Después de transcurridos miles de años en los que la humanidad curiosa y sorprendida se abocó a la tarea de explorar (en ocasiones de manera ilegal y subrepticia) nuestro cuerpo, los órganos y elementos que lo componen, desentrañar las funciones que cada uno lleva a cabo y establecer la relación entre ellos y cuando parecía que conocíamos todos los órganos que nos forman, un grupo de investigadores de la Escuela Universitaria de Medicina de Nueva York, EE.UU., asegura que lo que desde hace años se conocía como un componente más del organismo, es en realidad un órgano con importantes funciones.

La pregunta que surge de inmediato, es: ¿cómo es posible que siglos después de práctica médica, quirúrgica, anatómica e investigativa, descubran que tenemos un órgano que no conocíamos?

La respuesta es tan simple como sorprendente, y fue publicada el pasado 27 de marzo en la revista Scientific Reports, con el título “Structure and Distribution of an Unrecognized Interstitium in Human Tissues” (Estructura y distribución de un intersticio no reconocido en tejidos humanos). Lo que ocurre, es que el ahora considerado por estos investigadores como un órgano, se le describe tradicionalmente como “espacio intersticial” (entre las células), el que había pasado desapercibido como tal,  ya que los conductos que lo componen se vacían y aplanan por completo en las muestras anatómicas para observación microscópica, dando la falsa impresión de ser un tejido denso y macizo.

Su descubrimiento como órgano ha sido posible a nuevos procedimientos de observación, gracias a los que el intersticio ha sido visto como nunca antes.

Los científicos sostienen que el intersticio es realmente una red de cavidades rellenas de líquido con una estructura externa formada de colágeno y elastina, proteínas que le proporcionan resistencia y elasticidad. Además de recubrir y proteger dinámicamente a múltiples órganos, el líquido producido por las células del intersticio alimenta al sistema linfático y mantiene a los glóbulos blancos (granulocitos, monocitos y linfocitos) del sistema inmunológico.

El espacio intersticial es la principal fuente de linfa y un importante compartimiento de líquidos en el cuerpo. Si bien la anatomía y la composición del espacio intersticial entre las células se comprende cada vez más, la existencia, ubicación y estructura de los espacios inter e intragrandes se describen sólo vagamente en la literatura”. Neil D. Theise, autor principal del estudio.

Los investigadores  sugieren que este hallazgo debería impulsar una profunda revisión de los conceptos anatómicos actuales de la submucosa, la dermis, la fascia y la adventicia vascular (capa de tejido conectivo más externa de un vaso sanguíneo), considerando que lo que parecían ser “paredes” compactas de colágeno, son en realidad espacios intersticiales llenos de líquido, lo que tiene implicaciones importantes para la función y la patología del tejido.

Los investigadores descubrieron que estos tejidos son compresibles y distensibles, por lo que aparentemente ofrecen funciones protectoras y amortiguadoras a los órganos que recubren, y que de manera constante o esporádica se comprimen y expanden, como los pulmones, la aorta, el tracto digestivo, la vejiga, la piel bajo compresión mecánica y los planos fasciales (durante acción del sistema musculoesquelético), por mencionar algunos de ellos.

Se espera que los descubrimientos realizados por este equipo de investigadores sobre el intersticio y sus funciones alimentará nuevos descubrimientos médicos.

Fuente:

Scientific Reports. Structure and Distribution of an Unrecognized Interstitium in Human Tissues. Scientific Reports volume 8, Article number: 4947 (2018) / doi:10.1038/s41598-018-23062-6