencializa el control inmune sobre la replicación vírica, mejora el recuento de células CD4, reduce la inflamación sistémica, preserva la función cognitiva y acota el reservorio viral latente, además de ayudar a frenar el contagio del padecimiento.
Hace unos días publicamos en códigoF un artículo titulado “Por primera ocasión una vacuna terapéutica contra el VIH consigue que los participantes en un estudio clínico controlen el virus sin tratamiento antirretroviral” en el que hablamos de los resultados obtenidos con una vacuna experimental para el VIH que logró (utilizando la estrategia terapéutica conocida como “kick & kill”) que 5 personas alcanzaran la calificación de “controladores virémicos” potenciales, sin el uso de retrovirales lo cual nunca había ocurrido.
El desarrollo de la vacuna experimental que mencionamos en párrafos anteriores y el desarrollo del biosensor tema de este artículo, son excelentes noticias en la lucha contra uno de los flagelos más feroces en la historia de la humanidad.
Fuentes
Plos.org. Ultrasensitive detection of HIV-1 p24 antigen by a hybrid nanomechanical-optoplasmonic platform with potential for detecting HIV-1 at first week after infection. Consultado: 20 de febrero del 2017.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El CSIC desarrolla un biosensor capaz de detectar el VIH solo una semana después de la infección. Consultado: 20 de febrero del 2017.
Institut de Recerca de la Sida. Un ensayo clínico de vacuna terapéutica contra el VIH logra por primera vez que 5 personas controlen el virus sin tomar tratamiento antirretroviral. Consultado: 18 de febrero del 2017.
Organización Mundial de la Salud (OMS). Centro de Prensa. VIH/SIDA.